29/05/2025

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Obispos Católicos del Asia CONCLUYE LA ASAMBLEA

06/05/1974
La Primer Asamblea Plenaria de las Conferencias Espiscopales de la Iglesia Católica en Asia, comenzó en Taipei el 22 de abril, según informamos en nuestra edición anterior. En la función litúrgica que dió comienzo a la Asamblea, además de los mensajes del Papa Pablo VI y del Presidente Chiang Kai-shek. mencionados en esa crónica, el Vicepresidente de la República, Yen Chia-kan. pronunció un enjundioso discurso cuyo texto dice así: Eminencias, Excelencias, Muy Reverendos Padres, disstinguidos amigos: Es para mi un gran honor y privilegio haber sido invitado a participar en esta importante reunión y dirigirme a tan distinguido grupo. Es esta una ocasión histórica. Por primera vez la Federación de Conferencias Episcopales del Asia se reune en Asamblea Plenaria. La reunión que se realiza aquí, en la República de China, es el equivalente asiático del Sínodo Mundial de Obispos que se reunirá en septiembre próximo en Roma. El tema de la Asamblea Plenaria será, muy apropiadamente, "La Evangelización del Asia Moderna", sirviendo de introducción y apoyo a la convocatoria Vaticana "La Evangelización en el Mundo Moderno." La Iglesia Católica tiene una prolongada e ilustre historia en China. Casi 700 años han pasado desde que el Franciscano Juan de Montecorvino llegó a Cambaluc, estableció una iglesia y fue nombrado arzobispo de la que hoy llamamos Peiping. Al eclipsarse la dinastía Yuan, el catolicismo pasó por tiempos difíciles, pero 300 años más tarde recibió nuevo impulso con misioneros como Miguel Ruggien y Mateo Ricci. Estos Jesuitas, además de su celo sacerdotal poseían profundos conocimientos. Ellos abrieron los ojos de los chinos a los descubrimientos científicos del occidente, dejando en este país un recuerdo imborrable. En los últimos días de la dinastía Ming, hacia 1644, sólo dos provincias carecían de estaciones misionales. Los católicos eran más de cien mil. El primer sacerdote Dominico llegó al continente, pasando por Taiwan, en 1630, Tres años más tarde, el primer Jesuita desde los tiempos de los mongoles arribó a China. Su primer converso, Lo Wen-tsao, llegó a ser el primer Obispo chino. La Iglesia debió llevar pesadas cruces durante los 350 años que siguieron, pero nada pudo impedir su avance por mucho tiempo. En 1948 los católicas eran 3.500.000. Los comunistas pudieron destruir muchas de las meritorias obras de la Iglesia Católica - clausurar escuelas y universidades, usurpar hospitales, apoderarse de las imprentas. Pero no pudieron arrancar la fe en Dios de los corazones de los católicos chinos. Ni lograron doblegar el espíritu del clero chino y extranjero que aprisionaron y torturaron. Muchos miembros del clero y laicado católico que escaparon de los comunistas en el continente, llegaron hasta Taiwan. Encontraron aquí una Iglesia que había sobrevivido el período japonés y entraba en una era de rápido crecimiento. Encontraron también plena libertad religiosa, garantizada por la Constitución y salvaguardada por el Gobierno de la Republica de China. Taiwan posee su propia, dramática historia del catolicismo. Cinco misioneros Dominicos llegaron a la isla en 1628, construyendo varias iglesias en los años siguientes. Pero los españoles fueron expulsados por los holandeses y la Iglesia debió por doscientos años aguardar su segunda oportunidad. Esta vez las raíces crecieron lentamente, pero vigorosas y durables. Las autoridades japonesas no vieron con buenos ojos a los misioneros desde 1895 hasta 1945. Con todo, al retornar la isla a la soberanía china, la Iglesia tenía 8.000 fieles y una docena de sacerdotes. Casi todos ustedes conocen el vigoroso crecimiento y las notables conquistas de las tres décadas últimas. Los católicos son ahora más de 300.000, constituyendo aproximadamente la mitad de la dedicada e influyente comunidad cristiana en esta provincia insular. La Iglesia tiene una arquidiócesis y seis diócesis en Taiwan. Pablo Cardenal Yu Pin, el arzobispo de Nanking, es Presidente de la Conferencia Episcopal y Rector de la Universidad Fu Jen. Esta institución, restablecida por la Iglesia en los suburbios de Taipei, ha alcanzado un lugar de prominencia en la educación superior en sólo diez años. Hospitales, escuelas y editoriales católicas han abierto sus puertas. Más de 700 iglesias se encuentran de un extremo al otro de Taiwan. Les puedo asegurar que el gobierno se complace con el éxito de la Iglesia Católica. Apreciamos sus esfuerzos en educación, medicina, ayuda social y -quizás más importante- en inculcar preceptos de ética y moral que apoyan la filosofía china del confucianismo, el San Min Chu I de nuestro Fundador, el Dr. Sun Yat-sen, y la conducción democrática de nuestro Presidente, Chiang Kai-shek. Según yo lo entiendo, la identidad de la iglesia a que un hombre se adhiere es menos importante que su creencia en Dios, su aceptación de autodisciplina y su voluntad de servir a los demás. La libertad depende del orden. La democracia no puede existir sin disciplina. Una religión correcta, una filosofía correcta y un gobierno correcto se combinan para asegurar una sociedad de hombres decentes viviendo bajo condiciones que aseguran la rectitud y la justicia. El catolicismo específicamente y el cristianismo en general, han experimentado un progreso excepcional en China porque sus creencias acuerdan con el espíritu chino. Según San Juan, "Dios es amor". Confucio dijo "Ama a todos los hombres". La Primera Carta a los Corintios nos encomienda "que todo se haga decentemente y en orden". Confucio dijo: "El príncipe sea príncipe, el ministro, ministro; el padre, padre y el hijo, hijo." Quería decir que cada uno debía asumir su propia responsabilidad. Dijo también "Guiad al people por medio de leyes, dominadlo con castigos y el pueblo procurará evitar la cárcel pero no tendrá sentido de vergüenza. Guiad al pueblo por la virtud, restringidlo por medio de las reglas del decoro, y el pueblo no sólo tendrá sentido del pudor, sinó también se hará hueno." En la fe cristiana, el imperio de Dios abraza todo el universo y todas sus creaturas. El principio de unidad y el concepto de un mundo son inescapables. Confucio propició una Gran Comunidad Humana. El Presidente Chiang ha caracterizado el desarrollo de la Gran Comunidad confuciana como el ideal más elevado del Dr. Sun Yat-sen. Inspirándose en el Libro de Li al definir el Ideal Social que emergerá de la Gran Comunidad, el Presidente Chiang dijo: "Los hombres no sólo cuidarán de sus propios padres e hijos, pero harán posible que los viejos mueran en paz; que los capaces sean útiles; que los niños sean criados, que los viudos y las viudas, los huérfanos, ancianos sin descendencia y enfermos reciban la atención y cuidado debidos; que los jóvenes y las jóvenes contraigan matrimonios felices." Me parece que tal comunidad es católica, cristiana, china y confuciana al mismo tiempo. Nada encuentro incompatible en diversas civilizaciones, naciones, religiones y personas, mientras levanten su mirada a fuerzas superiores y basen su conducta en los preceptos y reglas establecidos antes del nacimiento de la historia escrita. Los que aceptan la disciplina de Dios y creen en la perfectibilidad del hombre están de acuerdo en lo que es moralmente bueno y moralmente malo. Los comunistas basan su sistema en el ateísmo y suprimen valores que nosotros consideramos preciosos. Esa es la razón por la cual jamás podremos llegar a un acuerdo con ellos. La Iglesia Católica y otras religiones con una base metafísica pueden sobrevivir y florecer solamente en una sociedad libre. Esto queda abundantemente probado por la dinámica existencia de la Iglesia en la República de China, hoy, en contraste con su no-existencia en el continente chino tiranizado por aquellos que se proclaman ateos y persiguen a la religión como al veneno del pueblo. Decir que vosotros y esta Asamblea Plenaria sois bienvenidos es decir muy poco. Encontraréis la más sincera bienvenida en el amor y el afecto de los chinos adherentes a vuestra fe. Deseo expresaros mis mejores deseos de éxito para vuestras deliberaciones y para la evangelizacion del Asia. Lo que es bueno para la Iglesia Católica es bueno para los pueblos del Asia y la causa de un mundo libre y mejor. Muchas gracias." En las sesiones generales de los días 22 y 23 los asambleístas oyeron las dos ponencias básicas elaborando otros tantos aspectos del tema central, "La evangelización en el Asia moderna". El primero de esos días el teológo filipino R. P. Catalino Arévalo, S.J., consideró los aspectos teológicos del tema mientras el día siguiente el Obispo de Jamshedpur, India, Mons. Joseph Rodericks, S.J., enfocó el mismo asunto desde el punto de vista pastoral. A lo largo de los días siguientes los participantes estudiaron, dividos en grupos, los puntos siguientes: - Teología de la evangelización en el contexto asiático; - Problema de la indigenización de la Iglesia en Asia; - Evangelización y las Grandes Religiones del Asia; - Formación misional para la evangelización; y -Evangelización y "conscientización" en el presente contexto socio­ económico del Asia. Cada día comenzó y concluyó con una Oración Comunitaria, a cargo de las varias Conferencias Episcopales participantes. El día 25 por la tarde, los asambleístas fueron recibidos por la Señora del Presidente Chiang Kai-shek, quien saludó personalmente a cada uno de los concurrentes, conversando con varios de los prelados durante un té con que agasajó a sus visitantes. La Señora de Chiang es presidenta honoraria de la comisión directiva de la universidad católica Fu Jen y se ha interesado activamente por el re-establecimiento y desarrollo de dicha universidad en Taiwan. Varios de los prelados realizaron visitas de cortesía al Ministro de Relaciones Exteriores, Shen Chang-huan, y en una de las recepciones ofrecidas en su honor tuvieron oportunidad de saludar al Primer Ministro Chiang Ching-kuo. La Asamblea eligió como Secretario General a Mons. Mariano Gaviola, Vicario Militar de Filipinas. Mons. Gaviola sucede en esa posición al Obispo de Hong Kong, Mons. Francis Hsu, desde cuyo fallecimiento actuó interinamente en ese cargo el Arzobispo de Taipei, Mons. Estanislao Lo Kuang. Al concluir las reuniones de la Asamblea, la misma emitió un Comunicado en el que reconocen y respetan el profundo sentido espiritual y ético y los valores de las grandes religiones asiáticas y consideran como punto focal de su tarea de evangelización el establecimiento de una Iglesia verdaderamente local. Describen a esa Iglesia como una verdaderamente encarnada en el pueblo, que se mantiene en diálogo continuo, humilde y animado por el amor con las tradiciones vivientes, las culturas y las religiones de los pueblos. Agregan aquí que en varios países, el diálogo con el pueblo significa un diálogo con los pobres. El comunicado afirma que la mayoría de los pueblos asiáticos viven desprovistos de los bienes materiales que necesitan para una vida verdaderamente humana y de los recursos necesarios para producir esos bienes. "Viven bajo la opresión, esto es, bajo estructuras sociales, económicas y políticas que encierran en sí mismas la injusticia." Los Obispos afirmaron que la Iglesia está dedicada a la transformación de estructuras sociales injustas para que los destituidos y los oprimidos puedan liberarse en forma responsable. La búsqueda de la santidad y la búsqueda de la justicia, con la promoción de un desarrollo verdaderamente humano no sólo no son antagónicas; por el contrario, constituyen hoy para nosotros la predicación integral del Evangelio. Los Obispos requirieron también una teología genuinamente asiática, y el conocimiento de las filosofías del Asia lo mismo que de las corrientes ideológicas que atraen a la juventud, como exigencias actuales en la preparación de misioneros. Con respecto a la "Radio Veritas", establecida en Filipinas, la Asamblea aceptó responsabilidad colegial para sus servicios de ultramar mientras la Conferencia Filipina se responsabiliza por el servicio local. La Asamblea concluyó oficialmente sus sesiones con una Misa cocelebrada por la noche del 27 de abril en el edificio Sun Yat-sen de Taipei. Posteriormente varios de los participantes realizaron una gira por el centro y sur de Taiwan.

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