Noticias de Taiwán
Así nos ven: Reflejos de la República de China - Por Marco Tulio TREJO PAIZ
16/12/1982
¿Conoce usted Taiwan -antes Formosa-, estimado lector? Si su respuesta es afirmativa, lo felicitamos. Lo felicitamos, lo admiramos y envidiamos.
Nosotros ya tenemos una idea de lo que fue y de lo que es China Nacionalista -indistintamente llamada así, así como queda dicho, Taiwan, China Libre o República de China-, pero sólo nos hemos formado esa idea a través del libro, del periódico, de la revista, del cine, de la televisión, de los viajeros y, también, de lo que nos cuentan los diplomáticos del mencionado país, hombres -por cierto- comunicativos, amistosos, cultos e, incluso, obsequiosos. Bellas personas, como suele decirse.
Taiwan es una isla situada entre el Pacífico y el mar de la China. De 1895 a 1945 perteneció al Japón. Tiene 36,000 kilómetros cuadrados, los cuales están saturados de habitantes. La capital es Taipei, ciudad moderna (una Nueva York en "chiquito"). (Antiguamente se llamó Tagana, Manga o Wenga. Ahora la llaman, con cariño y por antonomasia, "Princesita coquetona" .).
Sus autopistas son formidables, muy bien trazadas, con vías a ambos lados de arriates centrales, pobladas de árboles y erizadas de monumentos. Son de gran colorido y vistosidad, similares en magnificencia a las que existen en las más portentosas urbes del mundo.
En 1949, cuando los comunistas tomaron el poder en China Continental, acaudillados por Mao Tse-tung, el generalísimo Chiang Kai-shek se trasladó con sus bravos soldados a Formasa, hoy Taiwan, como decimos.
La isla taiwanesa se convirtió, desde 1949, en un reducto de la libertad y ha registrado un desarrollo integral explosivo, vertiginoso.
Su pueblo es tan laborioso como las abejas y como las hormigas. Actualmente tiene un ejército equipado con armamento que denota alta tecnología, sofisticada, capaz de hacer cosquillas al endriago peligroso que infunde temores con sus rugidos y resoplidos en la China Continental, donde al parecer están azotando vientos de fronda contra el opresivo y asfixiante sistema ( ¡ufff, qué calor! ... ) que montó el regordete de Mao, cuyos seguidores, hoy unos vejetes desilusionados y tránsfugas vergonzantes, están que tiemblan, que tambalean y caen ...
Taiwan es, podemos decir, un baluarte casi inexpugnable, gracias a la forma estratégica en que estructuró el aparato militar Chiang Kai-shek, el ídolo en cuyo honor se ha erigido un enorme monumento de mucha significación para que las generaciones presentes y futuras recuerden que China tuvo un gran soldado que vivió y luchó, dispuesto siempre a los peores sacrificios y protagonizando las más asombrosas hazañas, hasta la muerte.
Chiang Kai-shek se ha de haber llevado en lo más hondo del pecho, del corazón, a su patria, la República de China -China Continental y Taiwan- y, con ella, a su hermosa causa de la libertad.
Héroe de mil batallas, no quería que un sistema totalitario, brutal, ensombreciera el suelo que lo vió nacer. Ahora debe de estar en la tumba, perturbado en su sueño de eternidad, como lleno de coraje, mezclado con tristeza, al ver que su titánica empresa quedó trunca.
Mas la simiente está en el surco de la dignidad y quienes han recogido su bandera; quienes han seguido su patriótico y heróico ejemplo, no estarán pensando, siquiera, en enriquecer la panoplia. No claudicarán. No se rendirán.
Los Estados Unidos de América, durante el gobierno del farolero de James (Jimmy) Carter, llegaron al connubio con el régimen pekinés y así se dejó malparada, en el plano diplomático, a China Nacionalista. ¡Toda una insensatez!
Una insensatez la de don Jimmy que, por carecer de amplia y clara visión, bailó en las cuerdas flojas de la política internacional, tratando de quedar bien con Dios y con el diablo. ¡Mayúscula y abismal torpeza de estadista!
Continuemos. Continuemos con el tema cardinal.
Sigamos perfilando a ese país del Asia en su evolución constante e indetenible.
Taiwan produce mucho de todo. Así como puede hacer un alfiler, un tornillo, una tachuela, puede fabricar un avión, un tractor, un tanque, un automóvil, un buque-tanque de cien mil toneladas y los más tremendos artefactos nucleares.
Su agricultura es excelente. Su tierra está cultivada hasta la última pulgada.
El presidente actual de la República de China es Chiang Ching-kuo, hijo del generalísimo Chiang Kai-shek. Es un líder esclarecido, de mucho talento y muy querido por su pueblo, el que lo sigue como la sombra al cuerpo, teniendo en mente la reconquista del continente y con recio espíritu de engrandecimiento nacional.
Ya dijimos una vez, en esta columna, que Taiwan es en el Asia lo que Sudáfrica en la cola del continente negro y lo que Israel en el Cercano Oriente. Su auge industrial y comercial es como para considerar a la República de China una potencia y, en lo militar, como otro David frente a Goliat.
El mundo tiene un gran ejemplo de progreso en Taiwan, bastión de la libertad y de la paz. (La Prensa Libre, Guatemala)