El Gobierno de la Ciudad de Taoyuan, en el norte de Taiwán, promueve el trabajo voluntario en el extranjero.
Estudiantes del norte de Myanmar que utilizan libros de texto donados por editoriales de Taiwán asisten a una clase de idioma chino impartida por voluntarios de la Asociación Internacional de Caridad y Cultura de la República de China. (Foto cortesía de la Asociación Internacional de Caridad y Cultura de la República de China)
A la edad de 16 años, Lin Yu-shan desarrolló una gran pasión por ayudar a los más necesitados, lo que la llevó a trabajar como voluntaria en la India, Myanmar y Tailandia. A través de sus experiencias, se dio cuenta de que quería una carrera en trabajo humanitario. Después de completar una licenciatura en educación en la Universidad Nacional de Chengchi, en la ciudad de Taipéi, en 2017, Lin comenzó un grupo de voluntarios para enseñar mandarín en las comunidades étnicas chinas del norte de Myanmar.
“Nuestro trabajo atrajo la atención en Taiwán y la gente quería donar para la causa”, indicó la joven de 28 años. Para recibir donaciones, Lin necesitaba registrarse con el Gobierno, por lo que en 2018 fundó la Asociación Internacional de Cultura y Caridad de la República de China, que actualmente dirige como parte de un equipo de cinco personas. Con sede en su ciudad natal de Taoyuan, en el norte de Taiwán, la asociación calificó para recibir apoyo del Gobierno local porque casi todos sus participantes tienen entre 15 y 35 años.
Los estudiantes de la CYCU en Camboya exhiben el logotipo de la universidad y los jóvenes de Siem Reap muestran certificados de formación docente de inglés obtenidos gracias a la asistencia de los voluntarios. (Foto cortesía del Centro de Aprendizaje-Servicio de la Universidad Cristiana Chung Yuan)
“La ciudad cuenta con un proyecto de financiación que tiene como objetivo ayudar a los adolescentes y adultos jóvenes a cultivar la comprensión y la afinidad hacia diferentes culturas mientras mejoran su trabajo en equipo y sus habilidades para resolver problemas”, indicó Shih Ling-pang, responsable del Departamento de Asuntos de la Juventud (DYA, siglas en inglés) del Gobierno local. “También impulsa la imagen internacional de Taiwán a través de nuestros jóvenes y entusiastas voluntarios que colaboran para aumentar el bienestar de las comunidades en el extranjero”. El año pasado, seis entidades con sede en Taoyuan, incluida la asociación de Lin, recibieron subsidios que ayudaron a enviar equipos a países en el sur y sudeste de Asia.
“Los estudiantes de Myanmar están deseosos de colaborar con nuestros voluntarios, ya que las oportunidades para ellos de tener contacto con el mundo exterior son escasas”, apuntó Lin. “Presentamos Taiwán a los estudiantes incorporando nuestra cultura en el plan de estudios”, destacó Lin. En el pasado, los estudiantes locales aprendían mandarín principalmente por razones de herencia, pero hoy muchos también están motivados por el potencial del idioma para ampliar sus perspectivas profesionales, añadió Lin. Para garantizar que el programa de enseñanza voluntaria tenga el mayor impacto posible, la asociación mejora el ambiente de aprendizaje modernizando la iluminación en las aulas y proporcionando libros de texto en color donados por editoriales en Taiwán.
Enriquecimiento educativo
Más estudiantes taiwaneses están siguiendo los pasos de Lin a medida que el deseo de ser voluntario en el extranjero se extiende en los campus universitarios. Así sucede en la Universidad Cristiana Chung Yuan (CYCU, siglas en inglés) de Taoyuan, donde su Centro de Aprendizaje-Servicio alienta a los estudiantes a ayudar a otros tanto a nivel local como en el extranjero. El año pasado, dos equipos organizados por el centro fueron a Siem Reap, en el noroeste de Camboya, y a Mae Sot, en el oeste de Tailandia, con el apoyo del DYA.
Cada equipo elaboró planes de ayuda que atendían a las necesidades de sus respectivas comunidades. El grupo de Siem Reap capacitó a jóvenes locales en el idioma inglés para brindarles a los residentes las habilidades necesarias a fin de brindar servicios turísticos en una ciudad que alberga el legado cultural de talla mundial de Angkor Wat. En Mae Sot, los voluntarios de la CYCU se centraron en la educación artística en la escuela Shwe Tha Zin a petición de su director. Con el propósito de garantizar que los viajes al extranjero se desarrollaran sin problemas y tuvieran buena publicidad, el Centro de Aprendizaje-Servicio organizó sesiones de capacitación previas a la salida para los voluntarios en temas que van desde atención médica de emergencia hasta fotografía y estrategias de redes sociales. Cada equipo recibió lecciones adaptadas a sus misiones específicas. Aquellos que se dirigían a Mae Sot, por ejemplo, tuvieron que aprender a tocar la flauta dulce, ya que la escuela había recibido una donación de los instrumentos y necesitaba profesores de música.
Una joven profesora de inglés camboyana da una clase demostrativa con la retroalimentación de una voluntaria de la CYCU en Siem Reap. (Foto cortesía del Centro de Aprendizaje-Servicio de la CYCU)
“Los voluntarios también recibieron ayuda de organizaciones no gubernamentales”, indicó Wu Ching-ying, responsable de cuentas del Centro de Aprendizaje-Servicio. En Mae Sot, el equipo de Taiwán conectó con las escuelas locales gracias a Glocal Action, una organización con sede en Taipéi que ha realizado obras de caridad en el oeste de Tailandia desde 2015. En Siem Reap, la Organización Khmer Akphiwat Khmer también ayudó al grupo de la CYCU seleccionando a 10 jóvenes desfavorecidos para recibir formación.
Misión médica
Los estudiantes voluntarios no son los únicos que proyectan el poder blando de Taiwán en el extranjero, los grupos religiosos también desempeñan un papel importante. Uno de esos grupos es la Asociación de Líderes del Árbol de la Vida de Taoyuan, la cual envió 21 voluntarios al centro de Nepal en el otoño de 2023 con la ayuda de la financiación del DYA. Fundada y administrada por un grupo baptista local, la asociación organizó un equipo de voluntarios multiconfesional para llevar atención médica a comunidades médicamente desatendidas. La mayor parte de la misión se llevó a cabo en un internado en un pueblo de montaña a unos 200 kilómetros al oeste de Katmandú, la cual brindó acceso a servicios que iban desde medicina pediátrica hasta odontología.
En el centro de Nepal, la Asociación de Líderes del Árbol de la Vida de Taoyuan educa a los lugareños sobre nutrición y salud, además de brindar servicios médicos. (Foto cortesía de la Asociación de Líderes del Árbol de la Vida de Taoyuan)
La educación sobre nutrición e higiene generales también formaba parte integrante de la misión. “Ese conocimiento es igualmente importante porque aborda los problemas desde su raíz”, indicó Hu Hsin-en, de 18 años. Al descubrir que los lugareños consumían demasiado almidón y pocas proteínas, vitaminas o minerales, los voluntarios —entre los que se encontraba Hu— enfatizaron la importancia de hábitos alimentarios saludables y enseñaron las mejores fuentes de nutrientes necesarios. Para Hu, la experiencia de Nepal fue esclarecedora y le inspiró a dedicar más tiempo y energía a proyectos futuros similares. “La misión me hizo darme cuenta de cuánto queda por hacer para mejorar la vida en otras partes del mundo. Tengo la intención de buscar activamente oportunidades para echar una mano donde sea necesario”, indicó Hu. Gracias al continuo apoyo del Gobierno local de Taoyuan al trabajo voluntario de jóvenes en el extranjero, muchos han seguido lo indicado por Hu. “Vale la pena invertir en ayuda humanitaria”, apuntó Shih del DYA, añadiendo que “patrocinar tales oportunidades beneficia a los voluntarios individuales, a la imagen global de Taiwán y, por supuesto, a las personas que reciben asistencia”.