16/07/2025

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Personajes que dieron esplendor a la cultura china (I)

26/10/1987
Por Mo Sung-nien

El pueblo chino se ha desarrollado a lo largo de cinco milenios, sin solución de continuidad. A pesar de que ha tenido que afrontar muchas dificultades y peligros, sigue creciendo y prosperando. Ello se ha debido a nuestro espíritu nacional, que a través del tiempo, hemos sabido mantener, transmitir y darle mayor esplendor. El factor humano ha sido de capital importancia. Todos los que llevamos sangre china en nuestras venas, debemos preservar, transmitir y promover este espíritu nacional.


El Dr. Sun Yat-sen (1866-1925), conversaba en cierta ocasión, hace 66 años, con un visitante extranjero, quien le preguntó: "¿Cuál es el fundamento para llevar adelante la tarea revolucionaria", respondiéndole él: "Desde tiempos antiquísimos, China ha tenido un conjunto de principios consagrados que han sido transmitidos ininterrumpidamente por medio de Yu, Tang, Wen, Wu y el duque de Chou, desde la época de los emperadores Yao y Shun, hasta la de Confucio. Mis ideas se basan en estos principios tradicionales y aspiran a darle mayor relieve". La raíz del espíritu del pueblo chino está precisamente en ese conjunto de principios consagrados que han resistido la prueba del tiempo.


Una historia de 5.000 años es extraordinariamente larga. La transmisión de la cultura nacional no ha sido una tarea fácil. Felizmente, hace 2.500 años existió Confucio (551-479 a. C.), insigne varón que no sólo fomentó la educación entre el pueblo, rompiendo así con la tradición de que la educación era privilegio exclusivo de las clases nobles, sino que al mismo tiempo viajó sin descanso por todo el país, de reino en reino, para esparcir las simientes de la cultura. Su obra capital consistió en compilar los clásicos de la China antigua, desde el año 3000 hasta el 500 de la era cristiana o sea que revisó los libros de las Odas y de la Historia, fijó el texto de los libros de los Ritos y de la Música, redactó los Anales del Estado de Lu y transmitió a la posteridad el Libro de lo Cambios. Estas son las obras clásicas que han llegado hasta nuestros días, desde que hace 2.500 años, fueron compiladas y revisadas por Confucio.


La esencia de las enseñanzas de Confucio está en su creencia de que todo ser humano está dotado de inteligencia y conciencia moral. Cada uno de nosotros tiene la obligación de desarrollar este aspecto moral de nuestra personalidad y ayudarle a los demás en ese sentido. Si todo el mundo puede desarrollar su conciencia moral, habrá progreso en la sociedad y paz en el mundo. Por eso, si queremos que reine la paz mundial, es preciso que cada uno de nosotros despliegue al máximo este atributo moral de la personalidad.


Confucio concedió capital importancia a la autodidáctica. A los 16 años empezó su vocación por el estudio, que prosiguió con dedicación y sin interrupción, hasta el fin de sus días. Entregado a esta tarea, solía olvidarse de tomar alímentos. Sin embargo, sentía gozo en este quehacer, dejando a un lado las preocupaciones. Nunca se dio cuenta de que los años pasan inexorablemente y con ellos llega la vejez.


La doctrina de Confucio aboga por el imperio de los valores morales. El cultivo de la personalidad, la estabilidad social y el manejo de los asuntos del Estado, debe ajustarse a los principios morales. Debemos seguir una senda moral para buscar la paz del mundo. Confucio creyó firmemente que los principios morales poseen una gran fuerza. Si todo el mundo estuviera convencido de esta verdad, podría desplegarse esta fuerza en beneficio del individuo, de la sociedad, del Estado y del mundo.


En el aspecto político, Confucio tuvo muchas ideas valíosas. A manera de ejemplo me referiré a la conversación sostenida con sus discípulos al pasar por el Estado de Wei. El Maestro hizo hincapié en tres palabras: pueblo, riqueza y educación.


Todo país debe tener una población adecuada, en el sentido de que es necesario que esté de acuerdo con su desarrollo económico. Para que exista un desarrollo económico apropiado y para que el pueblo disfrute de bienestar, es esencial una mejor educación, tanto moral como intelectual. Este punto de vista confuclano constituye la quintaesencia de la filosofía política. Su ideal era "un mundo para todos" y "una confraternidad universal".

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