Noticias de Taiwán
Murió el Tirano Mao Tse-tung
16/09/1976
La "Radio de Peking" y la "Agencia Noticiosa Nueva China" anunciaron simultáneamente la muerte de Mao Tse-tung.
La comunicación oficial de esos dos instrumentos de la propaganda maoísta ocurrió el 10 de este mes a las 4 de la tarde. Según las dos agencias, la muerte ocurrió a la 0,10 hora de ese mismo día.
La demora de 16 horas en un anuncio de esa naturaleza, que sería incomprensible en cualquier país normal del mundo, indica bien a las claras las maniobras febriles de los secuaces más íntimos del tirano para asegurarse de que gente de su confianza se encontrara en los puestos claves al momento de hacer el anuncio.
Al transcender la noticia en la República de China, la reacción más visible en el pueblo fue de regocijo.
Ordinariamente nadie se alegra de la muerte de otro hombre y los espíritus magnánimos perdonan a su enemigo personal ante el umbral de la eternidad.
Pero Mao Tse-tung no fue un malhechor ordinario. Este tirano depravado ha sido la mayor vergüenza y desgracia del pueblo chino en su larga y muchas veces accidentada historia.
En crueldad para con sus compatriotas Mao Tse-tung ha aventajado a los tiranos más feroces y depravados que dejaron rastros sangrientos en el suelo chino. No contento con el asesinato de decenas de millones de chinos, Mao sometió a los 800 millones de habitantes del continente al despojo más sistemático, a la humillación más sostenida.
Nadie escapó a la furia de su persecución. Gobernantes, intelectuales, comerciantes, maestros, obreros, campesinos, soldados, niños inocentes, hasta sus "íntimos camaradas en armas" fueron víctimas de su manía destructora.
Sus sospechas, sus celos, sus envidias, a las que no supo o no quiso poner freno, lo convirtieron en un monstruo que deja a un Nerón o a un Hitler como ángeles de bondad.
Siempre dispuesto al engaño y la traición, Mao asumió para sí la tarea de destruir todo lo que pudiera haber hecho de China un país fuerte, próspero y feliz.
Con su demencia paranoica quiso arrancar de lo más íntimo del ser chino todo lo que es noble y elevado, para substituirlo con su alocada concepción del "hombre maoísta".
Mao se ha levado a la tumba la conciencia de su fracaso. La dictadura brutal puede imponer formas externas de conducta pero en la mayoría de los casos no puede doblegar los espíritus. Testimonio de esto son las frecuentas y amargas quejas de la prensa maoísta ante las constantes manifestaciones de apego del pueblo chino a sus valores y tradiciones. Testimonio es también la fuga constante de cuantos pueden hacerlo, para librarse de ese infierno de represión e imposición. Por varios años ya, la gran mayoría de los fugados han sido jóvenes, nacidos o educados después de la imposición del régimen maoísta en el continente, demostración clara del fracaso de Mao.
Con la muerte del tirano, el régimen maoísta ha caído más profundamente en el tembladeral de sus luchas internas sin fin. Como lo indicó brevemente en Tienanmen, el pueblo ya está harto de sufrir las consecuencias de las ambiciones y extravagancias de los cabecillas maoístas.
La liberación del continente chino se aproxima.