28/04/2025

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La Constitución de la República de China

26/12/1975
Desde su fundación la República de China no ha cesado de sufrir toda clase de embates y contrariedades. A los comienzos y por varios años, la República tomó como guía en busca de su estructuración definitiva a las enseñanzas del Dr. Sun Yat-sen, su Padre y Fundador, encerradas en los varios documentos que el mismo Dr. Sun menciona en su Testamento: "Planes de reconstrucción Nacional", "Pautas de reconstrucción nacional", "Los Tres Principios del Pueblo" y el "Manifiesto de la Primer Convención Nacional del Kuomintang". Al terminar la larga y penosa guerra de resistencia contra el Japón con la rendición del imperio nipón, la República se dió inmediatamente a la tarea de dar forma definitiva a su Carta Magna que la había de ubicar en forma permanente en el ámbito de la constitucionalidad. La Asamblea Nacional, integrada por delegados de todo el pueblo de la nación elegidos por el voto popular en sus distritos respectivos, aprobó el texto de la Constitución el 25 de diciembre de 1946, es decir, a poco más de un año del cese de hostilidades con el Japón. El cáncer interno del comunismo no pudo impedir ese paso hacia la legalidad de la nación. El 1º de enero de 1947, el Gobierno Nacional promulgó oficialmente ese documento, fijando como fecha de su entrada en vigor el 25 de diciembre del mismo año. Fue ya bajo el imperio de esa Constitución y conforme a todos sus preceptos, que Chiang Kai-shek fue elegido Primer Presidente Constitucional de la República en 1948. La Constitución Nacional recibió con reverencia las enseñanzas del Dr. Sun, con mención directa de las mismas en su Preámbulo y en artículos de su cuerpo. Y de ese modo, la República de China sigue teniendo como guía en su derrotero a las sabias y profundamente humanas enseñanzas de su Padre y Fundador. No han sido fáciles los años que siguieron a la promulgación de la Constitución Nacional. La rebelión, ayudada por malhadadas intervenciones extranjeras, se apoderó del continente, sumiendo al país en un infierno de brutalidad y sufrimientos. Como los maoístas, muchos extranjeros pensaron entonces que la República de China había llegado a su ocaso. No contaban con la dedicación inquebrantable del entonces Presidente Chiang Kai-shek y de los chinos que no habían sido sumergidos por el diluvio destructor, a la Carta Magna de la Nación, ni con la savia vigorizante de ese documento. Como fiel discípulo y heredero legítimo del Dr. Sun Yat-sen, el Presidente Chiang insistió en todo momento en el cumplimiento estricto de la Constitución. Ante la situación que enfrentaba al Gobierno Nacional en Taiwan, espíritus apocados o miopes hubieran quizás, echado mano a otros medios. El Presidente Chiang se aferró a las prescripciones constitucionales para superar una dificultad después de la otra. La República de China de hoy, con sus puertas abiertas a todos cuantos quieran venir a observar su realidad presente, es prueba concreta y convincente de la sabiduría amplia y profunda de su Constitución. Con las garras sangrientas del maoísmo procurando dar el zarpazo, ante la incomprensión o indiferencia de muchos que cierran sus ojos para no ver, con el territorio de una isla de tamaño mediano y recursos naturales más bien escasos, con la mayor densidad demográfica del mundo, la República de China ha dado a su pueblo un nivel de vida nunca conocido ni siquiera soñado en ninguna de las provincias del continente y que se diferencia como la luz de las sombras, como el cielo del infierno, de la aterradora realidad del pueblo chino continental bajo la dictadura maoísta. La Constitución garantiza todos los derechos fundamentales del hombre y otros muchos derechos que no son vistos como tales en muchas partes. El altísimo nivel educacional que se ha alcanzado, la capacitación para el trabajo y para la vida, la amplia gama de oportunidades entre las cuales elegir su ocupación y la plena libertad de hacerlo, el derecho a los frutos del trabajo e ingenio propios, con la sola limitación de las contribuciones debidas al bien común, humanamente graduadas para aliviar la carga a los de menos ingresos y hacerla caer sobre los que gozan de la abundancia, el derecho de elegir a sus representantes en la tarea gubernativa y de presentarse ante el electorado reclamando su apoyo para ejercer esas tareas, la libertad de expresar las propias ideas y convicciones, de practicar las propias creencias religiosas, de asociarse con otros para varios fines. Lo que aquí no se permite ni se condona es el crímen. Y en esa categoría cae el comunismo, no por ser representado por tal o cual persona, sino por que es intrínsecamente perverso y como tal, enemigo de la naturaleza humana. La República de China venera y estima su Constitución en la que la sabia combinación de lo antiguo y lo moderno, a través de la síntesis de esos elementos hecha por el Dr. Sun, impulsa a la nación hacia adelante sin desarraigarla de sus tradiciones y virtudes del pasado. Cada año se realizan actos conmemorativos el 25 de diciembre, que es feriado nacional. Los del año en curso tendrán lugar cuando esta edición se encuentre en prensa. Esos actos, como los eruditos estudios de los especialistas, sirven para arrojar mayor luz sobre tal o cual pasaje del Documento. Pero es el trabajo diario de la Nación, gobernantes y gobernados, guiados todos por los preceptos de la Carta Magna, el que proyecta con mayor realismo la imágen fecunda y vital de su contenido. De esa diaria actividad informamos a nuestros lectores dentro de lo permitido por los límites impuestos por la escasa frecuencia de nuestras ediciones y por el reducido espacio de cada una de ellas. Para dar a conocer a nuestros lectores ese documento, comenzamos en otra columna de esta pagina la publicación del texto completo de la Constitución.

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