Lu es dueña y opera el taller Zhanxin Motorbike Co. en el sector de Qishan en la ciudad de Kaohsiung. Nacida en 1969 en la sureña ciudad portuaria, fue otrora piloto de carreras de motocicleta. Lu abrió su primer taller de reparaciones de motocicletas en 2010 en la norteña ciudad de Hsinchu y ahora administra dos instalaciones en su ciudad natal.
“Muchas personas en mi familia son profesionales en las áreas de medicina y farmacia, como doctores y enfermeras, incluyendo mi padre, madre, tío, tía, hermano y hermana. En contraste, a mí nunca me interesó el estudio. Cuando era joven, dejé Kaohsiung para ir a estudiar secundaria en la ciudad de Tainan y después bachillerato en el distrito de Pingtung (ambos en la parte sur de Taiwan). Posteriormente, tuve varios trabajos en la región, como ser administradora de un cibercafé. No fue sino hasta el 2003 cuando las carreras de motocicletas llegaron a ser para mí algo más que un pasatiempo.
Mi carrera deportiva tuvo un despegue algo difícil ese primer año. Cuando estaba compitiendo en un evento a campo traviesa en Tailandia, choqué mi motocicleta y me hice una herida profunda en la pierna. Afortunadamente, no llegó hasta el hueso, pero tuve que usar muletas por seis meses. Me di cuenta de que no tenía suficiente experiencia para ese nivel de competición, así que incrementé mi entrenamiento significativamente. Durante la siguiente década, asistí a 40 competencias tanto a campo traviesa como en carretera, local e internacionalmente, y gané varias medallas de oro, al igual que muchas de plata y bronce.
Hace unos diez años, cuando todavía competía, empecé a aprender cómo construir y reparar motocicletas de mis compañeros pilotos y dueños de talleres. Abrí mi primer taller en Hsinchu en 2010 y me matriculé en más cursos de entrenamiento, alcanzando mi licencia como técnico en motores de inyección de combustible en la Academia Técnica Yamaha. Hsinchu es llamada la ciudad del viento y con buena razón. Me cansé de las constantes ventiscas, así que en 2013 cerré mi negocio y me devolví a mi pueblo natal en Kaohsiung.
(Foto de Huang Chung-hsin)
Qishan es un área rural. Antes de que abriera mi taller allí, los residentes tenían que ir a Tainan o al centro de la ciudad de Kaohsiung solamente para hacer un cambio de aceite. Ahora tengo dos empleados a tiempo completo y uno a medio tiempo en mis dos talleres en el distrito. Cada mes, arreglamos o damos mantenimiento a más de 100 vehículos, desde motonetas (scooters) a motocicletas de alta cilindrada. Nuestros clientes también son muy diversos, desde profesores de escuela a oficiales militares de las bases cercanas. El personal del ejército es uno de los visitantes más frecuentes. Rara vez tienen oportunidad de montar en sus motocicletas y si se deja un vehículo sin atender y expuesto al sol y la lluvia por un par de semanas, probablemente tendrá problemas para arrancarlo.
Mi vida está enlazada al taller, con poco tiempo para cualquier otra cosa. Los clientes pueden solicitar mi ayuda a cualquier hora e inclusive desde lugares lejanos. Los motociclistas tienden a hacer giras los fines de semana y feriados, y si sus vehículos tienen algún problema, nos llamarán para pedir ayuda. Recuerdo a un cliente que me llamó desde Kenting (el parque nacional en Pingtung). Nos tomó cuatro horas manejar hasta allá y transportar la motocicleta de vuelta. En otra ocasión, un estudiante me llamó a la 1 de la mañana. Había ido a ver una película y su scooter se descompuso cuando iba de vuelta a su dormitorio. Era muy tarde, pero no podía dejarlo tirado a un lado de la carretera.
Como mecánica, algunos motociclistas se me quedan viendo con sospecha y puedo verlos murmurando entre dientes: ¿qué puede saber una mujer acerca de este tema? Inclusive algunas veces las personas han comenzado a discutir conmigo y salen de mi taller porque no están de acuerdo con lo que digo. Yo le he dicho a mis clientes que entre más oportunidades tenga, más rápido voy a aprender y seré más competente. Los prejuicios de género todavía existen en esta industria. La gente todavía tiene dudas acerca de la habilidad de una mujer para reparar motocicletas, pero a las mujeres se les debe dar las mismas oportunidades que a los hombres. Las profesionales como yo merecemos respeto.
A los clientes generalmente les sorprende ver a una mujer como dueña de un taller de motocicletas. Las transacciones se vuelven más fáciles cuando se dan cuenta de que soy la dueña y no una empleada. En vez de trabajar para alguien más, he comenzado un negocio por mí misma y convertido mi pasión en una carrera. Estas no son cosas fáciles de lograr. En este campo, siempre hay mucho por aprender debido a la cada vez mayor variedad y complejidad de las motocicletas hechas en Taiwan o en el extranjero. El aprendizaje durante toda la vida es clave en este trabajo y es una de las razones por las que lo amo”.