27/12/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

¿Dónde están los médicos?

01/07/1998

La acupuntura, o el arte de insertar finas agujas en puntos designados del cuerpo para curar enfermedades o aliviar dolores, es una de las terapias de medicina china más antiguas y más extendidas. Data de la prehistoria de China, y muchos creen que fue practicada por el Emperador Amarillo, el legendario ancestro del pueblo chino. La técnica llegó a su madurez durante la dinastía Han (206 a.C. - 220 d.C.) y ha sido popular desde entonces, debido a su relativa facilidad de administración, sus escasos efectos secundarios y sus numerosas aplicaciones.

Probablemente, la mayoría de los chinos sabe muy poco de la historia o de la teoría de la acupuntura, y sin embargo están acostumbrados a ver gente con las finas agujas clavadas en el torso, en la cabeza y hasta en los párpados. De hecho, la acupuntura se ha hecho tan popular y se ha extendido hasta tal punto que muchos extranjeros se interesan ahora por sus usos, y los investigadores médicos occidentales han comenzado a experimentar con ella --algunos porque creen en sus cualidades, y otros porque pretenden explicar sus efectos en términos acordes con la ciencia occidental.

Pero no todas las terapias chinas tradicionales se consideran científicamente válidas en Occidente. Poner tres dedos en la muñeca de alguien para diagnosticar su enfermedad, por ejemplo, tiene poco sentido para la mayoría de los que ejercen la medicina occidental, y decir que la enfermedad ha sido causada por el bloqueo del chi, o «energía vital», es quizás menos aceptable aún. Es comprensible que los occidentales que no ven base científica en la medicina china la rechacen. Pero que el gobierno de la República de China discrimine contra su práctica --una actitud presente en muchas políticas oficiales--, es desde luego un asunto digno de comentario.

Tomemos como ejemplo el seguro de salud: no fue hasta 1975 --25 años después de promulgado-- que el seguro laboral se extendió para cubrir la medicina china. Los funcionarios tuvieron que esperar más aún --30 años, de 1958 a 1988--, para que el seguro especial para los funcionarios públicos cubriera la medicina china. Sólo estas medidas ya supusieron un serio retraso al desarrollo de las instalaciones de la medicina tradicional china.

 

Según el Departamento de Salud (DS) del Yuan Ejecutivo, Taiwan cuenta hoy con setenta y nueve hospitales y más de dos mil clínicas especializadas en medicina china, aproximadamente una décima parte de las instituciones que practican la medicina occidental. El año pasado, sólo un 5% de los pagos efectuados por el seguro de salud correspondieron a tratamientos en medicina china. «En realidad, el Gobierno no considera científica a la medicina china, y por ello piensa que no debería estar cubierta por el seguro médico», asegura Lee I-hung, director de la Policlínica Medios y titulado en medicina china; «no es que la gente no quiera el tratamiento médico chino, pero a la hora de pagar, lo natural es que opten por el occidental, que está cubierto por el seguro».

El bajo estatus dado a la medicina china se pone aún más de manifiesto en el campo de la educación, donde se remonta a 1912, cuando el ministro de Educación prohibió explícitamente el establecimiento de escuelas de medicina china. «Se pensaba que la clave del desarrollo del país era la occidentalización, así que la ciencia occidental moderna era lo único que los estudiantes debían aprender», explica Yun-tson Tsao, jefe de la división de medicina china del Comité de Medicina y Farmacología Chinas del DS; «en lo referente a las políticas gubernamentales, la medicina china fue despreciada oficialmente antes siquiera de haber sido tomada en consideración».

A pesar de ello, la medicina china continuó creciendo, ya que existía la tradición de pasar el arte curativo a la generación posterior mediante programas educativos extraoficiales. La prohibición fue derogada en 1930, pero no fue hasta 1966 que la Escuela Superior Médica de China estableció el primer departamento de medicina china de Taiwan, y hasta 1983 no se inició su programa de posgrado. Este sigue siendo el único centro de la isla donde se pueden adquirir conocimientos de medicina china de forma oficial. Cada año, 120 graduados del programa de siete años y otros cien del programa de posgrado, de cinco años de duración, participan en el examen nacional con la esperanza de conseguir la licencia de doctores de medicina china.

Los aprobados del programa de siete años tienen la posibilidad de convertirse en doctores de medicina occidental mediante otro examen, ya que está incluida en su formación (no así en el caso de los estudiantes de posgrado). Sin embargo, hay truco: el estudiante que pasa ambos exámenes puede decidir ejercer la medicina china o la occidental, pero no ambas.

Los graduados que sólo han estudiado medicina occidental, por otro lado, pueden acumular 45 créditos adicionales en medicina china y después aprobar un examen que les autoriza a practicarla. El propósito de estas reglas es sin duda encomiable: hacer que las medicinas china y occidental se complementen. Los resultados, sin embargo, no han beneficiado a la medicina china, porque los médicos, por lo general, no se quedan en ese campo cuando tienen la oportunidad de conseguir el título de doctores de medicina occidental.

Yun-tson Tsao destaca que, como resultado de años de énfasis del Gobierno en la medicina occidental, estos médicos reciben mejores salarios, disfrutan un mejor estatus, tienen acceso a mejores centros de investigación y más oportunidades de ascenso. «En una clínica de medicina occidental, la gente sabe que puede profundizar en sus conocimientos y construir carreras sólidas», dice Tsao, «pero en medicina china, sabes que tu puesto será el mismo desde que colocas la placa a la puerta de tu casa hasta que te retiras». No sorprende, por tanto, que más del 80% de los graduados universitarios de los departamentos de medicina china escojan ejercer la medicina occidental. Hasta marzo pasado, las últimas cifras disponibles, sólo nueve de los más de doscientos graduados que reunieron los 45 créditos necesarios aprobaron el examen que les capacita para ejercer la medicina china.

 

En varias ocasiones los legisladores, los doctores de medicina occidental y la comunidad que ejerce la medicina china han debatido el establecimiento de más departamentos de medicina china, o incluso de una escuela superior, pero se ha avanzado poco. Yun-tson Tsao explica que, en el pasado, cuando el Ministerio de Educación controlaba los departamentos que cada universidad podía constituir, la excusa permanente para no permitir los de medicina china era la «falta de profesorado cualificado». Pero ahora que cada universidad tiene libertad de decisión, la situación no parece haber mejorado. Cualquier propuesta requiere el visto bueno del profesorado, pero, con la excepción de la Escuela Superior Médica de China, los que deciden provienen inevitablemente de departamentos de medicina occidental. Es un círculo vicioso: como no existen departamentos de medicina china, no se crean otros nuevos. «Con gente así tomando las decisiones importantes, ¿qué probabilidades hay de que se pongan de acuerdo en gastar grandes sumas de dinero para crear un nuevo departamento de medicina china?», se pregunta Tsao retóricamente; «ni siquiera es fácil hacerles discutir el tema».

Tan sólo un tercio de los aproximadamente 3.300 profesionales de la medicina china en Taiwan han recibido formación médica oficial. Es irónico que aquellos que pasan el examen de acceso al departamento de medicina china y dedican siete años a estudiarla no quieran ejercerla después, mientras que aquellos que quieren ejercerla a menudo suspenden ese mismo examen. Para éstos, la única forma de hacer sus sueños realidad es aprobar los exámenes profesionales. Consiguen conocimientos médicos asistiendo a hospitales administrados por familiares o amigos, de forma autodidacta, o con cualquier oportunidad que se les presente, y después tienen que pasar una prueba de aptitud que se convoca cada tres años, seguida de un examen especial para postulantes a doctor de medicina china. Muchas academias ofrecen formación para pasar el examen, pero aprobar es tan difícil como acceder a las facultades de medicina a través de los exámenes de acceso a la universidad, o incluso más, y es muy normal ensayar el mismo examen en los años siguientes.

Frustrados ante las dificultades locales, muchos taiwaneses que pretenden dedicar su carrera a la medicina china vuelven su mirada a China continental. Muchos de los médicos tradicionales chinos de la vieja generación permanecieron allá durante períodos que iban de unas semanas a unos meses. «Era casi una protesta contra el Gobierno», comenta Lee I-hung; «el de aquí no respetaba la medicina china, pero el gobierno continental sí lo hacía: le destinaba recursos y daba la bienvenida a los taiwaneses, así que no parecía haber razón para no intentarlo».

Lee destaca que casi todos estos estudiantes de la vieja generación ya eran doctores titulados de medicina china en Taiwan, de forma que sus viajes a China eran puramente formativos; no se paraban a pensar si el Gobierno convalidaría los créditos estudiados allá. Pero la actitud de los estudiantes que han ido a China continental durante la última década es muy diferente. «Estos jóvenes estudian medicina china porque quieren una parte del mercado local», explica Yun-tson Tsao; «cuando encuentran cerrada la ruta hacia ese mercado, buscan otro camino». La circunvalación parece estar haciéndose más ancha y más corta. Ahora hay pocos impedimentos para los taiwaneses que quieren visitar China continental, y la admisión a una de sus facultades de medicina china es cuestión, pura y simplemente, de dinero. Actualmente, los ciudadanos de la isla que pretenden estudiar en China continental ni siquiera han de comunicarlo al gobierno de Taiwan.

Hay, sin embargo, un serio inconveniente. La realidad política de las relaciones a través del Estrecho ha complicado la tramitación de un proyecto de ley que regiría la convalidación de los títulos obtenidos en China continental, y que por el momento no pasará de proyecto. El Gobierno aún no ha elaborado la lista de los centros continentales de educación superior cuyos títulos reconocería; por el contrario, en cuanto a los estudios de medicina china sí ha anunciado tentativas de convalidar los títulos de posgrado de las escuelas superiores de medicina china de Pekín, Shanghai y Cantón.

Según Tsao, una de las mayores dificultades a la hora de convalidar es la diferencia de ambos sistemas. En China continental los estudios de medicina china son generalmente de cinco años, con otros tres del programa de posgrado. Ambos períodos incluyen unos seis meses de asignaturas «políticas». A causa del menor período escolar y de los diferentes criterios de admisión, los profesionales locales de medicina china proponen que el Gobierno establezca criterios estrictos que comprueben la destreza y el nivel técnico de los conocimientos médicos de los graduados continentales.

A ojos de algunos de los profesionales tradicionales taiwaneses, sin embargo, un período escolar menor no implica necesariamente una educación de inferior calidad. Lee I-hung ha visitado la mayoría de estos centros continentales y piensa que, tanto en calidad como en instalaciones, superan a los de Taiwan. «Las diferentes políticas de ambos gobiernos en cuanto a la educación de la medicina china son la razón de este fenómeno», explica; «mientras China continental ha fundado varias escuelas superiores centradas en este área, en Taiwan todo lo que hay es un departamento --y está en una universidad privada».

Por otro lado, Tsao, que conoce las instalaciones de los centros continentales, cree que la cantidad tampoco implica calidad. Su argumento es que China continental cuenta con mayor número de investigadores debido a su población, mucho mayor, por lo que tienen más posibilidades de conseguir avances médicos. Pero como media, y considerando el desarrollo médico en general, China continental está entre diez y veinte años por detrás de Taiwan en este campo. Tsao comenta que muchos de los profesionales continentales de la medicina china tradicional llegan a profesores gracias a sus contactos políticos, más que a sus logros académicos. «Los mejores doctores continentales son asignados al cuidado de altos funcionarios», afirma, «por lo que no tienen tiempo para enseñar en las escuelas, y de hecho a la mayoría ni siquiera le apetece».

 

Al menos en un asunto hay consenso, y es que los centros continentales ofrecen a los taiwaneses un mejor acceso a los estudios de medicina china. En los últimos cuatro o cinco años, muchos jóvenes han finalizado sus estudios allá y han retornado a la isla. No hay estadísticas oficiales sobre cuántos de ellos han estudiado medicina china, pero Tsao calcula que son entre tres y cinco mil. Aún así, sus títulos continentales aún no han sido reconocidos por el Gobierno, con lo que su experiencia no ha facilitado demasiado su acreditación como profesionales de la medicina china. Para ellos, la regla es la misma que para todos los que no proceden de un centro local de estudio de esta materia: han de pasar la prueba de aptitud y más tarde el examen de cualificación para ser doctores de medicina china.

Quizás sea algo inevitable que algunos comiencen a ejercer antes de aprobar los exámenes. «Es igual que hace unos años, cuando los hospitales locales contrataban a médicos graduados en universidades filipinas, no acreditadas por el Gobierno», recuerda Tsao; «la nueva generación piensa que haber completado unos estudios universitarios de medicina les cualifica para ejercer, tanto si se les reconocen como si no».

Por ahora, el mercado se inclina a favor de tales «desacreditados». La gente acude a doctores ilegales simplemente porque no hay suficientes doctores acreditados de medicina china. Según el último estudio del DS, Taiwan precisa unos 4.600 médicos tradicionales, ó 2,2 por cada 10.000 habitantes. Así las cosas, hay quien se cuestiona si Taiwan podría absorber unos miles de titulados más cuando el Gobierno acepte acreditar a los centros continentales, pero Lee I-hung piensa que la solución está en los mecanismos del mercado. «Desde un punto de vista egoísta, lo mejor para mí sería ser el único doctor de medicina china de Taiwan, de forma que todos los pacientes tuvieran que venir a mí», señala; «pero para el bien del desarrollo de la medicina en general, es mejor que haya más doctores de los que el mercado requiere. La competencia estimula la calidad y elimina a los mediocres».

Pero hoy por hoy, Lee no ve signos de que ni el Gobierno ni los profesionales locales de la medicina china vayan a dejar al mercado tomar las riendas. Cuando se trata de efectividad gubernamental y de estructuras sociales, ni la acupuntura ni la cirugía moderna parecen ser la solución.

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