Yi Jung-chang, de 45 años de edad, indica hacia la nave de hierro que almacena el carbón que solía usarse para cocer los ladrillos, y refiriéndose a la humilde estructura dice que su transformación planificada ha sido uno de los muchos pasos en una travesía de ocho años. Con el fin de desarrollar el potencial turístico de sus hornos de ladrillos en el pueblo de Yuanli, Distrito de Miaoli, él va a gastar más de NT$15 millones (US$476.000) en la conversión de la nave en un edificio de usos múltiples donde los visitantes pueden aprender sobre el arte del tallado de ladrillo y construcción.
Poca gente podría imaginarse tomando café, mientras observa a obreros apilando ladrillos con una chimenea humeando en el fondo; pero las ideas de Yi deberían tomarse en serio porque —él está cambiando lentamente la manera cómo una comunidad se ve a sí misma. Con estudios en comercio internacional, él se hizo cargo de mala gana, de la fábrica de ladrillos de su padre, hace 18 años. En lo absoluto se trataba de un trabajo fácil, él tuvo que superar un déficit de NT$20 millones (US$700.000) sin muchas ideas de dónde comenzar.
La industria como un todo se ha convertido en algo del pasado. Según Yi, en la actualidad, hay alrededor de 45 hornos de ladrillos en Taiwan, en comparación con los alrededor de 1.000 que habían en la era de apogeo de la industria. Como la mayoría de otros sectores manufactureros que producen en masa grandes cantidades de artículos, se ha vuelto una industria crepuscular.
En detrimento de la industria, se cree extensamente que ésta coadyuva a la destrucción del medio ambiente. Yi tuvo que encarar las protestas de los agricultores de arroz, quienes atribuían a sus hornos la baja producción de sus cosechas. Además, los ladrillos se han vuelto menos populares porque otros materiales de construcción resultan más prácticos —por ejemplo, se emplea menos tiempo en construir edificios de concreto. La falta de mano de obra es otro asunto, ya que cada vez menos gente está dispuesta a hacer el arenisco trabajo manual diario, que requieren los hornos.
La presión de cambiar la suerte del negocio de su padre lo llevó a trabajar arduamente. El cambió las técnicas administrativas de la compañía y atendió cada detalle posible para mantener el negocio a flote. El déficit se redujo a NT$6 millones (US$227.000) un año después de haberse hecho cargo de los hornos.
El ladrillo solía utilizarse para construir edificios en épocas pasadas. En la foto: El antiguo consulado británico en Danshuei, Distrito de Taipei.
Hoy, el negocio de Yi ya no provoca protestas. El instaló filtros de humo y ofreció compensación a los protestantes por sus pérdidas. Ahora el negocio produce ganancias, y es la única fábrica de ladrillos que todavía funciona en Yuanli. “No fui más listo que los operadores anteriores. Sólo fui más dedicado y no me di por vencido”, dice.
A medida que la fábrica de Yi fue recuperándose, él comenzó a pensar en maneras de revitalizar aún más su negocio, y la industria como un todo. Yi cree que la industria tiene un futuro. El cita el estudio japonés sobre la durabilidad de varios materiales de construcción para ilustrar su punto de vista: Los edificios construidos con madera y cemento pueden durar 22 y 50 años respectivamente, una estructura de ladrillo puede mantenerse intacta, si está bien diseñada, durante más de 130 años. Algunas importantes estructuras históricas en la isla, agrega —El Palacio Presidencial en Taipei, y el Fuerte Santo Domingo en Danshuei, por ejemplo— son evidencias de la habilidad de los ladrillos de aguantar el paso del tiempo.
En comparación con otros materiales, los ladrillos se comportan igualmente bien ante la absorción de calor o resistencia de incendios, según Huang Chun-shi, quien dicta clases en el Departamento de Diseño Espacial en la Universidad Da Yeh.
En 1999 un sismo de gran intensidad sacudió Taiwan, y más de 2.400 personas perdieron sus vidas. Los críticos de la industria de la construcción atribuyeron el alto número de decesos a la débil integridad estructural de los edificios hechos con ladrillos. Como consecuencia, las fábricas de ladrillos fueron cerrando una tras otra. Sin embargo, los edificios construidos con concreto reforzado también colapsaron, dice Huang, ocasionando más muertes que los de ladrillos.
Aparte de sus usos prácticos, las estructuras de ladrillo poseen una atracción nostálgica y estética, por haber sido más comunes en el pasado. “Son una vívida invocación de una era pasada”, dice Huang.
Yi dice que la tecnología ha renovado las fuerzas de la industria. Este desarrollo y su experiencia como jefe del directorio de la asociación de fábricas de ladrillos en Miaoli en 1996, le instaron a buscar maneras para que la industria fuera más viable. En 1996 él también cooperó con el Instituto de Investigaciones de Tecnología Industrial (ITRI, siglas en inglés) en un proyecto para desarrollar un nuevo tipo de ladrillo fabricado con materiales de desperdicio, aunque todavía no ha sido producido en masa, parcialmente debido a las reglamentaciones incompletas en cuanto al desecho de materiales de desperdicio. Alrededor de la misma época, un concepto aún más significativo comenzó a inundar los pensamientos de Yi; él deseaba desarrollar una identidad distinta para la comunidad de Shanjiao, donde se hallaba su fábrica de ladrillos, para que los ciudadanos de Yuanli pudieran beneficiarse con la atracción de turistas de toda la isla.
El trabajo en las fábricas de ladrillo era arduo y pesado, pero hoy día el ambiente de trabajo y la fabricación de ladrillos han experimentado muchas mejoras.
Según Yi, Yuanli solía ser el pueblo más grande en Miaoli, pero poco a poco se convirtió en un lugar callado y vacío a medida que los jóvenes se trasladaban a ciudades más grandes en búsqueda de oportunidades de trabajo prometedoras. “Oía con frecuencia a la gente mayor cuando decían sobre la época prospera del pueblo, pero que eso era historia ahora”, dice él. Con una inversión a largo plazo en Yuanli, Yi decidió hacer algo por la comunidad.
La historia de éxito de Sanyi, un pueblo vecino en Miaoli, animó a Yi a tratar de revigorizar Yuanli (Yi es nativo de Taichung). Sanyi es famosa por su tradición del tallado de madera, y los residentes de la comunidad promueven su pueblo mediante festivales del tallado que se celebran anualmente. En 1998, Yi organizó una reunión en Yuanli para hablarles a los residentes sobre su idea de revivir su comunidad. “Cuando comparé Yuanli con Sanyi, la gente rápidamente apoyó mi idea de hacer algunos cambios a su pueblo natal”.
Yi buscó consejo de extranjeros, y en 1997 Yi invitó a venir a Taiwan a Sukemasa Kaneko, un investigador de construcción con ladrillos de Japón. Maizuru, una ciudad en el centro de Japón, que sirve de ejemplo de cómo preservar los edificios construidos con ladrillos, Kaneko demostró cómo una industria antigua puede estimular la moral de una comunidad.
Un concepto pionero raro atrae poca atención seria. Casi ninguno de los operadores de fábricas de ladrillo en Taiwan estaba interesado en la iniciativa de Yi, porque, según ellos dicen, no podían ver cómo la promoción de una identidad cultural, podría beneficiar al pueblo. Su padre no le apoyó al principio, pidiéndole que se concentrara en sus deberes de operar el negocio existente.
Sin embargo, la determinación de Yi atrajo la atención del Gobierno. El Consejo para los Asuntos Culturales, que está dedicado a promover las comunidades alrededor de la isla, le brindó asistencia para completar un museo de ladrillos. El museo abrió sus puertas al público el pasado septiembre. En 2003, la fábrica de Yi fue elegida por el Buró para el Desarrollo Industrial del Ministerio de Economía, como una “fábrica turística” —valiosa para el desarrollo turístico. Ese honor la hizo acreedora de asistencia del ITRI, que ofrecía consejo sobre diseño para establecer un ambiente favorable para los turistas. A finales del año, él registró su fábrica como una marca.
El tallado de ladrillos es uno de los atractivos para los turistas que vienen de visita a la fábrica de Yi Jung-chang.
“Obtener ganancias del turismo no es nuestra meta final”, dice Vincent Yang, del ITRI. “Nuestro verdadero propósito es animar a las fábricas turísticas a tener sus propias marcas y promoverlas”.
Hoy, los hornos de Yi son algo más que una simple fábrica; se han convertido en un sitio turístico con un paisaje basado en ladrillos, donde los visitantes pueden aprender sobre el tallado y la construcción con ladrillos. “Además, ha sido bueno para nosotros, los trabajadores”, dice Chang Chi-ping, quien ha trabajado allí durante casi 30 años. “El trabajo en los hornos tradicionales es aburrido y sucio, pero ahora nuestro trabajo ha cambiado y nuestro ambiente ha mejorado mucho”.
“He escuchado de varios cursos de artesanías, pero el tallado de ladrillo es realmente especial”, dice Bonita Wu, quien visitó la fábrica de Yi junto con sus colegas de Taichung en mayo pasado. Ella pasó tres horas aprendiendo a tallar sobre ladrillos junto a los artesanos, y logró tallar un ladrillo como un recuerdo antes de escuchar la historia de la industria en Taiwan. Wu también hizo una gira con guía alrededor de los hornos, que llevaba a los participantes a través del proceso de fabricación de ladrillos.
Yi dice ahora que él procura satisfacer las necesidades de la fábrica y los turistas, sus responsabilidades han hecho que el trabajo sea más desafiante. Pero la ganancia de la recién desarrollada división de turismo, contribuyó a por lo menos un por ciento de las ganancias del año pasado. “El porcentaje va en aumento”, dice Yi. “Hasta cierto punto alivia la presión de aquellos que se oponen a la transformación de la fábrica”.
Aunque son escépticos, durante los últimos dos años, siete operadores de fábricas de ladrillos han visitado a Yi, para estudiar el potencial del proyecto. A lo mejor, ellos siguen dudosos acerca de sus objetivos, pero gracias a su insistencia, sus competidores están por lo menos pensando en una nueva dirección, y un posible enlace entre la fábrica de ladrillos y el café.