El té es considerado la bebida de Asia, pero el café está consumiéndose cada vez más -incluso en el área conocida por sus cultivos de té, tales como el Pueblo de Kukeng en el centro de Taiwan.
En Kukeng, del distrito de Yunlin -una aldea de montaña de 35.000 habitantes- el cultivo principal es el té oolong. En los caminos tortuosos de la aldea se observan templos donde los ancianos se sientan a degustar el brebaje local, y en las viviendas familiares, los huéspedes son recibidos con una taza. Pero más aldeanos bebedores de té comparten sus paisajes de montaña con los turistas de la ciudad, quienes con valentía conducen en medio del tráfico para relajarse en cualquiera de las alrededor de 50 cafeterías, que han surgido en los últimos dos años- algunas con hermosos patios y jardines, y amplias vistas.
Y como si no fuera bastante raro según los estándares taiwaneses, Kukeng ha llevado la fiebre del café un paso más allá, y ahora está cultivando su propio café.
Hsieh Shu-ya, jefa de la oficina del municipio, dice que Kukeng es “el pueblo natal del café de Taiwan”, indicando que el café tiene realmente una conexión histórica con el pueblo.
Pero, ella dice que cuando se hizo cargo del municipio en 1998, el legado del café de ese pueblo resultó ser una gran sorpresa. “Cuando me dijeron sobre esto... no podía esperar para compartir mi asombro”.
Hsieh no es la única en haber olvidado la historia del cultivo del café en Taiwan; de hecho, la historia parece haberse perdido totalmente si no hubiera sido por los esfuerzos de un hombre: Chang Lai-en.
Un gran partidario de la revolución del café en Kukeng, los esfuerzos de Chang para labrar el terreno a fin de sembrar café fueron ignorados por sus vecinos durante años. Pero, el recuerdo de cómo su padre trabajó arduamente en una pequeña plantación de café, hizo que Chang se propusiera a imitarlo, y aprendió todo lo que pudo sobre el cultivo de café en los años ochenta. Un día, se dijo a sí mismo, que su pueblo volvería a recuperar su antiguo nombre, “Montaña del café”.
Shen Chen-ying posee posadas en Kukeng, Aquí, su madre prepara una taza de café para un huésped.
El origen de ese nombre inverosímil se remonta a la llegada de los holandeses, quienes trajeron el café arábica de Africa cuando colonizaron la isla en 1624, y destinaron varias hectáreas de lo que ahora es el pueblo de Kukeng al cultivo de café. Dos siglos y medio después, las fortunas del café del pueblo fueron revividas por los japoneses, quienes colonizaron Taiwan entre 1895 y 1945. Los japoneses importaron variedades de café brasileño, y convirtieron granjas públicas en alrededor de 300 hectáreas de cafetales.
Sin embargo, cuando Chang comenzó a revivir las fortunas del café de Kukeng en los años ochenta, los días gloriosos del pueblo eran un recuerdo lejano. El enfrentó altos costos, cuando trató de plantar variedades mejoradas de café y conservar el ambiente con el empleo de fertilizante orgánico. Y en la mayor parte de la primera década en este negocio, los prospectos de Chang no fueron nada prometedores ni provechosos. Eso comenzó a cambiar a medida que Taiwan se despertó al sabor del café en los años noventa. Entre tanto, Chang empezó a involucrarse más en el negocio del café como un proceso -desde los campos hasta el mercado- hasta crear su propia marca comercial, BAR-DEN Café.
Hoy, el cambio es casi total. Chang opera 12 tiendas en cadena de cafetería en toda la isla, incluyendo una sucursal en Taipei, y dice que él está haciendo mucho más que simplemente vendiendo café. “Estoy vendiendo cultura de café, y quiero venderla a aquellos que les importa la calidad”.
Después de rechazar los esfuerzos de Chang durante años, el éxito que tiene hoy día, ha traído buenas noticias para sus paisanos de Kukeng. La era del café de Taiwan terminó en 1949, cuando el Gobierno de la República de China se trasladó a la isla, y las tierras cultivables fueron cedidas a agricultores individuales bajo las reformas agrarias del Kuomintang. En esa época, muchos agricultores en Kukeng cortaron los cafetales y plantaron areca y árboles frutales. Cuando en los años setenta, la fiebre del té oolong arrasó en Taiwan, los agricultores de Kukeng sembraron té, que ahora se cultiva entre 400 y 500 hectáreas.
El café puede haber llegado como una alternativa, no demasiado tarde. Kukeng no es el ambiente más fácil para que un agricultor se gane la vida, como lo afirman los residentes locales. En invierno, las tormentas de polvo son un problema, y el terreno es altamente salino. Además, el pueblo fue afectado seriamente por el sismo del 21 de septiembre en 1999, y el tifón Nari en 2000, los que causaron deslizamientos masivos, que dañaron severamente las tierras cultivables del pueblo.
Las viviendas campestres para turistas de Shen Chen-ying.
Asimismo, los precios en el mercado del té han estado decayendo bajo el impacto de importaciones más baratas, tras la entrada de Taiwan a la Organización Mundial del Comercio en enero de 2002. Se suman a la letanía de problemas, el hecho de que el mercado de la areca se ha estado reduciendo, debido a las campañas de Gobierno sobre la relación que puede tener el uso de la areca con el cáncer bucal, y es fácil ver que Chang tiene razón de sentirse orgulloso de sí mismo por insistir en su meta obsesiva de convertir nuevamente a Kukeng en un centro de producción de café.
Wu Yung-kun, presidente de la Asociación de Desarrollo Comunitario Huashan de Kukeng, admite que el café se ha convertido en la mejor esperanza del pueblo. “Kukeng, con su pobre economía y población que envejece, ha estado a la deriva”, dice, y agrega que la gente aunó esfuerzos después del terremoto y el tifón, y que el potencial mercado para el café, uno de los principales productos del área durante la era colonial japonesa, recibió nuevamente la atención. “Decidimos que la agricultura tradicional debía transformarse en agricultura recreativa, o mejor dicho, agroturismo”, dice Wu. “El café parecía encuadrar”.
Sin embargo, como lo admite también Wu, el café tenía sus oponentes en Kukeng. Por un lado, dice él, muchos de los vecinos preguntaban por qué alguien querría manejar varias horas a una aldea montañosa por una taza de café. No era una pregunta irrazonable, la asociación pensó aliviar los temores de la gente mediante el patrocinio de exhibiciones de viaje, cursos relacionados con la plantación de café y las operaciones de cafeterías, restaurantes, y posadas, así como de cocina, uso de computadoras, y turismo, en cooperación con el Buró de Conservación de Agua y Suelo del Consejo de Agricultura, y la Administración para Formación Vocacional y Empleo, del Consejo para los Asuntos Laborales.
El café de Kukeng posee ahora un lugar en los estantes de los supermercados en toda la isla.
Entre tanto, el Gobierno del Distrito de Yunlin, y la Oficina del Municipio de Kukeng organizaron en octubre pasado el “Festival del Café de Taiwan”. Las actividades durante el evento de un mes de duración incluyeron la investigación de los granos de café, demostraciones de la preparación de café, degustación de café, competencias de diseño de empaque, presentaciones de arte y cultura, y exhibiciones de productos y paseos a las granjas.
“Queríamos usar este festival para reclamar nuestra posición como el pueblo natal del café taiwanés”, dice Hsieh, para quien el evento fue un éxito. Gracias a la amplia propaganda, faltó poco para que Kukeng se convirtiera en una palabra cotidiana, lo que atrajo tanto a consumidores como inversionistas. A un costo de NT$3 millones (US$90.900), los organizadores afirman que generó ganancias de más de NT$200 millones (US$6 millones), y el café de Kukeng logró ocupar un espacio en los estantes de los supermercados en toda la isla. Ahora, en Kukeng, los cultivos de café abarcan 100 hectáreas y continúan expandiéndose.
Pequeña sorpresa, cuando, según Wu, el cultivo del café puede potencialmente generar el triple de los ingresos derivados del té. Y no solamente es el café mismo un gran negocio, agrega Hsieh, sino que una vez que la oficina reconstruya la reputación de Kukeng como la capital del café de Taiwan, las fortunas del pueblo también recibirán un impulso de los ingresos procedentes del turismo que comenzará a venir como resultado.
“En la promoción de la industria local del café, esperamos reunir nuestros recursos y encontrar una buena posición”, dice ella. “Claro, queremos que los visitantes compren nuestro café gourmet, pero también queremos que disfruten del aire fresco, las montañas verdes, ríos limpios, ecología variada y la sencillez de la vida rural”.
Muchas cafeterías locales están ubicadas en lugares con vistas panorámicas.
Wu está de acuerdo, razonando que Kukeng puede también compensar sus relativamente pequeños niveles de producción de café con un producto de calidad que los turistas y consumidores pueden saborear.
“No podemos competir con los productores de café de América del Sur en términos de volumen de producción, pero podemos emplear nuestras técnicas avanzadas de cultivo para ofrecer productos de calidad”, dice. Wu espera que el café dé lugar a una nueva era para Kukeng.
Los turistas que vienen a Kukeng, dice él, cuentan ahora con opciones entre el café y el té, así como “el regocijo de la vida rural”.
Entre tanto, para Chang, el hombre que dio inicio a la revolución silenciosa en las colinas cultivadas de té oolong en el centro de Taiwan, existe un sentido satisfacción al haber -después de años de esfuerzos- ayudado a la debilitada economía de este pueblo a ponerse nuevamente de pie.
¿Arrepentimientos? Para Chang sólo hay uno: que tantos taiwaneses no estén aún al tanto de que no sólo el café puede también ser “Hecho en Taiwan”, sino que cada sorbo es tan bueno como el de las variedades importadas que beben en las cafeterías de moda en las ciudades de la isla.