El pequeño callejón conduce a un área verde escondida en el interior de una creciente ciudad que ha reflejado su reciente desarrollo a través de sus altas edificaciones. La localidad misma de la mencionada sub-estación va muy al tanto con la labor que desempeña: investigar en torno a las posibilidades de mantener un alto grado de productividad agrícola en un ambiente de cultivos cada vez más reducido como ocurre en el área de Taiwan. Con una población de más de 19 millones de habitantes, una extensión territorial de sólo 36.000 kilómetros cuadrados y con sólo una cuarta parte de su territorio cultivable, Taiwan se ha convertido en el segundo lugar más densamente poblado del mundo. Esta inevitable realidad presenta serios retos, aparte de la mera presión poblacional. La necesidad de autosuficiencia agrícola entra en aparente contradicción con la rápida industrialización que ha tenido la República de China en las últimas décadas.
El director de la sub-estación, Tong-huei Hsu nos manifiesta que ese es precisamente el principal enfoque de su trabajo. En los últimos años, la nación ha tenido una sostenida sobreproducción de arroz y los controles que existen en el mercado internacional de granos han obligado a tener que ver como se dañan grandes cantidades de arroz almacenados en los silos. El agricultor chino siempre ha estado muy familiarizado con el cultivo del arroz, especialmente en el sur de China. Ahora, con la mecanización de la agricultura, la producción de este cultivo tradicional ha aumentado notablemente. Sin embargo, los cambios en los hábitos culinarios de la población en Taiwan disminuyen cada vez más la demanda por el arroz. Consecuentemente, el cultivo del arroz resulta poco rentable.
Cambiar el modo de trabajo y las cosechas al agricultor resulta siempre ser una misión un tanto difícil. El agricultor está acostumbrado a ciertos cultivos y conoce su comercialización, estando por lo tanto muy renuente a probar con otros cultivos que desconoce.
El objetivo de la sub-estación de Sanchung es precisamente tratar de introducir nuevas especies de cultivos que sean economicamente más rentables, o sea que tengan un mayor valor agregado en su comercialización. Esto es muy apto para el área de Taiwan, dada la escasa cantidad de terrenos cultivables disponibles y los cambios que se sienten en los hábitos culinarios de su población.
En el pasado, la dieta del ciudadano chino en Taiwan consistía principalmente en mucho arroz, un tanto de verduras y escasas proteínas. En actualidad, como beneficio del alto grado de industrialización, la anuencia en su población permite una dieta no sólo más balanceada sino que inclusive más exigente que antes.
Las recientes preocupaciones en torno a un mejor estado de salud, las dietas macrobióticas, el énfasis en los alimentos naturales y el interés por mantener una silueta más atractiva se han generalizado también en los últimos años en Taiwan. Las demandas por más y mejores verduras han acelerado la introducción de especies hasta ahora pocos conocidas en el país.
Todas estas inquietudes han sido tomadas por la sub-estación de Sanchung como problemas a ser resueltos en la forma más rápida y eficiente.
Para empezar, nos indica Hsu, es menester demostrarle al agricultor que el cultivo de una determinada especie, tal vez ya conocida por él, es realmente rentable. La solución debe llegar a la raíz del problema. Y en este caso, es el intermediario. Tradicionalmente, el agricultor procuraba evitarse problemas vendiéndole su cosecha al intermediario a precios muy bajos.
Muestras de perfumes extraídos de flores locales.
El intermediario a su vez, revendía a los vendedores al detal de los puestos de verduras en los mercados públicos. La diferencia entre el costo original de la cosecha y el precio que pagaba el consumidor era asombrosa. Por ejemplo, el agricultor recibía NT$9.00 por kilo de col china y en el mercado público, el consumidor pagaba NT$30.00. La diferencia surge obviamente de la acción realizada por los intermediarios.
Hace un par de años, Hsu puso en marcha un atrevido y novedoso plan para la comercialización de verduras en Taipei. Su idea consistía en convencer al agricultor a hacer una pequeña operación de procesado de su cosecha e indicarle a dónde podría llevar su cosecha y obtener mejores precios.
En el mercado público tradicional, siempre es notorio lo sucio y desordenado que resultan ser los puestos de venta. El vendedor arranca y arroja al suelo las sobras y partes dañadas de las verduras, el público las pisa y todo se convierte en una repugnante vista.
La idea de Hsu es evitar ese desorden mediante un procesado en el campo mismo. Al cosechar las verduras, el agricultor arranca y recorta las mismas y las empaca individualmente. Un trabajo sencillo y que requiere poca inversión inicial, pero que da beneficios multiples. Ahora, el agricultor llega directamente a cualquiera de los supermercados que anuncian la venta de verduras frescas y limpias, y sabe con certeza que le pagarán NT$27.00 por cada kilo de col china. Las partes sobrantes, que anteriormente eran desperdicios, ahora sirven como constituyente de un preparado orgánico que servirá de abono natural.
Otro aspecto que preocupa cada vez más al consumidor es la cantidad de residuos de pesticidas que quedan en las verduras. El nivel de residuos tóxicos en verduras y frutas ha alcanzado proporciones alarmantes en los últimos años.
La sub-estación de Sanchung le ha encontrado una solución bastanta práctica al problema: la instalación de invernaderos sencillos. Unas sencillas estructuras de varillas de acero y tela plástica sobre los cultivos traen beneficios que no se calculaban. En primer lugar, evita tener que rociar con pesticidas los cultivos. En campo abierto, es necesario hacer de tres a cuatro rociados con pesticidas antes que las verduras hayan crecido lo suficiente para comercializarlas. Consecuentemente, los residuos persisten a menos que se laven las verduras varias veces en agua limpia. Bajo una sencilla capa de plástico, sólo basta un rociado inicial. La capa mantiene alejados a los insectos perjudiciales.
La floricultura es otra importante rama de las investigaciones.
Además, como las lluvias no caen directamente sobre el suelo dentro de los invernaderos, es poca la erosión y el arrastre de los nutrientes de la tierra por las lluvias. En consecuencia, el agricultor ahorra en sus costos de producción, ya que utiliza menos insecticidas y abonos. Y el público consumidor obtiene verduras más frescas, baratas y no contaminadas. Hsu ha hecho estudios que revelan que el agricultor ahorra un promedio del 60% de gastos en insecticidas.
Actualmente, la sub-estación está diseñando un modelo económico de estructuras para armar un invernadero sencillo que estaría al alcance de cualquier pequeño agricultor. El invernadero también permite la posibilidad de cultivar especies durante todo el año. En el norte de Taiwan, por ejemplo, sólo era posible cultivar espinacas en los meses de invierno, ya que la gran precipitación pluvial no permitía el crecimiento de las mismas. Ahora, con los invernaderos, es posible cosechar durante todo el año.
Por otra parte, el uso de los invernaderos permite un mejor control de las temperaturas, lo que posibilita el cultivo de especies que no son aptas para las condiciones climáticas propias de la región. Especies anteriormente consideradas como exóticas, como la alcachofa, ahora son fácilmente cultivables en pequeños huertos. Esto ha traído a la vez una baja considerable en los precios de las mismas, que eran anteriormente importadas.
Actualmente, la sub-estación de Sanchung de la Estación de mejoramiento agrícola del distrito de Taoyuan, está haciendo estudios sobre medios de control natural de temperaturas dentro de los invernaderos. Los estudios incluyen experimentos con capas plásticas de diversos materiales sintéticos, así como la posibilidad de conectar un sistema de rociado en el techo para enfriar el invernadero.
La sub-estación no sólo se preocupa de obtener mejores beneficios al agricultor, sino que también procura cuidar los intereses del consumidor. Para eso, ha creado un sistema de inspección de las verduras y frutas que por su recomendación se han comercializado. Periódicamente, la sub-estación conduce una recolección de muestras de los productos que se expenden en los supermercados para analizarlos y conocer exactamente cuál es su contenido de residuos de insecticidas u otros contaminantes.
Otra área de interés para dicha sub-estación es la floricultura y las industria afines que puedan derivarse. Así, se han introducido muchas nuevas variedades de flores y se hacen experimentos para mejorar las existentes. También se conducen estudios sobre la extracción de perfumes de llores que son cultivadas localmente. Dichos estudios han dado resultados muy alentadores y se trata ahora de divulgar estas nuevas experiencias.
En pocas palabras, nos resume Tong-huei Hsu, el interés de este centro de investigación es lograr crear el concepto que los huertos no deben ser necesariamente grandes para que sean rentables. Inclusive un pequeño jardín detrás de la casa puede resultar productivo, si se conoce como trabajarlo. □