A pesar de los cabellos dorados de la Barbie y su distintiva, si bien diminuta figura, el pueblo de Taishan, en el distrito de Taipei, se considera a sí mismo como la ciudad natal de la famosa muñeca. Por ello, tal y como lo merece este celebrado ejemplo de la cultura popular estadounidense de los años cincuenta, se ha construido un museo dedicado a honrar a Barbie, una muñeca que por dos décadas fue producida en Taishan. Asimismo, este museo se utiliza para mostrar varias otras muñecas y juguetes hechos en esta ciudad, que fue otrora un importante centro de manufactura.
El Museo de Muñecas está situado en el cuarto piso de la Sala de Vida Cultural Local de Taishan. El salón a la entrada está cubierto con fotografías que registran la historia de la ciudad, especialmente en lo que concierne a la fábrica de esta muñeca. En 1967, Mattel Ltd. formó una empresa a riesgo compartido con la compañía taiwanesa Huahsia Plastics con el propósito de comenzar a producir estas muñecas. La planta se cerró definitivamente en 1987 después de que Mattel anunciara que trasladaría sus operaciones a China e Indonesia.
La fábrica empleaba a más de dos mil personas que hacían cada parte individual de las muñecas de Barbie, desde los cuerpos moldeados de plástico y cloruro de polivinilo, hasta el empaquetado final. Habían otras fábricas más pequeñas en ciudades vecinas y en otros distritos. Durante su mayor apogeo, Mattel empleó a más de ocho mil personas en Taiwan. Los ex empleados, algunos de los cuales se les pidió su opinión acerca de este museo, sienten nostalgia al hablar de los días de gloria de su trabajo en la fábrica principal para Barbie de Mattel.
No sorprende que los ex empleados sientan emociones tan fuertes al describir los felices recuerdos que guardan. Para los locales, la fábrica de Mattel era mucho más que un simple lugar de trabajo. Era un foco de la jovialidad y entusiasmo en la comunidad. Además, contribuyó al crecimiento de Taishan, de una aldea campesina a una ciudad semi-industrial.
Muchos empleados en la fábrica de Mattel en Taishan comenzaron a trabajar allí a los 17 ó 18 años de edad y permanecieron en la misma hasta que cerró sus puertas en 1987. Todos los acontecimientos más importantes de sus vidas, tales como bodas, compra de casa y crianza de los niños, transcurrieron mientras eran empleados en la fábrica. Mucha gente conoció y se enamoró de sus cónyuges en la fábrica mientras trabajaban juntos ensamblando a Barbie y a Ken. Muchos más se movilizaron desde ciudades vecinas debido a las excelentes oportunidades de trabajo proporcionadas por la fábrica.
Otro grupo de empleados estaba compuesto por estudiantes de las escuelas subvencionadas por Mattel. Estos graduados de colegios secundarios provenían del sur de Taiwan, donde terminaron sus estudios gracias a los trabajos de medio tiempo con Mattel. Las amas de casa también trabajaron en la fábrica, logrando ingresos más altos que sus maridos campesinos, en lo que se llamó localmente como el fenómeno de Mattel.
Durante la planificación del museo, los organizadores entrevistaron a muchos ex empleados de la fábrica y les invitaron a que narraran las experiencias que tuvieron allí. Estas historias se pueden leer en el museo.
"¿Quién puede decirle no a Barbie?", pregunta una mujer local que trabajó en la línea de ensamblaje. Ella explicó que en el pasado, era común que ocasionalmente los trabajadores intentaran pasar de contrabando una muñeca o dos fuera de la fábrica. De hecho, esta acción tenía algo de sentido si bien acarreaba un riesgo calculado. Los trabajadores con un cierto grado de antigüedad ganaban alrededor de 30 dólares estadounidenses al mes, mientras que cada muñeca se vendía en el extranjero en cerca de 35 dólares estadounidenses.
Los empleados y los guardias de seguridad que fueron contratados finalmente por la gerencia jugaban al gato y al ratón a la hora de tratar de pasar las muñecas de contrabando. Por ejemplo, la gente tomaba primero los brazos o piernas de Barbie, y se las llevaban a casa ocultas entre su ropa interior. Después de unos días y bastantes piezas pasadas de contrabando, se podía armar una muñeca completa en casa. Otros pasaban secretamente las muñecas enteras dentro de sus pantalones campana. Después de todo, eran los años setenta. Se consideraba este acto menos que un robo y más como una forma de acelerar el comercio.
Naturalmente, si se agarraba a alguno de los empleados robando, éste era despedido inmediatamente, pero se consideraban raros a aquéllos que ni siquiera lo intentaban. Hoy, los ex empleados miran atrás a esa experiencia con una sonrisa nostálgica.
Una de las muñecas más preciosas de la colección de Barbie del museo fue hecha en 1966. La Barbie de ojos azules y cabello dorado lleva un vestido blanco que parece un traje de bodas, y está de pie junto a su novio de tantos años, Ken. A diferencia de las costumbres en el cortejo taiwanés, esta Barbie es mayor que su media naranja, ya que el muñeco de Ken en cuestión fue ensamblado en 1968. Las dos muñecas fueron donadas al museo por los ex empleados de Mattel. En total, hay 400 muñecas Barbie en exhibición en el museo, cada una con un vestido diferente.
Una usa un conjunto inspirado por los lirios cala, mientras que otra luce un uniforme tipo fatiga del ejército. Algunas de las Barbie están vestidas con los trajes tradicionales de las tribus aborígenes de Taiwan, mientras que otras llevan ropa hecha al estilo del empaquetado de una marca de chocolates famosa. Una muñeca desafortunada tiene que usar un bikini hecho con cáscaras de maní. Irónicamente, algunas de las muñecas se visten como empleados en la fábrica de Mattel. A diferencia de la mayoría de las fábricas, Mattel cambiaba el diseño de sus uniformes más o menos cada año.
El museo permitió recientemente que algunas de sus muñecas fueran puestas en exhibición en el lobby de la boutique del Hotel Howard Plaza en Taipei. El evento mostró a la muñeca vestida con las galas de diseñadores famosos en Taiwan. Las Barbie se vistieron con trajes para fiesta, para nadar, hacer ejercicio, trabajar con su uniforme en la fábrica y hasta para combatir con sus fatigas del ejército. Las muñecas fueron vendidas en casi 88 dólares estadounidenses cada una, y cerca de 17 mil dólares fueron recaudados como donación para una caridad local. Otra exposición similar se llevó a cabo el mes pasado. Barbie lució trajes diseñados por los ex empleados de Mattel, quienes obviamente sentían gran atracción por este personaje.
El Museo de Muñecas emprendió recientemente un proyecto inspirado por un búnker construido durante el período colonial japonés (1895-1945). En el proyecto, llamado "muchacha del ejército de Taishan", se exhibieron muñecas Barbie vestidas con uniformes militares. Al mismo tiempo, se llevó a cabo una competencia en Internet, en la cual la gente podía presentar sus propias sugerencias para los vestidos de Barbie.
El museo comenzó a promoverse con otra competencia en la cual los escolares locales diseñaron ropa para la Barbie. Algunas muñecas en la colección del museo están vestidas con las originales e innovadoras creaciones de moda que resultaron de esta competencia.
Otro proyecto en desarrollo es la celebración del Día de la Hija de Taishan, creando de hecho una nueva tradición inspirada por la costumbre japonesa de Hinamatsuri, o el festival de las muchachas. El festival japonés se lleva a cabo en marzo de cada año. La gente ruega por la felicidad y el crecimiento de las muchachas jóvenes, quienes celebran exhibiendo las muñecas, y dándoles flores del melocotero y dulces de arroz glutinoso. Es una derivación japonesa de una tradición china antigua de transferir su pecado a una muñeca y después hacer que esa muñeca flote a la deriva en un río.
Los visitantes al Museo de Muñecas de Taishan pueden comprar materiales para confeccionar ropa para su muñeca y los accesorios que hacen juego.
Traducido del Taiwan Journal por Silvia Villalobos