Durante siglos, Tíbet ha estado oculto detrás de un velo de misterio debido a su remota localidad en un amplio altiplano rodeado por las escarpadas cordilleras de los Montes Himalaya y Kunlun.
Aislado en su hogar de tierras altas a 3.000 metros sobre el nivel del mar, el pueblo tibetano ha desarrollado su propio lenguaje oral, escritura y coloridas costumbres desde tiempos remotos.
Pero en las décadas recientes, el Tíbet ha saltado a la atención internacional como resultado de los viajes del Dalai Lama para promover los derechos humanos y la hermandad entre todas las sociedades.
En vista de los trascendentales viajes del líder espiritual tibetano, la gente en los otros países del mundo ha desarrollado una fascinación por la profunda religión y la magnífica expresión artística de su tierra natal.
Obviamente, Taiwan no es una excepción. De hecho, el budismo tibetano está disfrutando actualmente de un aumento en su popularidad en la isla, a medida que más residentes de Taiwan abrazan dicha religión. El entusiasmo local por la devoción budista llegó a su cúspide en marzo del presente año, cuando el Dalai Lama realizó su primera visita a Taiwan.
Aparte de desatar una pasión sin precedentes por el budismo, el viaje por el dios viviente tibetano también ha despertado un penetrante interés en Taiwan por los objetos artísticos y culturales del altiplano.
Para mantener este creciente interés, la Asociación del Tíbet y el Museo de Taiwan copatrocinaron recientemente una exhibición de obras artísticas tibetanas. En dicha exhibición se mostró una amplia gama de objetos culturales tibetanos, incluyendo adornos de vestuario, pinturas, iconos budistas, objetos ceremoniales, jofainas, jarrones, cucharones y cuchillos.
"Esperamos que la exhibición aumente en los residentes de Taiwan el aprecio por la hermosura y solemnidad de la cultura tibetana", dijo Chueh-an Tzu-jen, presidente de la Asociación del Tíbet.
Según Chueh-an, quien es también miembro de la Comisión para Asuntos Mongoles y Tibetanos de la República de China, el budismo fue introducido en el Tíbet por primera vez en el siglo VI.
En un gesto para mantener buenas relaciones, la corte imperial china durante la dinastía Tang (618-917) envió a la princesa Wen-cheng al Tíbet como esposa del rey tibetano. Como la princesa era una devota budista, ella llevó consigo sus escrituras religiosas.
Las escrituras sagradas fueron posteriormente traducidas al tibetano, lo que ayudó a que los estudios budistas echasen raíces allí.
La escuela Vjarayana del budismo, conocida también como la secta Diamante de Un Vehículo, se desarrolló en India en el siglo IX. Posteriormente, esta forma de budismo se expandió al Tíbet donde se convirtió en una mezcla del hinduismo y los elementos folklóricos tibetanos. Hoy, la secta religiosa generalizada es conocida como budismo tibetano.
El budismo tibetano hace énfasis en las prácticas tántricas y las enseñanzas de Buda.
Antes de que un monje tibetano pueda convertirse en un maestro calificado, él debe pasar por un entrenamiento y rígidas pruebas. El debe estudiar las enseñanzas budistas durante 18 años y seguir los detallados preceptos que gobiernan las rutinas diarias de los monjes por otros seis años.
El budismo tibetano no solamente involucra la adoración de una variedad de deidades, sino que también requiere de una dedicación a la celebración de complejos rituales que encierran una amplia gama de disciplinas.
"En todo el mundo, no existe otra religión que sea devota a tantas deidades y use un tal caleidoscopio de objetos rituales como el budismo tibetano", dice Chueh-an.
Entre los objetos rituales que se mostraron en la exhibición estaban un juego de vajras, conocidos también como bastones de diamante, y campanas vajras. Los lamas generalmente sostienen en sus manos estos dos tipos de objetos cuando cantan los mantras budistas.
También estuvo en exhibición una pequeña estructura en forma de torre que sirve como repositorio de las reliquias sagradas de lamas fallecidos. Según Chueh-an, este objeto ceremonial es generalmente llevado por un monje budista durante las procesiones para que sirva de amuleto con el fin de ahuyentar los malos espíritus.
En la cultura tibetana, los rosarios están confeccionados de piedras hermosas y finamente pulidas, y se usan tanto como ornamento de uso diario como para recitar las escrituras. Los tibetanos valoran esas piedras coloridas, ya que son naturales. Las piedras se usan típicamente como un talismán que protege a su dueño.
Los tibetanos honran los huesos de monjes venerables, y con frecuencia los usan para hacer objetos sagrados para propósitos ceremoniales. Los rosarios hechos con tales huesos son indispensables para ejecutar rituales tántricos.
"Los rosarios de hueso deben ser llevados en cinco diferentes partes del cuerpo del devoto: la cabeza, las orejas, el cuello, los brazos y la cintura", explica Chueh-an.
"Esas cinco áreas son importantes debido a que cada una simboliza el ciclo de la reencarnación y la iluminación budista. También existen reglas que regulan el número de cuentas en cada rosario", añade.
En el arte tibetano, el thangka es el objeto más conocido. El término se refiere a los rollos tibetanos donde se pintan los iconos budistas.
El origen de las pinturas thangka se remonta al siglo XII. "Las pinturas se popularizaron entre los monjes tibetanos debido a que eran convenientes para llevarlas durante las misiones para promover el budismo en tierras lejanas", dice Chueh-an.
Por lo general, un thangka se dibuja sobre papel de seda. Sin embargo, aquellos tejidos en la forma de brocados, bordados, tapetes o encajes son considerados los más valiosos.
El budismo que se practica hoy día en el Tíbet mantiene estrictas reglas para la creación de las pinturas thangka. "Cada icono en esas pinturas tiene un tamaño, situación y color adecuados", indica Chueh-an.
"Para cuadros de gran tamaño, generalmente le toma al artista varios meses para completar la meticulosa obra", añade.
Pero las pinturas thangka enfocan más que simples iconos budistas. Esas obras de arte muestran con frecuencia imágenes asociadas con la historia, medicina, astronomía y las costumbres diarias tibetanas.
"Las pinturas thangka tienen una profunda influencia sobre toda la sociedad tibetana. Desde los lamas de alta jerarquía hasta las personas famosas y la gente común, cada tibetano posee una para propósitos religiosos, conmemorativos o de otra índole", dice Chueh-an.
En cuanto a la comida tibetana, en la sociedad del altiplano se usa con frecuencia un tipo especial de mantequilla hecha con la leche del yak o buey almizclero. Una bebida popular en la meseta del Tíbet es un té que usa este tipo de mantequilla.
La exhibición contó con una mantequera tibetana usada para hacer este tipo de té especial. Primero, los tibetanos cuecen un ladrillo de hojas de té hasta lograr cierta consistencia y luego vierten la sustancia en la mantequera de madera. Como paso final, se añaden los otros ingredientes y se bate firmemente la mezcla con una larga barra de madera.
La cebada es el cultivo más importante en el Tíbet. Después de secarla al sol, se fríe, se muele en polvo y se le agrega mantequilla para hacer tsampa, la comida principal de los tibetanos.
Los tibetanos también usan la cebada para hacer un vino agridulce. La bebida, con un 15% de contenido alcohólico, juega un papel importante en los festivales y ceremonias religiosas tibetanas.
Traducido por Luis M. Chong L. de The Free China Journal.