Con gran perplejidad entraron en la aldea, pero no pudieron hallar ni rastro de su casa. Le preguntaron a dos viejos de barba blanca que estaban Sentados en el prado, en dónde estaba la casa de Liu Chen y Yuan Chao. Los dos viejos respondieron: "Liu Chen y Yuan Chao eran nuestros antepasados Somos descendientes de su séptima generación. ¿Cómo es que vosotros, jovencitos habláis de ellos en forma tan familiar? "
Esta respuesta los confundió más aun porque ¿cómo dos hombres jóvenes pueden tener siete generaciones de descendientes? Tal vez la liebre blanca que saltaba a la entrada de la gruta de los duendes representara las estaciones y la tarde que habían pasado en la cueva había durado por tanto, 400 ó 500 años. Cuando los dos niños oyeron las palabras de los ancianos, dijeron: "Pero ¡ si nosotros somos Liu Chen y Yuan Chao!" Esto molestó tanto a los ancianos, que sus barbas se movieron violentamente de un lado para otro; llamaron a dos jóvenes, que vinieron y zurraron a los dos muchachos.
"¡Pequeños sinvergüenzas!" -gritaron- "¿ cómo os atrevéis a molestar a los ancianos!"
Los muchachos huyeron de vuelta a la caverna, pero las puertas se hallaban firmemente cerradas. Entonces se acordaron de sus canas, pero no pudieron recordar donde las habían dejado. No se atrevieron a regresar otra vez, por temor de que la gente los apaleara de nuevo. Llamaron una y otra vez, pero no encontraron respuesta y en su desesperación se golpearon las cabezas contra la pared y murieron.
El Emperador del Cielo sintió piedad de su triste destino, por lo que nombró a Liu Chen dios de la buena suerte y a Yuan Chao dios de la mala suerte.
* Las montañas Tien Tai se alzan en la región de Chekiang y fueron elegidas especialmente por los primeros budistas, para erigir sobre ellas sus monasterios.(c) Miraguano Ediciones Hermosilla 104,28009 Madrid