26/12/2024

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Botellitas de rapé, lujos del pasado

06/10/1992
A los nobles y aristócratas chinos no sólo les gustaba el rapé sino también competir en quién tenía el recipiente más hermoso. En las botellitas se plasmó el arte de la época.
Cuando Colón conoció el tabaco en América, impulsó sin querer la afición europea y china por el rapé, junto con la creación de hermosos y delicados envases que hoy son apreciadas reliquias.

Miniaturas delicadas y artísticas usadas por los chinos desde que los portugueses empezaron a traer grandes cantidades de tabaco a estas tierras, las botellitas chinas de rapé son símbolos del refinamiento y los gustos de otras épocas.

Como tales, se han convertido en artículos de colección, ya que aspirar ese polvo hecho con tabaco está absolutamente pasado de moda -porque deteriora el olfato-. Es cosa de buscar y saber apreciar los diminutos recipientes. Hay desde copias graciosas que no cuestan más que unas cuantas monedas hasta verdaderas reliquias cuyo precio puede ascender hasta unos 40 mil dólares estadounidenses.

Según historiadores chinos, fue el jesuita italiano Mateo Ricci quien introdujo el rapé en China durante la Dinastía Ming, cuando reinaba el Emperador Sheng Tsong de la era Wan Li (1572-1620). La costumbre de aspirar ese polvillo se había extendido por Europa desde que Cristóbal Colón aprendió el uso del tabaco en Cuba. Al establecer su colonia en Macao, los marinos lusos crearon también una sede para el comercio de ese producto.

Empieza una moda

Diversos pueblos americanos tenían ya por costumbre aspirar rapé. Este era un polvo fino obtenido por fermentación de hojas de tabaco para destruir la nicotina y desarrollar ácido acético, así como otras sustancias, que le daban su gusto picante y aroma característicos.

El uso aristocrático le agregó mezclas aromáticas, tales como menta, alcanfor, jazmín y esencia de rosas para hacerlo más agradable. Una cantidad pequeña se ponía sobre el pulgar para inhalarla por la nariz o saborearla entre las encías.

A los nobles chinos les gustó la exótica costumbre y la adoptaron con la creencia de que el rapé tenía propiedades curativas, especialmente en casos de resfrío, gripe y asma.

Pero las cajitas planas de bronce, peltre, cuerno o madera que para ese objeto usaban los europeos no fueron consideradas por los chinos como envases adecuados. Optaron, en cambio, por ocupar las pequeñas botellas que hasta entonces habían contenido medicinas.

Eran los días del florecimiento artístico y mucho de él empezó a plasmarse en las miniaturas. Los miembros de la corte imperial, establecida en Pekín, gozaban comparando y admirando las botellitas que, en su mayoría, cabían en la palma de la mano.

Las primeras fueron hechas de vidrio. Pero pronto aparecieron otras de marfil, jade, bambú, coral, plata y oro, esmaltadas al estilo cioisonné o pintadas con laca. También se les agregaron piedras preciosas y semipreciosas, como cuarzo, lapislázuli, turmalina, malaquita, aguamarina, turquesa, jadeíta, rubí, ágata, ámbar, ónix y, también, semillas talladas y cáscaras secas de clementina.

Sobre los ornamentados trajes, era una necesidad llevar la más hermosa botellita dentro de un pequeño saco atado a la cintura o colgado del cuello.

Y así como hoy la gente acostumbra a ofrecerse un cigarrillo o un caramelo, los nobles y aristócratas de entonces mostraban su amistad compartiendo tabaco en polvo en elegantes envases. Además, no faltaba quien compitiera en la posesión del más delicado diseño y artesanía en su tabaquera.

Después de Ricci, otros visitantes trajeron rapé de la más alta calidad, al que por esos días se llamaba "polvo del pato de la cabeza verde" o "polvo volador". Se sabe que con frecuencia los occidentales daban este obsequio como tributo al Emperador Kang Hsi (1622-1723). Pero el soberano, incapaz de ocuparlo todo por sí mismo, compartía buena parte de su regalo con los cortesanos y ministros.

Una cuchara

Posteriormente, el más ilustre Emperador de la Dinastía Ching, Chien Lung (1736-1796) consideró que sería útil agregar una pequeña cuchara, atada a la tapa de cada botella, para medir el polvillo, ponerlo sobre el pulgar y aspirarlo.

Los manchúes llegaron al hábito de tener botellitas para cada estación del año o en combinación con sus trajes favoritos. En el verano eran populares las hechas de bambú, caparazón de tortuga o pintadas con laca; en otoño, marfil y laca; en invierno, jade y porcelana; y en primavera, vidrio y ágata.

Como si la talla, la aplicación de piedras y el esmalte no fueran suficientes, los artistas de la época crearon una nueva técnica conocida como "pintura por dentro". En ella se debía usar un pincel muy fino o una astilla de bambú para hacer figuras o paisajes en el interior de recipientes de cristal. Es un arte que no se ha perdido. De hecho, sorprendentes ejemplos de maestría y calidad en este estilo se producen en Taiwan en la actualidad.

 

Botellitas de las más diversas formas y materiales forman parte de la colección imperial, expuesta en el Museo Nacional del Palacio.

El más cercano consejero de Chien Lung, Ho Shen, fue un gran coleccionista de botellitas de rapé. Llegó a tener 2.300 ejemplares de la más extraordinaria belleza y originalidad. Se cree que contribuyeron a alimentar su afición los cientos de aspirantes a cargos o posiciones en el gobierno, interesados en que Ho usara su influencia para beneficiarlos. Pero, a la muerte de Chien Lung, Ho cayó en desgracia con su hijo, el Emperador Chia Ching, quien ordenó su ejecución. Lamentablemente, los historiadores no dicen qué pasó con sus pertenencias.

Es posible que uno que otro ejemplar se encuentre ahora en exhibición en el Museo Nacional del Palacio de Taipei, donde son expuestas en forma permanente 290 botellitas de rapé de la colección imperial.

Aquí hay varios ejemplos de "pintura por dentro", además de otros de figuras caprichosas, como una berenjena, un racimo de uvas hecho en turquesa y diminutas ramitas de bambú, fabricadas no con ese material sino con porcelana. En algunos de estos envases aún pueden verse residuos de rapé. De modo que la evocación de aquellos días de lujo es inevitable.

Los portugueses vendían el tabaco en su colonia de Macao.

La idea de mantener una cucharita adherida a la tapa fue del Emperador Chien Lung.

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