Un día Lu Tung-ping* se disfrazó de mendigo cojo que arrastraba lastimosamente una pierna llena de llagas, con el fin de poner a prueba a un hombre que durante diez anos había estado esforzándose para hacerse inmortal.
Llegó cojeando a la cabana del asceta y gritó: Siento un gran dolor en el pie.¡ Ayúdame, anciano, ayúdame! Cuando el asceta lo escuchó, salió de la cabana, pero casi se desvaneció ante el espantoso aspecto del mendigo. ¿ Necesitas mi ayuda?, le preguntó. ¿Quieres comida, ropa o acaso dinero Sólo tienes que decirme lo que necesitas y te lo daré. No soy tacaño. ¡ No! ¡ No!, dijo el mendigo. Bien. Entoces, ¿qué es lo que quieres? Pídeme lo que sea, dijo el santo. Anciano, si pudieras poner tus labios sobre mi pierna y sacarme la pus de la herida, sé que se curaría al instante. He rezado a los dioses y en un sueno ellos me han dicho que solamente tú puedes curarme.
El asceta frunció el entrecejo y se preguntó si sería capaz de hacer algo tan repugnante, preguntándole: ¿Soy yo el único hombre que puede salvarte? En mi sueno los dioses dijeron que tú eras el único hombre, respondió el mendigo. El asceta se quedó dudando, pero al final dijo: Una vida humana vale tanto como mil monedas de oro. Lo intentaré. A lo que el mendigo dijo: Siempre he estado en deuda contigo. Habiendo tomado ya la decisión, el asceta se arrodilló y lamió completamente la herida. Cuando términó, la pierna estaba completamente curada y poco después, el mendigo había desaparecido. El asceta supo entonces que había recibido la visita de un inmortal, por lo que se arrodilló, pronunciando una plegaria de agradecimiento.
Al dia siguiente el asceta ascendió al cielo convertido en inmortal. Allí pudo agradecer a su benefactor que le hubiera hecho posible obtener la santidad.
* Lu Tung-pin es uno de los Ocho Inmortales. Vivió aproximadamente en el año 750 de nuestra era y dícese que aprendió directamente el Taoísmo de Chung-li Chuan, el Príncipe de los Inmortales.
(c) Miraguano Ediciones Hermosilla 104.28009 Madrid