El jade siempre ha sido para los chinos un importante objeto de arte. En épocas neolíticas fue usado como un indicio de rango por la nobleza. En la dinastía Han fue usado como objeto de ritual, reservado para el Emperador.
Las obras en jade de la dinastía Ching, fueron resultado de miles de anos de desarrollo técnico y artístico. Existen dos variedades de jade: nefrita o jade suave y jadeíta o jade duro. En su estado puro, ambos son blancos, siendo la presencia de minerales adicionales lo que da lugar a la amplia variedad de colores que son posibles en él: gris, negro, rojo-rojizo-café, lavanda y azul-negro.
Como dato muy interesante para la mayoría de la historia china, el jade chino ha sido importado. La nefrita de jade llegó de fuentes del Asia occidental. La jadeita fue traída a China en cantidades apreciables, a partir de mediados del siglo XVIII, ha biéndose originado en Burma. Actualmente el jade se produce tanto en Taiwan como en Yuannan.
Las características usuales del jade de la dinastía Ching, fueron que las piezas eran grandes y simétricas. El jade muestra un sentido de orden, gran detalle y una ejecución exquisita, siendo estas las cualidades que se exigían durante el imperio Chingo Debido a esta demanda por el jade en todas formas, las obras de jade en la dinastía Ching, alcanzaron un alto nivel de artesanía.
La afición del emperador Chien Lung (1736-1795) por el jade hizo que coleccionara muchas piezas de jade del occidente del Asia y las guardara en estuches de exhibición construidos especialmente para él, habiendo sido conocidos como jade del Indostán.
Siempre se ha creído que el jade tiene propiedades que apartan lo malo y atraen lo bueno. En cierta oportunidad, los intelectuales usaron pequeños ornamentos de jade que retintiniaban y este sonido impedía que lo malo pudiese penetrar en sus mentes. Todavía hoy en día, muchas personas usan ornamentos de jade, con la idea de que al tener un accidente, el ornamento de jade habrá de quebrarse antes que sus huesos.