El mes de los espíritus se celebra el decimoquinto día de la séptima luna del calendario lunar, constituyendo un especial acontecimiento para los seguidores de Buda y Lao-tse.
Origenes
Un libro clásico budista, señala que cuando Sakyamuni (una de las encarnaciones de Buda) predicó por primera vez el Budismo en la India, tuvo dos discípulos, siendo uno de ellos Mu Lien. Un día, mientras visitaba el cielo, se encontró con el espíritu de su padre. El espíritu le imploró que salvara a su madre que sufría en el infierno.
Mu Lien descendió al infierno y encontró a su madre con un grupo de fantasmas hambrientos, sin poder comer ni beber. En seguida le ofreció un tazón de arroz, pero cuando su madre lo tocó, se convirtió en carbón ardiente.
Mu Lien, impotente, solicitó la ayuda de su maestro Sakyamuni, quien le dijo: "El pecado de tu madre es tan grande, que tu sola fuerza no puede salvarla. Invita a 100.000 monjes y prepara toda clase de ofrendas para suplicar misericordia al cielo". Tras superar innumerables dificultades, Mu Lien cumplió las instrucciones de su maestro. Después, los budistas empezaron a celebrar ceremonias religiosas por las almas de sus padres.
Esta historia fue traducida al chino durante la dinastía Chin del Oeste, tras la introducción del Budismo en China, siendo muy difundida durante las dinastías Sui y Tang.
Otra leyenda relacionada con este festival, se basa en la famosa novela El Mono. En cierta ocasión, el emperador Tai-tsung de la dinastía Tang, soñó que visitó el infierno y que todos los fantasmas condenados le suplicaron su ayuda. Cuando despertó, ordenó al monje San-Tsarig que consiguiera un conjunto de sutras budistas de la India y celebró un gran servicio religioso de 49 días de duración, por las afligidas almas, rogando que regresaran al género humano, tras seis samsara (eras) .
Según una creencia popular de Taiwan, la puerta del infierno se abre en la madrugada del 10. de julio de cada año lunar, permitiendo que las almas condenadas visiten sus hogares y a sus descendientes y compartan con ellos los alimentos del mundo de los vivos, concluyendo el 30 del mismo mes, cuando deben regresar al infierno antes que la puerta se cierre.
Algunas almas se olvidan del tiempo y no pueden regresar, por lo que tienen que vagar por este mundo. Para propiciar a estos espíritus sin hogar y por temor a que los propios antepasados vaguen desamparados, es costumbre china celebrar una gran ceremonia religiosa cada 15 de julio del calendario lunar, cuando se preparan toda clase de ofrendas: vegetales, frutas, carne, pasteles, arroz y vino, como una muestra de bienvenida y atención.
Costumbres
En la víspera del mes de los espíritus se ata a un palo colocado en el patio de los templos, un farolillo redondo de papel. Por las noches se encienden los farolillos, para guiar a los espíritus que vagan perdidos por el mundo. Se cree que cuanto más alto sea este palo, más almas verán la luz.
Los farollillos flotantes, constituyen otra costumbre que tiene por finalidad evitar que la gente se ahogue. Se dice que quienes se han ahogado, se ven confinados en una prisión de agua durante todo el año, a menos que encuentren una víctima que los sustituya. El Misericordioso Buda no podía soportar la situación de los sustitutos y ordenó a los templos que lanzaran a las aguas relucientes farolillos, para saludar a los espíritus de los ahogados y ayudarles a aliviar su amargura.
Por lo general la celebración de esta ceremonia era mayor en el sur de China que en el norte, dado que al sur del río Yangtze existen más pantanos y ríos y en consecuencia más espíritus de ahogados. La gente del norte prefería hacer sus farolillos en forma de flores de loto, que se cree es el pedestal de Sakyamuni y protege del mal. En Pekín, algunos templos hacían estos farolillos con hojas de loto.
En Taiwan, la mayoría de farolillos de papel tienen forma deocasas, las que se mantienen a flote sobre hojas de plátano, teniendo una vela en su interior. Generalmente la ceremcnia se inicia al atardecer. Los participantes en la procesión llevan un farolillo encendido, mientras se dirigen en fila hacia el río y cuando el sacerdote empieza a cantar sutras, se sueltan uno tras otro, los farolillos.
Cuando las autoridades japonesas controlaron la isla, durante los años de la guerra prohibieron esta ceremonia, por lo que se perdieron muchos seguidores. Actualmente sólo las ciudades de Keelung, Hsinpu y los pueblos cercanos a Taoyuan han revivido esta ceremonia.