En China, la época más oscura y fría del año es avivada por la fiesta más exquisita y gozosa de todas: el Año Nuevo Chino. Ante todo, es una celebración familiar y todo el mundo retorna a casa para la festividad.
Pero, la fecha tiene otras originalidades. Veamos:
Al comienzo del duodécimo mes del calendario lunar, las casas son arregladas totalmente a fin de borrar cualquier suciedad, con lo cual -se dice desde tiempos antiguos- se alejarán los espíritus nocivos que pudieran hallarse escondidos en cualquier esquina oscura del recinto.
Tradición
Según la tradición, el día octavo del mes es cuando Sakyamuni creyó haber obtenido todos los favores de Buda. Entonces, para conmemorar este evento especial se come una mezcla de arroz, con frutas, cacahuetes, semillas de loto y otros ingredientes tal como se usaba hace miles de años. En el 16º día del último mes, los comerciantes hacen sus balances y agradecen a los dioses por un año próspero. Hasta los clientes se adhieren pagando las deudas.
Otra especie de contabilidad tiene lugar los dias 23 y 24, cuando se honra al Dios de la Cocina. La leyenda dice que él -Tsao Chun- vuelve al cielo a informar al Emperador Jade cómo se ha portado la familia durante el año que termina. Observando desde una imagen, generalmente sobre la hornilla, este "espía del cielo" ha estado pendiente de la casa durante todo el tiempo transcurrido.
En la víspera de Año Nuevo, su retrato es quitado de la pared. Algunas veces su imagen se remoja en vino o se le ofrecen variedades de dulces, para que todo cuanto diga sea dulce también. La imagen es quemada junto con dinero dibujado en papel para ayudar al dios en el viaje, mientras que algún forraje se incinera con el fin de alimentar a su "caballo divino". Y el dios se va entre el ruido ensordecedor de los triquitraques. Su regreso solo puede ocurrir hasta el día 30 o aún más tarde. Libre de la vista del Dios de la Cocina, la familia puede respirar más tranquilamente.
Símbolos
Antes de llegar el Año Nuevo Lunar la casa se decora ricamente, sobre todo con color rojo, y adornos en caligrafía. El contenido de estas cintas en papel puede reflejar la actividad que desempeña el dueño de casa (desear la prosperidad para un comerciante, por ejemplo), o simplemente la expresión de mejores deseos ("suerte", "alegría", "primavera", etc.) o, finalmente, un verso que demuestre felicidad, colocado a un lado de la puerta.
La puerta misma puede ser empastada con imágenes de dioses imaginarios. Esta práctica se deriva de la Dinastía Tang:
Estaba gravemente enfermo el Emperador Tai Tsung y se quejaba que, durante la noche, su dormitorio había sido invadido por demonios. Entonces, dos de sus generales hicieron guardia frente a la puerta, fuertemente armados, para espantar a los posibles interruptores. El Emperador pasó una noche pacífica y, agradecido, ordenó colocar retratos de sus dos guardias en la pared. Al parecer, las imágenes tuvieron el mismo efecto que las personas en sí.
Los símbolos favoritos de esta época del año -un murciélago, una urraca, una botella y una silla de montar- se pegan junto con otras decoraciones y son, en la actualidad, retruécanos visuales. Por ejemplo: la palabra fu tiene igual sonido que la palabra felicidad. Algo más: un cuadro de tres cabras u ovejas, pronunciado san yang, sugiere grandes cosas para el futuro.
Ya el día 30 del duodécimo mes, las familias chinas se unen para el banquete de la víspera de Año Nuevo. La cena, tradicionalmente, es precedida por una breve ceremonia: los hijos se inclinan frente a las lápidas de sus antepasados, en el salón principal, para agradecer su herencia y pedir mayor responsabilidad en el futuro.
El año que llega
Inmediatamente después de la cena en algunas casas, alrededor de la 1 a.m., el Dios de la Cocina vuelve. Y es bien venido con pólvora, té, dulces y frutas, y un nuevo cuadro con su imagen es pegado en la pared.
Pero a las doce en punto, todas las aldeas y barrios hacen estallar fuegos artificiales porque con la llegada del nuevo año llegan los dioses de la Riqueza, la Fortuna, la longevidad. Descienden en diferentes direcciones a la Tierra. Los fuegos artificiales continúan esporádicamente hasta el amanecer.
El primer desayuno de Año Nuevo, entonces, se convierte en otra comida muy importante, toda vez que pronostica la cantidad de alimento que la familia va a disfrutar durante el año que comienza. Y aún platos ordinarios reciben nombres exóticos para denotar la prosperidad y buena fortuna.
Una festividad que se prolonga
Tras el desayuno de Año Nuevo, todo el mundo se viste con ropa nueva y se realizan visitas entre los parientes, El saludo es "kung hsi fa tsai! " que se traduciría como "felicitaciones y mejores deseos! ", acompañado de una ligera inclinación, con las manos estrechadas formalmente. Los niños, especialmente, aguardan a los visitantes ya que estos, por costumbre, les entregan sobres rojos con dinero contante.
Las diversiones de Año Nuevo alcanzan su auge el día 15, con el Festival de los Faroles cuando miles de estos son encendidos para realizar procesiones casi fantásticas. Su origen tiene más de mil años, cuando el budismo llegó a China. La gente creía en aquel tiempo que los fantasmas podrían ser vistos en la noche de la primera luna llena del año, si el cielo era claro. Y para hacerlo más claro aún, se prendían las antorchas. Actualmente, con la evocación de esta tradición culminan las festividades y las gentes se preparan para -nuevamente- tratar de cumplir con los propósitos fuijados para el año que comienza.