Noticias de Taiwán
Literatura: Chang Lao (I)
06/05/1975
Nadie sabe de donde vino ni cual era el verdadero nombre de Chang Lao (Nota: Lao significa "viejo". En este uso, siguiendo al apellido, indica respeto y deferencia) Los habitantes de Luho lo habían conocido siempre como un pobre jardinero que vivía en la misma calle que un funcionario retirado llamado Wei Shu.
Un día Chang Lao oyó que una casamentera había sido invitada a la casa de Wei Shu. Sabiendo de qué se trataba, esperó a la casamentera en la esquina próxima. Cuando ella salió de la casa de Wei y llegó a la esquina, la saludó cortésmente "Como está? ". "Muy bien, gracias". "Querría venir a cenar conmigo? Esta noche he preparado algunos platos especiales". "Es usted muy amable, pero debo regresar a casa; se está haciendo tarde". "Todavía es temprano. Y sentiría mucho si usted rechazara mi invitación, porque he preparado esos platos especialmente para usted. Además, tengo algo importante que consultarle".
La casamentera no pudo eludir la invitación y lo siguió; por otra parte, qué le era más grato que hacer parejas felices y ser invitada a una buena copa?
"Es verdad que mi vecino el señor Wei se dispone a casar a su hija y le ha encargado a usted buscarle su consorte?", preguntó Chang Lao mientras la invitaba a beber.
"Si, precisamente me invitó a su casa para eso".
"Porqué no me deja a mí ser el afortunado? ", dijo Chang Lao con una gran sonrisa. "Aunque no soy más que un jardinero, soy laborioso y gano suficiente para la vida".
Los ojos de la casamentera se abrieron de sorpresa. "Qué - dijo sin poder creer lo que había oído - Usted quiere pedir la mano de esa niña? Está usted borracho o ha perdido la razón? Cómo puede pensar que la hija de una familia de tal posición se quiera casar con un jardinero? Aunque el señor Wei se haya retirado de su posición en Yangchow y no tenga la misma fortuna que antes, goza todavía de su prestigio y del respeto de la sociedad. Me encomendó el matrimonio a mí porque sabe que puedo encontrar el hombre ideal para su hija. Cree usted que puedo ir y decirle que he elegido un vulgar jardinero para ser su yerno? Es usted muy tonto si piensa que una copa de vino me impulsará a hacer lo que considero impropio."
Con esas enérgicas palabras la casamentera se retiró con gran ira. Pero Chang Lao no se desanimó. Sin perder la esperanza la visitó varias veces pidiendo su ayuda.
Con gran constancia imploró "Por favor, hable al señor Wei de mí. Le agradeceré su bondad aunque no tenga éxito. Me daré entonces por satisfecho con mi suerte."
Chang Lao había vivido en el vecindario de Wei Shu desde que éste se había retirado de su posición y se había establecido allí con su familia. Sea que hubiera visto a la hija de Wei o que hubiera oído hablar de su belleza y virtud, lo cierto es que se habia decidido a pedir su mano.
Cansada finalmente ante la insistencia de Chang Lao, la casamentera fue a ver a Wei Shu, aunque con mucho desgano. Como lo había esperado, Wei Shu se puso furioso al oir tal propuesta. "Es su intención insultarme?" gritó. "Debo dar mi hija a un inculto jardinero sólo porque mi fortuna disminuye? Puedo disculparlo a él por tal ilusión, pero cómo puede usted, que me conoce bien a mí y a mi familia, venirme con tal absurdo? Los Wei son una gran familia. Cree usted que mis parientes podrán tolerar tal desgracia? "
"Calmese, por favor, señor" se disculpó la casamentera. "Bien sabía yo que no era posible y me negué a venir. Pero Chang Lao insistió en que hablara con usted. Me dijo que se daría por satisfecho aunque su respuesta fuera un NO! ".
"No? Desde luego que no", exclamó Wei Shu. "Dígale que si puede traerme en uno o dos días quinientas sartas de dinero (cada sarta tenía mil) le daré mi hija en matrimonio". Eso lo dijo como un sarcasmo, pues estaba seguro que un pobre jardinero como Chang Lao no podría reunir tal cantidad de dinero en todo un año. La casamentera pensaba lo mismo.
Al oir las palabras de Wei Shu, que especificaban las condiciones del matrimonio, Chang Lao respondió "Muy bien". Al día siguiente cargó exactamente esa cantidad en su carretilla y fue a la casa de Wei Shu. Este y su familia quedaron paralizados de estupor.
"Fue sólo una broma", gritaba Wei Shu. Creía imposible que un jardinero pudiera juntar esa cantidad de dinero. Pero ahora esta aquí con el dinero. Qué puedo hacer? ".
No pudiendo renegar de su palabra, envió una criada a inquirir discretamente los sentimientos de su hija, deseando fervientemente que ella se negara. Cuál no sería su sorpresa cuando su hija sólo dijo "Es my destino". La hija había sido educada según las enseñanzas de Confucio y siempre se inclinaba a dar contento a sus padres. Su padre era un hombre honesto; ella no quiso que debiera faltar a su palabra por causa suya.
Por consiguiente, se dispuso el matrimonio. Después de la boda Chang Lao continuó trabajando en su jardín, plantando vegetales que vendía en el mercado. Su esposa lo ayudaba, regando las plantas y arrancando pastos. Y hacía sus tareas domésticas sin una palabra de queja. A pesar de sus veinte años de diferencia en la edad, parecían llevarse muy bien. A veces, en las noches de verano, después de la dura labor del día, descansaban charlando tranquilamente sentados en sillas de bambú y tomando el fresco. Parecían una pareja feliz. Pero los parientes de Wei no eran felices, pues se sentían humillados por su parentezco con el pobre jardinero.
Al pasar el tiempo, más y más de los parientes de Wei se enteraban del matrimonio, y todos se espantaban. Uno de ellos dijo a Wei Shu: "Aunque ya no eres rico, hay muchos muchachos educados, de buenas familias. Porqué diste tu hija a un vulgar jardinero, avergonzando a tus antepasados? Lo hecho está hecho, pero porqué no los haces irse de aquí, para que no sean una constante causa de vergüenza con su presencia aquí" Wei Shu penro que era una buena idea.
Invitó a su hija con su esposo a una comida, y mientras bebían y conversaban, Wei Shu insinuó que sería mejor que fueran a vivir en otra parte. "Muy bien" -respondió Chang Lao con toda clama - Yo había pensado en eso por mucho tiempo; sólo temía que usted no permitiera a su hija apartarse de usted. Puesto que usted lo desea, podemos partir inmediatamente. Tengo una pequeña granja en Wangwu y mañana por la mañana nos trasladaremos allá."
A la madrugada siguiente Chang Lao y su esposa se despidieron de Wei Shu. La hija derramó lágrimas al separarse de su padre; pero pensando en la actitud de sus parientes hacia su esposo, no le resultó muy penoso vivir a alguna distancia de ellos.
"Cuando desee noticias de su hija", dijo Chang Lao a Wei Shu, puede mandar a su hijo al sur de la montaña Tientan. Todos allí nos sabrán encontrar". Con eso, Chang Lao se inclinó profundamente ayudando después a su esposa a montar en un burrito La señora de Chang vestía una larga pollera y tenía un gran sombrero de palma; aparecía más bella aún que antes de casarse. Chang Lao, con una caña en la mano, la seguía a pie. Lentamento se dirigieron hacia el campo y desaparecieron gradualmente en el pintoresco paisaje. Por mucho tiempo no se supo nada de ellos, ni nadie los mencionó.
Pero Wei Shu recordaba a su hija. Ya hacía varios años que el matrimonio se había marchado. Wei Shu se preguntaba qué sería de ellos. Se preocupaba que su hija hubiera perdido la salud con la vida dura de esposa de un agricultor. Seguramente habrá envejecido, pensaba. Se decidió entonces a enviar a su hijo Yi-fang a visitarlos. Yi-fang siguió las instrucciones dejadas por Chang Lao. Al llegar al sur de la montaña Tientan vió a un esclavo de Kunlun montando un buey que tiraba del arado. "Me podría decir si hay por aquí una granja perteneciente a un Chang Lao?" preguntó Vi-fang.
El esclavo bajó del buey y le hizo una reverencia. "Jóven señor, porqué ha tardado tanto? El señor Chang lo ha esperado por mucho tiempo. Su granja no queda lejos. Yo lo conduciré". Llevando al buey de tiro, acompañó a Yi-fang caminando hacia el este. Pasaron primero una pequeña montaña que descendía hacia un arroyo azulado. Delicadas flores crecían en ambas márgenes, llenando el valle de agradable aroma. Deben de haber pasado otros diez paisajes semejantes antes de llegar a um amplio campo abierto cruzado por pequeñas corrientes de agua que retorcían su curso entre verdes montes.
Al pie de una montaña hacia el norte se alzaba una gran mansión con puertas rojas. Entre el follaje de los altos árboles que cubrían el muro se veía un castillo con corredores y pórticos de brillantes colores. Un ave fénix, cigüeñas, faisanes y muchas otras aves volaban sobre los árboles, cantando melodiosamente. Al aproximarse a la casa se respiraba el perfume de orquídeas y cinamomo. Yi-fang estaba desconcertado, sin poder imaginarse dónde se encontraba. De pronto el esclavo señaló la mansión diciendo: "esta es la residencia del señor Chang". Yi-fang se sintió como si despertara de un sueño. Al llegar a la entrada, un hombre vestido de púrpura saludó a Yi-fang y lo introdujo a una sala. Divanes de jade, mesas de bronce y sillones de nogal constituían su moblaje. Todo era de estilo clásico. Mientras contemplaba maravillado las artísticas cortinas y los exquisitos pergaminos colgados en las paredes, Yi-fang oyó el sonido de campanas ceremoniales que se aproximaban. Dos doncellas en vestidos celestes salieron a recibirlo; una tenía una vasija dorada con agua para lavarse y le ofrecía una tohalla, mientras la otra le servía té verde en una copa de plata.
(Continuará en el No. próximo)