Noticias de Taiwán
Jen La Zorra Hada (I)
06/08/1975
El jóven Señor Wei Yin, noveno hijo de la hija del Príncipe de Hsinan, era algo alocado y aficionado al vino. El esposo de su prima, apellidado Cheng, de cuyo nombre no me acuerdo, estudiaba las artes militares. Aunque pobre y sin posesiones, por lo que vivía con la familia de su esposa, era también experto en vinos y mujeres. Wei Yin y Cheng emn muy compañeros; en realidad, eran inseparables.
En la sexta luna del año nono del período Tien Pao, los dos camaradas, paseando en la ciudad de Changan, se disponían a entrar por un trago a una taberna en el pasaje Hsinchang. Al llegar a la parte sur de la sección Hsuanping, Cheng dijo al jóven Señor que tenía algo que hacer y que se le uniría más tarde en la taberna. Diciendo eso dirigió su burro hacia el sur mientras Wei siguió hacia el este en su caballo blanco.
Dentro de la puerta norte de Shenping, Cheng vió a tres chicas caminando junto al camino. Una, vestida de blanco era sumamente bella. Cheng agradeció su buena suerte. Tratando de entrar en conversación, espoleó su burro delante de ellas o lo hizo quedar detrás. La jóven vestida de blanco lo miró varias veces, como coqueteando.
"Porqué una jóven tan bella va a pié? ", dijo Cheng.
"Si un caballero no nos invita a cabalgar, que nos queda sinó ir a pié?", respondió la jóven sonriendo.
"Temía que mi burro no fuera digno de llevar tanta belleza, pero ahora lo pongo a su disposición y tendré placer en seguirla a pié". Cheng y la chica de blanco se miraron y rompieron a reír. Las otras dos chicas les hicieron bromas, haciendo les más fácil intimar. Cheng las siguió hasta llegar al parque Lo Yu. Ya había obscurecido pero Cheng vió allí una mansión magnífica, cercada por un muro. El portón era amplio como para dar paso a un carruaje. La jóven se detuvo frente a la casa y al entrar dijo a Cheng "Por favor, espere aquí".
Una de las jóvenes que quedaron con él le pregunto su nombre. Cheng se lo dijo y preguntó a su vez el nombre de la jóven de blanco. "Es la señorita Jen la Vigésima", respondió la doncella.
Pronto invitaron a Cheng a entrar. Ató su burro junto al portón, dejando su sombrero en la montura. Una mujer de unos treinta años vino a darle la bienvenida; era la hermana mayor de Jen. Entraron juntos a una sala donde brillaban varias lámparas y la mesa estaba dispuesta para la cena. Mientras tomban unas copas de vino, la señorita Jen se habia cambiado de vestido y vino a la sala. Bebieron con gran contento hasta medianoche y más tarde. Su bello aspecto, su sonrisa y sus gestos tenían un encanto no de esta tierra.
Al acercarse la aurora Jen dijo a Cheng: "Mejor que te vayas ahora. Mi hermano es músico en la corte y sirve como guardia en el Palacio del Sur. Siempre vuelve por la mañana. No te debe ver". Después de concertar otra entrevista, Cheng se marchó.
La puerta Shenping todavía estaba cerrada al llegar Cheng. Un hombre de aspecto bárbaro, dueño de una tienda de masas, estaba encendiendo su horno, alumbrandose con una lámpara. Sentandose bajo la cortina a la espera del toque de la mañana, Cheng entró en conversación con el tendero. Señalando en la dirección de la mansión donde había pasado la noche, preguntó: "Allá, hacia el este, hay una gran casa. De quién es? "
"Sólo ruinas y tierras abandonadas", respondió el hombre. Alla no hay ninguna casa".
"Yo pasé la noche allá; cómo puede decir que no hay una casa?"
Discutiendo en esa forma, el tendero comprendió de pronto lo ocurrido. "Ah, ahora se de qué me habla. Hay una zorra hada que tienta a los jóvenes a quedarse por la noche. La han visto ya tres veces. Se encontró con ella?"
Avergonzado de confesar la verdad, Cheng lo negó. Al salir el sol Cheng miró en aquella dirección y vió el amplio portal y el muro, pero dentro sólo había pasto y arbustos. Aunque comprendió que había visto una zorra hada, estaba tan encantado con su belleza y gracia que quería verla nuevamente.
Regresó a casa de Wei. Cuando este le echó en cara no haber cumplido con su cita el día anterior, el cambió la conversación y no mencionó su asunto. Quería guardar el secreto de su feliz encuentro para sí, sin comunicarlo a nadie.
Más de diez días depués, pasando por unas tiendas de vestidos en el mercado del oeste, vió a la dondella de la Zorra Hada. Sabiendo que Jen estaría cerca, llamó su nombre en voz alta, pero ella se escondió entre la multitud. El la llamó repetidas vecs y finalmente la siguió hasta un rincón. Jen se volvió hacia él cubriendo su cara con el abanico y le dijo: "Ya sabes la verdad; porqué te me acercas?"
"Aunque se la verdad, qué hay de malo?"
"Me da tanta vergüenza que no me atrevo a verte".
"Pero te echo tanto de menos. Cómo me puedes abandonar? "
"No es que yo quiera abandonarte. Pero llegarás a temerme y odiarme".
Cheng juró que la amaría de cualquier modo. Su acento era tan sincero que Jen finalmente retiró su abanico y lo miró de frente. Estaba encantadora como antes. "Hay muchas criaturas como yo en este mundo; sólo que no las conoces. Por favor no te sientas incómodo conmigo".
Cuando Cheng le pidió otra cita, ella dijo: "La gente nos odia porque muchas de nosotras hacen daño a los hombres, pero yo no soy de esa clase de Zorras-Hadas. Mientras me ames, te serviré toda mi vida".
Cheng le prometió amarla eternamente y agregó que quería buscar un lugar para vivir con ella. Ella le indicó: "Ve hacia el este. Hay una casa con un gran árbol que se inclina sobre la pared. El sitio es tranquilo y elegante y lo podrás alquilar para nosotros. La otra vez que nos vimos ibas con un jóven que cabalgaba hacia el este de Hsuanping en un caballo blanco. No es el primo de tu esposa? Tiene muchos muebles de sobra en su casa; podrás pedirle prestadas algunas piezas. "
Por ese tiempo los tíos de Wei Yin tenían posiciones en otros lugares y habían dejado sus muebles en casa de Wei Yin. Según las instrucciones de Jen, Cheng fue a ver a Wei Yin y le pidó algunos muebles prestados. Cuando este le preguntó para qué, él respondió: "Tengo una amante muy bella y alquilé una casa, pero necesito algunos muebles. "
"A juzgar por tu apariencia, difícilmente podrías encontrar una chica linda", bromeó Wei. "Dices una belleza?"
Wei prestó a Cheng algunas cortinas y tapices, una cama y otros muebles. Pero también mandó un chico muy despierto a casa de Cheng para espiar lo que allí ocurría. El chicó muy pronto volvió corriendo, transpirando y sin aliento. "Es verdad que Cheng tiene una amante?" pregunto Wei. "Si".
(Continuará en el Nº próximo)