Una curiosidad que siempre llama la atención de alguien que desconozca la lengua china es la cantidad de caracteres chinos que existen. ¿Cuántos caracteres existen en la escritura china? Esta es una pregunta muy difícil de contestar.
Es obvio que existen varios miles de caracteres chinos, si uno los cuenta dentro del contenido de cualquier libro. La respuesta no está en la cantidad de caracteres, sino en el uso cotidiano de los mismos. En este sentido, la cifra ha variado enormemente a través del tiempo.
Los especialistas estiman que apenas varios centenares de caracteres han estado en uso frecuente desde la dinastía Shang (1600 – 1045 a. C.) hasta nuestros días. Cerca del 70 por ciento de ellos han sido usados a través de las épocas. Aparte de ellos, hay de mil a dos mil caracteres más que han permanecido en uso, ocupando más del 30 por ciento del total de signos que han estado en uso durante una época u otra. Se estima de alrededor del 5 por ciento de los caracteres en uso durante una determinada época caen en el desuso al llegar la próxima. Por esa razón, existe una enorme cantidad de caracteres que aparecen sólo esporádicamente en los textos modernos.
Durante más de dos milenios, se ha atribuido la invención de los caracteres chinos a Tsang Chieh (倉頡, Cang Jie), uno de los escribas del legendario Emperador Amarillo (2696 – 2598 a. C.?). Un texto del siglo III a. C. lo menciona por primera vez como inventor de la escritura china. Posteriormente, se ha descrito que Tsang Chieh se inspiró en las huellas que dejan los animales y las aves al caminar, que sirven para identificarlos. Así, pensó en un sistema de signos que identificase cada idea que se desea expresar.
Sin embargo, no existen evidencias reales de que una tal persona hubiese existido en realidad. Pero sí existen anotaciones en huesos de oráculos que datan del período Shang que podrían ser tomados como los orígenes de la escritura china.
Reproducción de una bandeja de cobre con tipos móviles de madera con la que se imprimían los libros chinos en la antigüedad.
Se han identificado alrededor de unos 4.500 caracteres diferentes en los huesos de oráculos, y este género de escritura antigua se conoce en chino como chia-ku wen (甲骨文, jiaguwen). Con el tiempo, fue evolucionando la escritura china con el uso de caracteres estandarizados para interpretar las ideas. En 1994, se publicó el diccionario Chung-hwa tze-hai (中華字海|, Zhonghua zihai) o “Mar de caracteres chinos”, que registra un total de 85.568 caracteres. Muchos de esos caracteres provienen de traducciones de sutras budistas, o son de uso exclusivo en Taiwan, Singapur, Hong Kong, Corea o Japón.
Indudablemente, la adición de nuevos caracteres imparte mayor riqueza a los géneros literarios. En la antigüedad, se recurría a la repetición de un mismo carácter para tratar de cubrir muchas ideas. Hoy día, la profusión de caracteres y la interminable posibilidad de combinarlos dotan de una riqueza expresiva para el escritor.
Si tomamos una obra clásica de la literatura china, los Analectas (論語) de Confucio, como ejemplo, encontramos que se usó sólo 1.382 diferentes caracteres para componer un texto de 15.883 caracteres. Por lo tanto, cerca del 10 por ciento de éstos aparecen más de diez veces en el texto, con tanta frecuencia que ocupan casi el 70 por ciento del texto completo. Otro 65 por ciento de los caracteres aparecen menos de cinco veces en el escrito, ocupando el 10 por ciento del mismo. Sin embargo, apenas unos 100 de estos caracteres siguen siendo de uso diario en la actualidad.
En términos reales, se estima que unos 3.500 caracteres son de uso frecuente. Quiere decir que una persona debe conocer al menos unos tres mil caracteres para salir del analfabetismo.
En Taiwan, los estudiantes de primaria aprenden alrededor de unos 2.500 caracteres; agregándoseles unos mil caracteres más en el primer ciclo de secundaria y otros dos mil en el bachillerato. Es decir, se supone que un estudiante universitario debe conocer unos 5 a 6 mil caracteres.
Hasta dos siglos antes de la Era Cristiana, los registros de la Corte se hacían en varillas de bambú.
En el pasado, un escriba tenía que conocer unos 9.000 caracteres. Hoy, un intelectual debe dominar de 10 a 12 mil caracteres sencillos y combinados. No es tarea fácil para un extranjero adulto, llegar a dominar a fondo la escritura china.
Al igual que en otras sociedades humanas, el deseo de preservar los conocimientos y experiencias adquiridos en un determinado período histórico condujo a la transcripción de textos en forma manuscrita. Aparte de ser un esfuerzo agotador y tedioso, siempre había la posibilidad de que el escriba cometiese errores al transcribir una frase u oración. Destaca particularmente la transcripción de números y cifras, que suelen ser proclives a ser alterados en la retentiva temporal de la memoria del escriba.
Los primeros escritos chinos fueron grabados muy rudimentariamente en huesos de oráculos. Luego, las anotaciones fueron escritas en cacharros de barro o vasijas de bronce. Posteriormente, se recurrió al uso de varillas de bambú o madera, que eran más fáciles de guardar. Finalmente, se optó por el uso de la seda y el papel.
Durante la época imperial en China, existía una gama de castigos en el código de los escribas, donde se advertía contra la copia inadecuada de un signo o cifra. Dependiendo de la gravedad del error, el castigo iba desde la degradación en el cargo a la pena máxima. Se tiene registro de cinco escribas/grabadores de madera que alteraron el texto de algunas recetas en un libro de medicina durante la dinastía Sung (960 — 1279), quienes fueron amarrados con cascos de metal en estacas en la cima de una montaña famosa por los rayos que caían con frecuencia en ella. En una noche de lluvia, fueron dejados a la intemperie y al día siguiente, fueron encontrados carbonizados por los rayos que cayeron sobre ellos.
Para evitar la tediosa tarea de transcribir el contenido de textos extensos, surgió la idea de grabar en madera o metal el texto e ilustraciones de las obras a reproducirse. De esta manera, nace el grabado en papel. Ya en el siglo IV, se conocen de volúmenes de papel frotado sobre planchas de metal o madera con textos y dibujos grabados a la inversa.
Para el siglo VII, la xilografía o impresión mediante el uso de planchas de madera grabada era de uso común. Se usaban maderas de grano fino y textura firme como la del peral.
El Shihchih (史記) o Compendio de Historia, fue uno de los primeros libros impresos en China.
Empero, el esfuerzo para producir las planchas de madera no era nada fácil, requiriéndose mucha paciencia y tiempo. Por ejemplo, tomó un total de 67 años para terminar de grabar todas las planchas necesarias para realizar la primera impresión oficial del Shihchishih (十七史) o Diecisiete Historias durante la dinastía Sung. La obra narra la historia desde los inicios hasta la dinastía Tang (618 – 907).
Por esa razón, fue necesario inventar alguna forma más conveniente de imprimir estos textos importantes. Le corresponde a Pi Sheng (畢升, Bi Sheng, 990 – 1051) el invento de la imprenta de tipos móviles, que ocurre en el siglo XI. Cuatro siglos y medio antes que Johannes Gutenberg “inventara” su imprenta de tipo móvil, ya se imprimían textos con esta modalidad en China.
Los tipos eran colocados en una bandeja de cobre, sobre una capa de cola. Cuando se había terminado de armar el texto, se calentaba la bandeja y al derretirse la cola, se presionaban los tipos con una plancha de madera plana para lograr que todos quedasen a un mismo nivel.
La impresión se realizaba aplicando una capa de tinta con una brocha de cerdas finas. Luego, se colocaba el papel sobre el texto armado y se pasaba una especie de esponjilla de tela frotándolo para que quedase impreso el texto. Al terminar la impresión de una hoja de papel, se volvía a repetir el proceso.
Los tipos de Pi Sheng tenían un defecto, ya que estaban hechos de arcilla y posteriormente de cerámica. Con el uso, éstos se desgastaban muy fácilmente. Casi un siglo después, fueron reemplazados por tipos tallados en madera, más duraderos que los anteriores. En 1490, el académico e impresor Hua Sui (華燧, 1439 – 1513) desarrolló la primera imprenta de tipos métalicos. Los tipos que producía su taller eran de bronce. Entre 1490 y 1516, la imprenta de la familia Hua produjo un par de docenas de títulos en libros impresos.
Indudablemente, la imprenta de tipos móviles ha contribuido enormemente en la difusión del conocimiento humano, a pesar de sus humildes orígenes en China.
Texto y fotos de Luis M. Chong L.