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Jinguashi: veta aún viva en el norte de Taiwan

26/05/2014
La fundición abandonada conocida como “Los Trece Niveles” y las casas en la montaña son parte del paisaje humano en Jinguashi. (Foto de Chuang Kung-ju)

En 2013, el Buró de Silvicultura realizó una encuesta en línea de los diez paisajes más importantes de Taiwan. Jinguashi, en la costa nororiental de Taiwan, quedó en cuarto lugar después de la Cabeza de la Reina en Yehliu, la Montaña Jade y el Lago del Sol y la Luna.

Hace un siglo, Jinguashi estaba literalmente sentada sobre una mina de oro, la más grande de todo el Sudeste Asiático. Innumerables buscadores de oro pretendieron hallar fortuna en Jinguashi, cuyos recursos minerales de oro y cobre dotaron a esta área con distintivos paisajes como el Mar de Yingyang y la Catarata Dorada.

Tras todo este tiempo, las leyendas del oro de Jinguashi continúan siendo el mayor atractivo de este pueblo en las montañas.

En Jinguashi, hogar de los más ricos filones de oro en Taiwan, la pregunta de cuánto oro queda en esas colinas sigue siendo uno de los temas más cautivantes hoy en día.

Los depósitos de oro en Jinguashi fueron descubiertos durante la dinastía Ching (Qing). “En la Montaña de Oro, en las colinas detrás del río Sanchao en Keelung, la tierra produce oro, tan grande como un puño, algunos tan largos como una regla. Un salvaje tomó un trozo con su mano, y sonó un trueno; cuando lo soltó, cesaron los truenos”, cuentan los Registros misceláneos de Taiwan, escritos en 1684 por Ji Qiguang, magistrado del distrito de Zhuluo en Taiwan, al describir una pepita de oro hallada en lo que es ahora Jinguashi.

 

Los artefactos del Museo de oro permiten a los visitantes experimentar por sí mismos la búsqueda del precioso mineral.  (Fotos de CNA)

Esta veta atrajo un tropel de buscadores de oro e inmigrantes. En 1892, el gobierno Ching estableció el Buró del Oro, y Jinguashi se convirtió en la mayor región productora de oro en el Sudeste Asiático bajo el régimen japonés.

Poco después de que la mina fuera clausurada en 1987, la compañía minera más grande el mundo, BHP Billiton, propuso al Departamento de Minería del Ministerio de Economía un proyecto de desarrollo conjunto de casi tres millones de dólares estadounidenses, a fin de investigar los depósitos minerales en Jinguashi.

El proyecto no fue aprobado, pero la compañía comisionó a geólogos de la Universidad Nacional de Taiwan y la Universidad Nacional Cheng Kung para que llevaran a cabo los estudios respectivos.

“Vale la pena explotar minas en Jinguashi”, declara Yu Bing-sheng, profesor asociado de ingeniería de recursos materiales y minerales en la Universidad Nacional Tecnológica de Taipei. Aparte de los conocidos depósitos de minerales, hay estratos inexplorados en los alrededores de Jinguashi que son valiosos. Según las evaluaciones basadas en muestras de perforaciones hechas por el Servicio Central de Geología, hay indicios de oro al sur de las áreas originalmente explotadas en Jingushi.

La mina Lepanto en Filipinas posee una estructura similar a Jinguashi. Tras décadas de minar allí, otro depósito de minerales fue hallado no muy lejos, con dos veces y media la cantidad de oro del sitio original. Yu piensa que es posible que una gran veta espere en los rincones más profundos de Jinguashi.

En los últimos cinco años, las cinco compañías mineras más grandes del mundo han estado negociando con Taisugar (la compañía estatal de azúcar), dueña de la tierra, a fin de reabrir los campos mineros en Jinguashi. No obstante, no se han alcanzado planes concretos, ya que la Ley de Industrias Mineras restringe los derechos mineros de las compañías extranjeras.

La apariencia única de la geología de Jinguashi proviene de sus ricas vetas minerales. Las investigaciones académicas indican que la Cordillera Central, la Cadena Montañosa Costera del Este y la Isla de las Orquídeas contienen todas minerales relacionados con la presencia de oro; pero Jinguashi es la única área en que se encuentra cobre y oro a gran escala.

Los ricos depósitos de oro, cobre y cuarzo hacen de Jinguashi un salón de clases natural de geología.

 

Tras ser afectadas largo tiempo por el clima, las piritas en los estratos de roca crean la diversidad de colores en la Catarata Dorada.

Por ejemplo, según Yu Bing-sheng, las piritas halladas en el área de Jinguashi son el motivo principal de los colores en el Mar de Yingyang y la Catarata Dorada. Las piritas que se filtran por entre los estratos debido a la mineralización del agua caliente se descomponen, liberando iones de hierro tras largos períodos de sufrir los embates del clima. Estos iones ferrosos se disuelven en el agua subterránea. Al ascender esta agua por los estratos, los iones ferrosos se convierten en iones férricos que quedan depositados en la superficie de las rocas y en los bancos de los arroyos, creando los colores que se ven en la Catarata Dorada.

Tras de que el agua mineral levemente ácida fluye al mar, dentro del mismo es neutralizada por el agua salada ligeramente alcalina. La rápida oxidación de los iones férricos resulta en gran cantidad de precipitados, los que a su vez dan al agua un color entre café y amarillo. Las corrientes locales atrapan este fenómeno en la bahía, dividiéndolo claramente del  agua azul del mar más allá de la misma. Estos colores contrastantes son el “yin” y el “yang” que dan nombre al Mar de Yingyang.

Si bien fue la naturaleza la que formó el paisaje único de Jinguashi, fue la lucha del hombre contra la Naturaleza que formó el auge y la caída de la era de la minería de oro en ese pueblo.

La historia de la minería de oro moderna de Taiwan inició en Jinguashi, y los derechos mineros han pasado por varias manos en el último siglo. Durante el apogeo de las operaciones, la prosperidad de Jinguashi y la vecina Jiufen sobrepasaron inclusive a Taipei. Con 27 mil residentes apiñados en tan pequeño espacio, existía el dicho de “los mejores productos van a Jinguashi y Jiufen; los inferiores van a Taipei”.

La mayoría de las minas en Jinguashi fueron túneles excavados directamente de las montañas. Para poder excavar lo más rápido posible, los mineros se entrababan en prácticas peligrosas, a riesgo de derrumbes. Los túneles de Jinguashi cubren un total de 600 kilómetros. La montaña Jingua, que contiene la mayoría del oro, posee nueve túneles, de los cuales dos de ellos son tan profundos que se extienden mucho más bajo que el nivel del mar.

 

El Mar de Yingyang recrea este símbolo tradicional con los colores del agua levemente ácida de la montaña y la alcalina del mar.

“Cada parte de Jinguashi, desde las residencias públicas hasta los túneles de las minas a las residencias estilo japonés, llevan la huella de la lucha entre el hombre y la naturaleza”, afirma el director del Museo de Oro, Tsai Tsung-hsiung.

El siglo de la historia de la minería en Jinguashi puede ser vista en el Parque Ecológico del Oro inaugurado en 2004. Es el primer museo ecológico en Taiwan que integra cultura, historia y características naturales del área.

Tras caer de la prosperidad a la ruina, Jinguashi, forjada por la Madre Naturaleza, todavía retiene sus variados paisajes y el atractivo de sus mejores días de antaño. El brillo del oro continúa centellando  en este tranquilo pueblo en las montañas.

Adaptado del Taiwan Panorama
por Silvia Villalobos

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