n una tarde calurosa y sofocante de verano en el Distrito de Taipei, la escena en el patio de un templo suburbano es suficiente para provocar lágrimas de frustración a los aficionados a la ópera taiwanesa y a cualquier persona interesada en la promoción de las artes y la cultura locales: Sobre un escenario de madera prefabricado, actores vestidos primorosamente del Grupo de Opera Taiwanesa Hsin Ho Hsing, están presentando una tragedia tradicional que trata de unos amantes que son obligados a separarse por sus familias --mientras que en un camión convertible, manchado de areca, un par de bailarinas exóticas, rodeadas de espejos, luces estroboscópicas, y guirnaldas de flores plásticas, bailan al ritmo de una música ruidosa.
Mirando a la multitud sonriente, que incluye padres con sus hijos, así como un predecible grupo de adolescentes y ancianos, Chiang Ching-liu, el fundador y director del grupo Hsin Ho Shing, dice: “Esta no es la primera vez que hemos competido por el público con estas ‘carrozas electrónicas’ --en una oportunidad estuvimos rodeados por seis de ellas”. Aunque Chiang insiste que estos entretenimientos no le arrebatarán mucho público, pocos directores de ópera tendrían tanta confianza.
“El número de óperas al aire libre está disminuyendo rápidamente”, dice Li Chan-ping, funcionario de la Comisión de Investigación Histórica del Gobierno Provincial de Taiwan. Aunque más de doscientos cincuenta grupos están registrados, según un estudio realizado por Li, quizas sólo cincuenta actúan con regularidad, y no más de cinco pueden mantener a sus miembros en la nómina de sueldos --e incluso éstos tienen serios problemas financieros. El grupo Hsin Ho Hsing es un buen ejemplo. A pesar de su popularidad, Chiang dice que recientemente ha perdido casi NT$800.000 [US$23.296] al mes, viéndose obligado a pedir préstamos para cubrir los gastos.
Tseng Yung-yi, profesor en el Departamento de Literatura China de la Universidad Nacional de Taiwan, confirma que muchos grupos enfrentan tiempos difíciles. “Los más grandes tienen suerte si pueden presentar veinte óperas al mes”, dice él, “incluso si sus actores principales ganan NT$1.000 [US$29] diarios, eso no es un salario con el que se pueda vivir. Por ello, la mayoría de los grupos de ópera se han desintegrado o se han convertido en semiprofesionales, lo que significa que sus miembros tienen un empleo regular a jornada completa, y sólo actúan de vez en cuando”.
En vista de estas circunstancias, no es sorpresa que a mucha gente le preocupe el descenso en la calidad de las presentaciones de ópera taiwanesa. Muchos grupos han colaborado sellando su destino. Tseng se refiere a un artículo de periódico de hace quince años que contenía quejas sobre la lastimosa situación de este campo: “Se han incorporado a la ópera chistes obscenos y vulgares, así como canciones populares japonesas y occidentales, y los actores bailan disco en trajes históricos”. Tseng dice que la calidad de la actuación no ha mejorado mucho desde entonces. “Hoy día, con la excepción de los grupos afamados como Hsin Ho Hsing y Ming Hwa Yuan, la mayoría de las óperas al aire libre sólo atraen a un público de entre veinte y treinta personas --y a veces hasta mucho menor”, dice él.
Entonces, ¿dónde está el renacimiento de las artes y la literatura taiwanesas tradicionales del que hablan los promotores del localismo taiwanés? o acaso, ¿la ópera taiwanesa no forma parte de este creciente interés en el pasado de la isla?
Ni siquiera un rostro con el maquillaje más intrincado podría compensar a un libreto endeble. Un arte vivo necesita de libretos nuevos y libretistas calificados que tengan excelente dominio del lenguaje. Cada vez es más difícil encontrar este tipo de personas.
Ciertamente, la ópera taiwanesa tiene una historia gloriosa: Sus raíces se remontan a las representaciones de lotisao a finales del siglo XIX, que es una forma primitiva e improvisada (ver P.42-P.43), y sus años de gloria fueron entre las décadas de los veinte y los treinta, cuando casi se había eliminado la competencia de los otros estilos operísticos provinciales, incluyendo la ópera de Pekín. La ópera taiwanesa se volvió especialmente popular en el sur de China, particularmente en la Provincia de Fukien. En una época, Fukien contó con aproximadamente doscientos grupos de ópera, y los actores locales eran invitados con frecuencia a viajar a través del Estrecho de Taiwan para enseñar técnicas y destrezas de ópera.
A pesar de que generalmente estos grupos no tenían una sede permanente, actuaban sobre escenarios temporales, y sólo podían costearse trajes y maquillajes simples, eran muy populares. Las fotografías y pósters promocionales de los actores y actrices principales adornaban los cuadernos de los estudiantes, los calendarios de pared, las carteleras, e incluso los guardafangos de las motocicletas. Además, la ópera aparecía con frecuencia en las noticias: chismes de las estrellas, historias de aficionados apasionados que se fugaban con actores famosos, y las historias ocultas del libertinaje sexual en los grupos, un tema que se encuentra en las películas producidas localmente hasta en los años setenta.
Durante gran parte del período colonial japonés (1845-1945), la ópera taiwanesa fue tolerada, pero no fomentada. Sin embargo, esta política cambió después del comienzo de la Guerra Sino-japonesa en 1937. El gobierno militar japonés aceleró la implementación de su política de asimilación, lo que resultó en la eliminación de todos los vestigios de la cultura china, incluyendo sus componentes taiwaneses. Por ello, las presentaciones de ópera tradicional fueron prohibidas.
Sin embargo, esa política fue más fácil de declarar que de ejecutar, ya que los grupos se volvieron clandestinos. Como lo señala Lu Su-shang en su libro, La historia de la ópera taiwanesa, la prohibición de la ópera no provocó la pérdida de su público: “Como no podía presentarse de forma abierta, se hacía de manera furtiva”. Chiang Ching-liu lo confirma, recordando que él y otros actores usaban sus ropas de diario en el escenario, en lugar de los trajes tradicionales. “Teníamos que estar siempre alerta”, dice él. “Apenas había una señal de que venía la policía japonesa, nos apresurábamos a escondernos mientras que otros actores comenzaban a realizar otro tipo de función”.
espués del fin de la guerra con Japón en 1945, la ópera taiwanesa entró en otro período de popularidad y prosperidad. En tres años había recuperado gran parte de su vitalidad, y habían alrededor de trescientos grupos en toda la isla. A mediados de los años cincuenta, más de quinientos grupos presentaban espectáculos en forma regular. Aunque la mayoría de ellos actuaba en escenarios de cines, algunos continuaban haciéndolo al aire libre, generalmente patrocinados por los templos o los benefactores locales. Los grupos operísticos eran con frecuencia bastante numerosos, con treinta o sesenta miembros, y algunos viajaban a países del Sureste Asiático para presentarse ante el público chino residente en el extranjero. Entre éstos, el Grupo de Opera Taiwanesa Kung Yueh She, con ochenta miembros y fundado por Chen Cheng-san, fue quizás el más popular. Para mejorar la calidad de sus presentaciones, se dice que Chen pagaba hasta NT$40.000 [US$1.165] por libreto, una actitud única, ya que incluso hoy muchos grupos actúan sin libretos ni música detallados.
La ópera taiwanesa comenzó a aparecer en la pantalla de cine en 1956, cuando Chen Cheng-san produjo la primera película de ópera taiwanesa. Tuvo tanto éxito que multitudes de aficionados rompieron las ventanas de los teatros locales para poder entrar a ver la película. La venta de taquilla de un día alcanzaba más de NT$300.000 [US$8.736], una cifra nunca escuchada en ese entonces. Pero la fascinación por la ópera filmada no duró mucho. Pronto, las comedias de payasadas, las historias románticas, y las de acción, expulsaron a la ópera taiwanesa fuera del escenario cinematográfico. Surgió otra fuerte competencia constituida por los circos, los espectáculos de magia y variedades, los de los clubes nocturnos, y otras funciones en los cines y los restaurantes-teatros, que se popularizaron a finales de los años sesenta a medida que la economía de Taiwan prosperaba y la mayoría de la gente podía gastar más dinero en actividades de ocio.
El advenimiento de las transmisiones de la televisión local en 1962 trajo otros retos para la ópera: la competición provocó el descenso de la popularidad de la ópera en teatro y al aire libre, y de este modo tuvo que adaptarse a las nuevas condiciones de la época. En 1964, según un estimado oficial, apenas cien grupos aún actuaban en teatros. Más tarde, como significativo signo de los tiempos, el famoso grupo Kung Yueh She se dispersó en 1974. Para ese entonces, todos los teatros habían eliminado las óperas; los grupos de ópera sobrevivían a duras penas con las funciones al aire libre, generalmente en los templos durante los festivales religiosos.
uáles han sido los atractivos de la ópera taiwanesa en el pasado y en el presente? Son muchos. A diferencia de una ópera de, por ejemplo, Verdi o Wagner --o incluso, hasta cierto punto, una ópera de Pekín-- la ópera taiwanesa no presenta barreras culturales para el público de la isla.
El idioma es también importante. El diálogo y las letras son en taiwanés coloquial, que desde hace mucho tiempo es la lingua franca preferida al chino mandarín con acento pekinés importado desde China continental, y usado en las escuelas y por el Gobierno desde finales de los años cuarenta. Aún hoy, muchos ancianos saben poco o nada de mandarín y se comunican casi exclusivamente en taiwanés (o japonés). La ópera taiwanesa es de fácil comprensión para estas personas, y también atrae a muchos jóvenes que consideran el taiwanés un lenguaje más práctico y expresivo que el mandarín, que es considerado formal, si no completamente pomposo.
Otros atractivos son los ya esperados. Nostalgia: el público que aprecia las óperas antiguas, recuerda a las presentaciones y a los actores que ha visto en el pasado. Entretenimiento: observar una ópera es una manera de echar a un lado las presiones inmediatas, y llevar a la familia a divertirse de forma económica, ya que la mayoría de las presentaciones al aire libre son gratuitas. Por último, escape: los ancianos en particular, tienen pocas alternativas en cuanto a las actividades de ocio, y la ópera taiwanesa es una buena manera para contrarrestar el aburrimiento.
Sin embargo, el origen popular de la ópera taiwanesa es lo que actualmente incita en gran medida el énfasis contemporáneo en su renacimiento. La isla tiene una historia única, y un mayor número de personas se preocupa por su preservación. “No podemos permitir que caiga en el olvido, porque la ópera taiwanesa registra los difíciles primeros días de nuestros antepasados y sirve como recordatorio a las generaciones más jóvenes de que hay que atesorar la prosperidad de hoy”, dice Li Chan-ping de la Comisión de Investigación Histórica, aludiendo a la colorida gama de expresiones, jergas y canciones tradicionales que son parte de muchas óperas. “Si se pierde este género de ópera, será muy difícil que nuestra progenie conozca y entienda el pasado de Taiwan”.
El profesor Tseng Yung-yi enfatiza el mismo punto. El dice que hace algunos años él escuchó a un profesor estadounidense diciendo que “la cultura de Taiwan no es más que la cultura estadounidense” --los teatros exhiben películas estadounidenses; los canales de televisión presentan programas y copian los modelos estadounidenses; los adultos quieren estudiar inglés; y a los niños les gusta ver dibujos animados de EE UU. “Ese comentario me acercó a las artes tradicionales de Taiwan”, dice Tseng. “Tenemos la responsabilidad de pasar este tesoro invalorable a las próximas generaciones, de no ser así perderemos nuestras raíces”.
El objetivo de preservar las formas artísticas locales recibió un impulso del Gobierno en 1982, cuando se aprobó la Ley de Preservación de la Herencia Cultural. En ese tiempo la ópera taiwanesa fue reconocida por la ley como un tesoro tradicional. Desde entonces, el Gobierno ha aumentado los fondos destinados a la ópera, incluyendo la histórica presentación en 1983 del grupo Ming Hwa Yuan en el Monumento Conmemorativo a Sun Yat-sen. Esta aparición en un teatro nacional dio a la ópera taiwanesa la sanción oficial por parte del Gobierno y pavimentó el camino para que otras agencias gubernamentales, incluyendo el Consejo de Asuntos Culturales (CCA, siglas en inglés), aumentaran los fondos destinados a los grupos de ópera y a los festivales artísticos.
La ópera taiwanesa es, a menudo, tema de seminarios académicos y proyectos de investigación. Su sobrevivencia también se debe al aumento de los centros culturales de la ciudad y del distrito, y de los clubes de ópera en las escuelas y principales universidades. Es importante resaltar que la ópera taiwanesa, que había sido excluida del currículo educativo, ha encontrado finalmente un lugar en diversos colegios y escuelas profesionales, incluyendo el Instituto Nacional de Artes.
En 1994, el primer departamento de ópera taiwanesa fue establecido en la Academia de Artes Dramáticas Fu Hsing, una institución originalmente creada para fomentar la ópera de Pekín. Ahora, hay cerca de cien alumnos de ópera taiwanesa en dicha escuela. “Ellos le darán un nuevo impulso a esta forma operística y serán el futuro de la ópera taiwanesa”, dice Yu Suh-huang, directora del departamento. Ella dice que todos los alumnos estudian la teoría, la voz, la actuación, la historia dramática y los libretos de la ópera taiwanesa. Los cursos de danza, artes marciales y acrobacias también son parte de su formación. “Después de completar nuestro curso de seis años, creo que contribuirán a cambiar la imagen vulgar que ha tenido la ópera taiwanesa”, dice Yu. Para ayudar a lograr esta meta, la escuela tiene planificado establecer un grupo nacional para darle a los estudiantes más oportunidades de quedarse en este campo después de su graduación.
“Una buena manera de preservar este arte tradicional es centrarse en la formación de más actores y actrices”, dice Ann Yang, directora de departamento en el CCA. Desde 1996, el Consejo ha comisionado al grupo de opera taiwanesa Hsin Chuan para llevar a cabo esta tarea, destinando un presupuesto trianual de NT$16 millones [US$465.930] para el proyecto. Hasta la fecha, quince actores nuevos y prometedores han recibido la ayuda.
La escasez de libretistas también ha llamado la atención. Después de décadas de haberse ignorado oficialmente el idioma taiwanés, y en algunas ocasiones activamente desalentado, es difícil encontrar escritores con sólidas habilidades. “Para que los taiwaneses se asimilaran a los chinos continentales que se trasladaron a la isla después de la guerra, la política gubernamental suprimió el uso del taiwanés”, dice el director y libretista Shih Wen-hu. Complicando el asunto, el taiwanés no tiene una escritura aceptada (los caracteres chinos pueden usarse, pero se pronuncian completamente diferente), y algunas palabras no tienen ningún equivalente escrito. Incluso hace dos décadas, habían dialectos taiwaneses regionales claramente distinguibles, diferencias que han desaparecido con la urbanización y el desarrollo de los medios de comunicación.
¿El resultado? Muchos jóvenes no pueden hablar bien el taiwanés, y la mayoría de la gente está poco familiarizada con el tipo de expresiones populares empleadas comúnmente en la ópera. Tseng Yung-yi, taiwanés nativo, admite que no puede hablar bien su lengua nativa. “Excepto algunos políticos, pocos taiwaneses podrían usar este idioma efectivamente en un discurso público”.
“Si no se tiene buen dominio del idioma, ¿cómo se puede escribir un buen libreto?”, pregunta Shih. “No queda mucha gente que pueda usar correcta y apropiadamente este idioma, y si la hay, son ancianos como yo”, se queja él. “Después de que muera mi generación, la belleza de este lenguaje podría perderse por siempre”. Ahora se toma en cuenta esta advertencia, enfatizándose la enseñanza del taiwanés en la Academia de Artes Dramáticas Fu Hsing, y la publicación de nuevos libros de texto. Además, la CCA ha encargado a una asociación privada la formación de más libretistas y directores de ópera.
Estos cambios suponen que la ópera taiwanesa no sólo sobrevivirá sino que también se convertirá en un arte vivo y floreciente. Gracias a los esfuerzos de muchos actores y otros amantes de las artes tradicionales, la ópera taiwanesa ya ha mostrado signos del renacimiento de su popularidad. Con frecuencia, los grupos Ming Hwa Yuan y Hsin Chuan llenan los teatros. “Mientras haya público, habrá futuro”, dice Tseng, “por eso, soy optimista sobre el futuro de la ópera taiwanesa”. Liao Chiung-chih, fundador del grupo Hsin Chuan, es igualmente optimista: “Creo que la popularidad de estos grupos presagia el renacimiento de la ópera taiwanesa con toda su gloria pasada”.