Según la tradición local, cuando un ser humano fallece el alma continúa viviendo en otro mundo, donde los “residentes” usan dinero para sus necesidades diarias. Los vivos preparan a los muertos para que puedan cubrir sus gastos al enterrar con ellos tesoros, o enviando dinero efectivo al más allá a través del rito de quemar dinero votivo. El entierro de tesoros de oro o jade no está al alcance de todos, por lo que desde que se inventó el papel hace 2.000 años, los objetos de papel y el dinero votivo se convirtieron en los substitutos más populares y convenientes.
La incineración de dinero votivo llegó a Taiwan con los primeros inmigrantes chinos quienes cruzaron el Estrecho de Taiwan. Chang Yi-ming, quien ha investigado y coleccionado dinero votivo durante 30 años, dice que en épocas pasadas, los inmigrantes dependían de la producción de China. Jhunan, en el Distrito de Miaoli, la que fuera una activa ciudad portuaria, fue un importante centro de transporte para el comercio en el centro de Taiwan. Pero, pronto la gente local se dio cuenta que el transporte naviero era costoso e impredecible, por lo que comenzaron a hacer su propio dinero votivo en Jhunan. Según la historia del pueblo, varios fabricantes estaban en operación ya a principios del siglo XX, y el número incrementó a más de 380 en los años setenta. “La fabricación de dinero votivo era un trabajo de jornada completa o parcial”, recuerda Chang. “Cuando se colocaba el papel a secar bajo el sol, el pueblo se convertía en un mar de oro”.
Una familia trabaja conjuntamente en medio de un mar de oro.
Los productos, además de satisfacer la demanda local, eran exportados a las comunidades chinas de todo el mundo. Sin embargo, así como otras industrias de mano de obra intensiva, los más bajos costos de mano de obra del exterior comenzaron a atraer a los fabricantes fuera de la isla en los años ochenta. Hay sólo un puñado de fábricas hoy día, donde los artesanos pegan a mano la hoja dorada o plateada sobre el papel importado.
El mercado, por otra parte, se ha mantenido siempre fuerte. Durante el último Festival de las Animas (el 15 día del séptimo mes lunar), se quemaron en Kaohsiung NT$4.000 millones (US$120 millones) en su equivalente en dinero votivo, y en Jhunan, NT$2.000 millones (US$60 millones). El consumo anual total de dinero “extraterrenal” en Taiwan se estima en NT$80.000 millones (US$2.400 millones).
El enorme mercado del dinero votivo nunca había generado tanto interés académico, y el dinero votivo nunca fue considerado artículo de colección por la mayoría de la gente —hasta que apareció Chang. Un nativo de Jhunan, él creció inmerso en la industria y su interés aumentó cuando comenzó en 1965 a investigar la historia y la cultura de su propio pueblo natal.
Una muestra antigua y otra nueva de papel “las emperatrices siete estrellas”.
La distancia con la que la gente taiwanesa trata tradicionalmente la discusión de cualquier tema relacionado con la muerte, dificultó a Chang llevar a cabo su investigación. La mayor parte de su información procedió de la gente local que había trabajado en la industria. Pero por otra parte, la mórbida aversión le facilitó hacer su colección —había pocos coleccionistas que le hicieran la competencia. “Nadie gastó cientos ni miles de dólares, en pequeños pedazos de papel”, dice él. “Yo creo que estoy totalmente obsesionado”. En las últimas tres décadas, Chang ha invertido decenas de millones de dólares en dinero votivo. Su colección se remonta hasta la Dinastía Ming (1368-1644) e incluye más de 2.000 placas de piedra, madera o goma para imprimir el papel votivo.
Existen tres tipos de dinero votivo. El dinero de oro está cubierto de una fina hoja dorada, y se utiliza en gran medida para adorar a las deidades. A imagen de la corrupción en este mundo, el dinero de oro también se utiliza para sobornar a los funcionarios del otro mundo, para que cuiden mejor a las personas bajo su protección. El dinero de plata que utiliza una hoja de aluminio es para aquellos en el más allá —ánimas y antepasados. Los sacerdotes taoístas emplean dinero votivo simple, sin aluminio ni hoja dorada, para diferentes propósitos, y viene en una gran variedad de diseños. Por ejemplo, el ma-ci-san (caballo, bandera y sombrilla), se utiliza para enviar al dios de la tierra local en un viaje fuera del pueblo a fin de proteger a familiares en otro lugar. “El caballo, de cierta manera, está un poco fuera de moda en algunos casos”, dice Chang. “Un hombre hizo bendecir el carro deportivo de su hijo por un sacerdote. No obstante, el hijo lo estrelló. Cuando el padre preguntó al sacerdote, él le dijo que el carro era demasiado rápido para el caballo”.
Quedan pocos artesanos que aún pegan a mano grandes hojas doradas o de aluminio.
Además de sus funciones ceremoniales, el dinero votivo tuvo otros usos en los días cuando la ciencia médica aún no se había diseminado. La gente usaba billetes votivos amarillos para cubrir heridas o picadas de insectos, porque el papel se teñía con raíz de cúrcuma, que sirve también para reducir la inflamación. Hoy, ya no se utiliza la raíz de cúrcuma como colorante. De hecho, excepto el papel de bambú que se ha utilizado desde épocas antiguas, la mayoría de los otros métodos y materiales de fabricación han cambiado.
Dentro de una fábrica moderna, las prensas de imprimir han sido reemplazadas por máquinas, y los colorantes naturales por químicos. Las hojas doradas o de aluminio, pegadas antes por manos diestras, han sido reemplazadas por aluminio directamente impreso sobre el papel. La mecanización ha mejorado la productividad y reducido significativamente los costos. “El precio por un fajo de dinero votivo hecho en fábrica es generalmente un quinto del hecho a mano”, dice Chang. “Básicamente, son papeles inútiles. Son falsos. Quemarlos es un engaño a los dioses y antepasados”. Quizás lo peor es que los colores químicos usado para la impresión son posibles causantes de emisiones de humo tóxico al ser quemados.
Las figuras que representan la fortuna, riqueza y longevidad aparecen en este diseño moderno.
Así como la producción de dinero votivo está cambiando, lo mismo ocurre con sus diseños. Los caracteres chinos estilizados para fortuna, riqueza y longevidad siguen siendo populares, pero las apariencias están satisfaciendo nuevos propósitos. “Los diseños reflejan la sociedad”, dice Chang. “Lo que la gente no puede tener en el mundo real, lo proyectan para el próximo”. Esto es cierto con respecto al dinero votivo, ya que tiene que servir para una amplia variedad de funciones. Por ejemplo, el popular “dinero lotería” parece un boleto de lotería. Otro billete ha sido especialmente diseñado para políticos, y se venden muy bien durante las elecciones. Chang explica que los candidatos hacen muchas promesas durante sus campañas electorales, y no pueden mantenerlas después de ganar. La solución es quemar dinero votivo para que las consecuencias negativas de las promesas rotas no recaigan sobre ellos. Réplicas de dinero extranjero, tarjetas de crédito y pasaportes satisfacen la necesidad de viajar en el más allá, así como lo hacen en esta vida. “El principio básico es paralelismo”, dice Chang.
La relación entre ambos mundos no siempre ha sido armoniosa. La incineración de dinero votivo fue prohibida en Taiwan durante una década a mediados de los años treinta por el gobierno colonial japonés, pero los fabricantes lograron seguir adelante en Jhunan —47 fábricas se mantenían activas en 1938 y 60 en 1940. Según Chang, seguramente tenían algún tipo de arreglo para que la ley no se les aplicara. Por su parte, los fabricantes imprimían falsas direcciones para evitar ser hallados, aunque todos sabían quién fabricaba y vendía papel votivo. Las operaciones “secretas” aumentaron los costos de producción, y los ritos obligatorios de quemar dinero votivo quedaron fuera del alcance de la gente común. Para aplacar el mundo del más allá, la gente hacía su propio dinero votivo al empastar pedazos de aluminio a las páginas de cuadernos y las despegaban a medi da que se necesitaban.
El dinero votivo se puede quemar como ofrecimiento a los dioses.
La solución que encontró la gente ante la prohibición japonesa, indicó la importante función que desempeñaba el dinero votivo en la cultura taiwanesa, la etiqueta de la ceremonia de incinerar dinero votivo ha sufrido con la prosperidad de la economía. “La gente hoy día quema dinero votivo en cantidades excesivas, pensando que les garantizará más bendiciones”, dice Chang. “Por desgracia, esto no es un asunto de cuanto más, mejor”. Por ejemplo el dinero votivo gengyi (cambio de ropa) usado durante el Festival de las Animas. Según la tradición, los creyentes invitan a personajes del más allá a una comida. Antes de cenar, se quema gengyi para ofrecer a los invitados nuevos atuendos para cambiarse. Un fajo de gengyi tiene alrededor de 200 billetes, y solamente 10 de ellos deberían quemarse antes del festejo porque en la mesa sólo se pueden colocar 10 platos y sentarse ese mismo número de comensales. El resto del fajo debería quemarse después de la comida como obsequios para que los invitados se lleven al retirarse. Si un fajo entero de gengyi es quemado, significa que se enviaron 200 invitaciones —demasiadas para una sola mesa de comida. El resultado será un gran número de invitados insatisfechos que se quedarán más tiempo para consumir apenas el postre.
Al juzgar por el tamaño del actual mercado, la gente no parece temer las consecuencias de excederse de vivir fuera de su alcance ni en este mundo ni en el otro. Pero si quemar dinero votivo realmente funciona, ¿no sería suficiente el monto que los taiwaneses ya han quemado para mantener a toda la gente libre de desastres y desgracias? “Todo depende de la creencia de cada persona”, dice Chang.