27/12/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Espejos de la historia

01/03/2001
Hung Mao Cheng, el “Fuerte de los Pelirrojos”, es en sí un libro de texto sobre la historia de Taiwan. El fuerte, originalmente construido por los españoles, está clasificado como un monumento de Grado Uno.

urante los años setenta, Taiwan sentó bases sólidas para su impresionante prosperidad económica, pero esa década también fue un período de repulsión por parte del resto del mundo. Mantener el perfil internacional fue algo difícil. En consecuencia, la gente volvió sus ojos a la cultura de su hsiangtu (tierra natal). Artistas y escritores comenzaron a inspirarse en temas taiwaneses. Los arquitectos experimentaron con nuevos estilos diseñados para reflejar la singularidad de la isla. Los especialistas culturales diseñaron programas ambiciosos para estudiar y restaurar los sitios y reliquias antiguas. Esta fiebre del hsiangtu culminó en 1982 con la aprobación de la Ley para la Preservación del Patrimonio Cultural. Alrededor de 300 edificios –40 por ciento de ellos propiedad del Gobierno, el resto de propiedad privada– han sido designados sitios históricos que deben ser restaurados y preservados.

Sin embargo, redactar una ley es sólo el primer paso. A partir de 1982, agencias competentes del Gobierno, grupos conservacionistas privados, e intelectuales han venido enfrentando difíciles déficit financieros y falta de recursos humanos, la indiferencia de los propietarios privados de algunos sitios, y la absoluta hostilidad de los proponentes del desarrollo económico a cualquier costo.

Si la conservación y la preservación son definidos como la restauración de un sitio hasta su condición original, puede entonces decirse que muy pocos de los proyectos iniciados alrededor de la isla han tenido completo éxito. Por ello, es necesario proceder cautelosamente a la hora de extraer la historia de Taiwan de estos sitios “protegidos”, ya que la mayoría de las estructuras originales han prácticamente desaparecido, devastadas por el viento, la lluvia, la negligencia, la guerra y la interminable búsqueda de la riqueza.

Con estos antecedentes, ¿qué nos puede transmitir la herencia arquitectónica sobre la historia de la isla?

Espejos de la historia

El Templo de Confucio en Tainan, construido en 1665 por Cheng Cheng-kung, fue en su época la primera escuela oficial de Taiwan.

Según la leyenda, Taiwan tuvo su primer contacto con China continental durante la dinastía Chin (221-206 A.C.), cuando esta última envió una flota en búsqueda de medicina con el objeto de inmortalizar al Emperador. Generalmente, se cree que los exploradores y mercaderes debieron haber visitado la isla en los siglos posteriores, pero no existe ninguna evidencia sobre esto.

En 1624, la corte Ming y la holandesa firmaron un tratado dándole a los holandeses un puesto de avanzada en Taiwan, a cambio de su retiro de Penghu, a medio camino entre China continental y Taiwan. Los holandeses llegaron por el sur, cerca de la actual ciudad de Tainan, y de inmediato se pusieron manos a la obra con el Fuerte Zeelandia, y poco después con el cercano Fuerte Provintia. Para ellos, la ubicación y el suelo fértil de Taiwan fueron ideales para establecer aquí una colonia y una base comercial. Sin embargo, tuvieron que enfrentar la resistencia de los aborígenes de Taiwan y de los inmigrantes Han. También debieron hacer frente a los ataques de Inglaterra, Portugal y España. El cañón que protegía los fuertes que habían construido tenía que ser capaz de cubrir ambos mares y zonas remotas. Los enemigos se hallaban por doquier.

Entretanto, los españoles habían incautado el extremo norte de Taiwan en 1626 y comenzaron a trabajar en el Fuerte San Salvador en Keelung, y el Fuerte Santo Domingo en Tamsui. Este último ha sido designado sitio histórico de Grado Uno. Durante su estadía, de 1626 a 1642, los españoles trajeron inmigrantes de China a fin de trabajar con los aborígenes en proyectos pioneros, tales como las minas de azufre en Peitou, al norte de Taipei. También construyeron iglesias para propagar el catolicismo romano, aunque ninguna de ellas sobrevivió, y trajeron misioneros, quienes predicaban, curaban enfermos, y enseñaron un poco de medicina occidental antes de ser expulsados por los holandeses.

Hacia finales de la época de control holandés, la población de Taiwan estaba formada por 80.000 aborígenes y 20.000 inmigrantes. El general Ming, Cheng Cheng-kung o Koxinga, nombre por el que se le conoce mejor en el Occidente, trajo otros 30.000 soldados y a sus familiares. Koxinga tomó a Taiwan como base para atacar a la dinastía Ching. La corte Ching, temerosa de que las tropas de Cheng tomaran el continente chino, evacuó las áreas costeras de Fukien. Muchos residentes que se encontraron sin medios de subsistencia, partieron hacia Taiwan, donde construyeron un considerable número de viviendas y templos. Pocas de esas estructuras sobrevivieron largo tiempo, pero algunos de los templos aún existen aunque en gran parte han sido renovados. El Templo de Confucio en Tainan, por ejemplo, fue construido originalmente en 1665, pero la estructura actual es fruto de una remodelación efectuada en 1712.

En 1683, Taiwan cayó finalmente en manos de la dinastía Ching, que controló la isla durante los dos siglos siguientes. Esta no hizo mucho por desarrollar esta zona bajo su dominio, contentándose con que Taiwan no se convirtiera en una guarida de piratas o una base para actividades antigubernamentales. Muchos inmigrantes llegaron a Taiwan desde la parte sureña de Fukien y la zona este de Guangdong, elevándose la población a 2 millones. La agricultura era la actividad principal, sin embargo, el comercio y la compraventa aumentaron gradualmente.

Espejos de la historia

La sede principal del Yuan de Control en Taipei representa los imponentes edificios gubernamentales construidos por los japoneses durante su ocupación de la isla.

a religión desempeñó una parte importante en las vidas de estos inmigrantes de la era Ching, quienes construyeron muchos templos, desde santuarios dedicados a los dioses terrenales hasta edificios de varios pisos decorados extraordinariamente para honrar a las principales deidades. Algunos de ellos, tales como el Templo Lungshan en Taipei, y el de Lukang en el centro de Taiwan, han sido bien preservados y todavía son importantes centros espirituales. Las fechas de construcción de estas estructuras, además de sus tamaños similares, han contribuido a que los historiadores determinen la época en que las áreas aledañas fueron cultivadas o su importancia económica.

A medida que aumentó la población, también ocurrió lo mismo con el número de asentamientos. Los centros importantes de política y aquéllos en las áreas costeras o montañosas tenían generalmente fortificaciones de un tipo u otro para proteger a los funcionarios gubernamentales y a los residentes, de los aborígenes y elementos antisociales que en esa época eran los piratas. Algunas de estas construcciones, tales como las puertas norte y sur de Taipei, han sido preservadas y renovadas, aunque el proceso las ha hecho lucir más nuevas de lo que son.

La corte Ching también estableció trece burós educativos en Taiwan y construyó unas sesenta escuelas. Los burós generalmente cumplían a su vez funciones de templos confucionistas y autoridades educativas a nivel local. El Templo de Confucio que todavía existe en Changhua, en el centro de Taiwan, fue uno de los trece burós, aunque la mayoría de las instalaciones escolares han desaparecido.

Los edificios pertenecientes a este período reflejan generalmente los estilos tradicionales traídos por los inmigrantes de China continental. Pero una segunda ola de arquitectura de estilo extranjero se inició en la década de 1860, cuando los puertos de Tamsui, Keelung, Anping (Tainan), y Takou (Kaohsiung) fueron abiertos al Occidente conforme al Tratado de Tientsin en 1858. Los comerciantes y misioneros extranjeros construyeron residencias al estilo occidental, oficinas de compañías, e iglesias, pero pocos de estos edificios sobrevivieron.

En mayo de 1895, los japoneses arribaron por el norte de Taiwan y emprendieron cincuenta años de dominio colonial. Los recién llegados hicieron mucho por la infraestructura de la isla, expandieron y reconstruyeron los puertos y autopistas, además construyeron vías ferroviarias modernas y otros medios de comunicación. También diseñaron algunos imaginativos planes de desarrollo urbano. Por ejemplo, Taipei, fue señalada para convertirse en un centro político; Taichung, en un área residencial; Keelung y Kaohsiung como puertos industriales.

Espejos de la historia

La Catedral del Santo Rosario en Kaohsiung, un edificio gótico con chapiteles, botareles aéreos y rosetones, es un monumento al gusto católico en arquitectura de Taiwan.

Muchos edificios japoneses, en particular las oficinas gubernamentales, escuelas, y hospitales, representan los conceptos occidentales de diseño y construcción. Un considerable número de estas estructuras están aún hoy en uso, por ejemplo, el Palacio Presidencial, el Yuan de Control, el Yuan Ejecutivo (el Gabinete), y algunos de los edificios de la Universidad Nacional de Taiwan y de la Universidad Nacional Normal de Taiwan.

De cierto modo, por lo tanto, los japoneses sentaron las bases para la modernización de Taiwan. Pero el proceso de “japonización” mató dos pájaros de un solo tiro: por cada edificio nuevo, docenas de estructuras del estilo chino tradicional fueron destruidas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, todos los recursos de Taiwan fueron empleados para apoyar a los japoneses en la guerra, y después de que éstos dejaron la isla en 1945, ésta quedó en bastante mal estado. El gobierno nacionalista se apropió de los edificios existentes con fines gubernamentales, pero no eran suficientes para darles alojamiento a las fuerzas armadas recién llegadas y a sus familias. El sector privado tampoco podía ayudar, ya que todos sus pocos recursos habían sido empleados para reparar los daños tras la guerra.

En los años 1950, el Gobierno lanzó varios planes de desarrollo económico, y en la década siguiente comenzaron a verse los resultados. Uno fue el dramático cambio en la arquitectura de Taipei. Los edificios de apartamento de cuatro pisos que habían sido comunes en los años 1960, fueron muy pronto sustituidos por edificios de diez o más pisos, equipados con elevadores. Los primeros edificios altos con fines comerciales comenzaron a aparecer. Estos edificios nuevos, hasta cierto punto, reflejan el romance de Taiwan con la cultura occidental. Los diseños chinos tradicionales no se dejaron de construir por completo, pero hoy día sólo se observan en un puñado de construcciones modernas, tales como el Museo Nacional del Palacio y el Santuario de Mártires en Taipei.

El hecho de que la importación al por mayor de conceptos arquitectónicos extranjeros haya sido algo positivo es un tema abierto a debate. Por ejemplo, muchos de los edificios altos de hoy tienen paredes de vidrio y absorben el calor, lo que eleva el consumo eléctrico del sistema de aire acondicionado –un concepto de diseño no muy ideal para una isla subtropical como Taiwan. Las leyes de zonificación inadecuadas y pobremente aplicadas se suman a la impresión de que muchos arquitectos contemporáneos se enfrentan a la propuesta de gastar tanto dinero como sea posible para lograr el acabado más ostentoso. Por supuesto, con el apuro de construir un futuro deslumbrante, es demasiado fácil perder el sentido de la necesidad de conservar el pasado.

En esta edición Taipei Hoy echa un vistazo a lo que queda de la herencia arquitectónica antigua de Taiwan, qué vale la pena preservar y qué se está haciendo actualmente.

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