uando los créditos finales fueron exhibidos en el Teatro China el 22 de junio durante el verano pasado, sólo un puñado de gente pudo presenciar el cierre del cine más antiguo que aún quedaba en Taipei, uno que exhibía exclusivamente películas hechas en Taiwan. Construido por los japoneses en 1937, este lugar que fue popular en cierta época en la bulliciosa zona de Hsimenting en el oeste de Taipei, atrajo la atención de unos cuantos transeúntes y curiosos armados con cámaras fotográficas durante su último día. “Recuerdo cuando la gente hacía filas durante horas para ver mi película”, dice Lee You-ning, director de cine, refiriéndose a su filme de 1985 Old Mo’s Second Spring. “Es cierto que los tiempos han cambiado. La gente joven de hoy ni siquiera consideraría ver una película hecha localmente”.
Sin embargo, hay excepciones, tales como Crouching Tiger, Hidden Dragon, de Lee Ang. La película acreedora de un premio Oscar ganó un total de NT$96 millones (US$2,78 millones) en 2000 sólo en la ciudad de Taipei. Pero queda la duda si el filme hubiera tenido tanto éxito sin la fama y publicidad que tuvo a nivel internacional. Según Lee You-ning, si una película producida localmente puede ganar NT$500.000 (US$14.490) en taquilla hoy día, se consideraría que ha tenido éxito moderado. En cambio, Old Mo’s Second Spring logró ganar NT$3 millones (alrededor de US$75.000 al cambio de 1985) en el primer día de estreno.
Las restricciones en la importación de películas hechas en EE UU fueron flexibilizadas a mediados de los ochenta. Ahora, la mayoría de los cines exhiben películas de Hollywood en lugar de las hechas en Taiwan.
Una gran mayoría de aficionados al cine prefieren las películas importadas, especialmente las producciones de Hollywood. Según la Asociación de Comerciantes de la Industria Cinematográfica de Taipei, los ingresos de taquilla de la ciudad devengados por las películas extranjeras alcanzó los NT$2.500 millones (US$73 millones al cambio de ese año) en 2000. Durante el mismo período, los filmes de idioma chino producidos en Taiwan, Hong Kong y China continental sólo ganaron NT$185 millones (US$5,4 millones). En otras palabras, el 93 por ciento de los ingresos de las salas de cine procedieron de la exhibición de producciones extranjeras durante el año pasado.
Winston T.Y. Lee, director de la Cinemateca China de Taipei, atribuye la “derrota total” de los filmes taiwaneses a la derogación, efectuada por el Gobierno en 1986, de su cuota sobre películas extranjeras importadas. Desde mediados de los ochenta, se ha permitido a muchos cines exhibir filmes extranjeros y el número máximo de copias de cada película permitido para la distribución se elevó de tres en 1984 a cincuenta y ocho en 1999. Fue también durante este período de cambio que la moneda de Taiwan se apreció marcadamente contra el dólar estadounidense, dándole a los propietarios de cines otro incentivo para importar más películas.
Esta liberalización reglamentaria, junto con la proliferación de películas de Hollywood más baratas, ha sido muy criticada por los leales de las películas taiwanesas. “Las películas están asociadas con la identidad cultural y nacional, por ello deberían protegerse y excluirse de las estipulaciones sobre libre comercio”, indica Liu Li-shing, secretario general de la Fundación para el Desarrollo de la Industria Cinematográfica de la República de China. “Si se permite que las películas estadounidenses invadan libremente el mundo, entonces la llamada villa global sería esencialmente una villa estadounidense”.
Taiwan ya está bastante encaminada hacia la “americanización” en muchos aspectos, pero esta tendencia no parece estar preocupando a nadie, señala Liu. El agrega que los distribuidores estadounidenses logran más beneficio que los propietarios de cines locales en términos de participación de ingresos. Durante la primera semana de estreno de una película, los distribuidores reciben generalmente el 70 por ciento de los ingresos de taquilla, en comparación con el 30 por ciento que recibe el dueño del cine. Esta proporción es ajustada en etapas con los distribuidores cediendo el 5 por ciento a los propietarios de los cines en cada semana siguiente. Pero los distribuidores ganan generalmente más porque la mayoría de los aficionados al cine en Taiwan prefieren ir a ver las películas apenas se estrenan.
Ocupando un antiguo teatro, el Museo de Imágenes de la Municipalidad de Hsinchu es uno de los pocos lugares donde se puede conocer sobre la historia del cine en Taiwan.
Liu se queja también de la desventaja injusta para los propietarios de cine, en comparación con otros países en la región. Por ejemplo, la proporción de participación en Japón y Corea del Sur es generalmente de 60 a 40, la de Singapur y Tailandia es de 50 a 50, y la de China continental, de 10 a 90, según Yang I-ping, presidente de la Asociación de Comerciantes de la Industria Cinematográfica de Taipei. Liu menciona el éxito que países tales como Francia y Corea del Sur han logrado en la protección de sus industrias locales.
El descenso de la industria cinematográfica local no significa que la isla sea incapaz de producir buenas películas. De hecho, muchos directores han ganado premios importantes en afamados festivales cinematográficos internacionales. Al mismo tiempo, el Departamento de Asuntos Cinematográficos de la Oficina de Información del Gobierno (GIO, siglas en inglés) ha estado animando el talento autóctono mediante la ayuda financiera. A partir de 1990, la oficina ha brindado subsidios a los solicitantes que presentan proyectos cinematográficos valiosos. Este año cinco solicitantes recibieron NT$5 millones (US$145.000) cada uno, y otros cinco recibieron NT$10 millones (US$290.000) cada uno. La Fundación para el Desarrollo de la Industria Cinematográfica, establecida en 1975 y fundada principalmente por la GIO para revisar las solicitudes de subsidios entre otras tareas pertinentes, concedió asistencia financiera a los creadores de filmes cortos y documentales entre 1991 y 1997. Esta agencia gubernamental se hizo cargo de esta responsabilidad en 1998 y ha otorgado NT$8 millones (US$232.000) en concesiones este año.
La GIO también ha destinado un total de NT$50 millones (US$1,45 millones) para el mejoramiento de las instalaciones de post-producción de Taiwan en 2000 y 2001. En el pasado, los productores de películas locales se veían obligados a ir al extranjero para terminar sus películas debido a la falta de equipos apropiados en la isla. El Gobierno espera que sus contribuciones ayuden a reducir los costos de producción y darle un impulso a la industria cinematográfica local. Asimismo, durante los últimos dos años, se gastaron NT$20 millones (US$580.000) en el subsidio de siete cines en cuatros ciudades principales de la isla para exhibir exclusivamente filmes producidos localmente. El departamento paga también para que las películas locales participen en los festivales cinematográficos internacionales, promueve candidatos nominados para premios en tales eventos, y ofrece premios en efectivo para las películas que son nominadas o galardonadas con premios internacionales.
Otros esfuerzos para promover la industria local incluyen el lanzamiento del Premio Caballo Dorado en 1962 por la GIO. La administración de este premio, el equivalente taiwanés al Premio de la Academia, ha sido comisionada a la Fundación para el Desarrollo de la Industria Cinematográfica desde 1990. A partir de 1997, la competencia ha sido extendida para dar la bienvenida a todas las películas de idioma chino, incluyendo aquellas hechas en China continental, con la esperanza de internacionalizar el evento. Con el fin de introducir a los aficionados al cine a una mayor variedad de películas, la GIO comenzó a celebrar el Festival Cinematográfico Caballo Dorado en 1980 como un evento anual. “Con anterioridad a este festival cinematográfico, no había virtualmente ningún mercado en Taiwan para los filmes europeos”, indica Winston Lee. “El festival ayuda a fomentar el interés tanto del público como de los importadores. Y creo que muchos directores taiwaneses han sido inspirados por estas películas”.
Los problemas presupuestarios han forzado a la Cinemateca China de Taipei, que tiene la tarea de preservar las películas realizadas a nivel local, a abandonar algunos de sus proyectos.
a apreciación de las películas ha sido también impulsada por la flexibilización de la censura del Gobierno. El público ya no queda desorientado debido a los cortes de segmentos censurados en las películas por mostrar escenas de desnudez. Las restricciones políticas también han sido flexibilizadas. En 1989, dos años después de la derogación de la ley marcial, Hou Hsiao-hsien, cineasta, completó A city of Sadness. Esta ofreció al público local e internacional una visión del incidente del 28 de febrero considerado anteriormente un tabú, que involucró la represión gubernamental de los taiwaneses nativos en 1947. La película ganó el premio por mejor película en el Festival Cinematográfico de Cannes y marcó la primera victoria importante para una película hecha en Taiwan en un evento internacional.
El Gobierno también se ha responsabilizado de la tarea de preservar la cultura cinematográfica local. Fundada por la GIO y el Consejo de Asuntos Culturales (CCA, siglas en inglés), la Cinemateca China de Taipei se dedica a adquirir, restaurar, y catalogar las películas producidas localmente desde hace muchos años, así como los artefactos relacionados con esta industria: afiches, accesorios, y proyectores. La Cinemateca publica también periódicos pertinentes y en 2002 tiene planeado completar un libro de referencia con la cronología de los principales eventos en la historia cinematográfica local. Además, la organización selecciona películas tanto locales como extranjeras relacionadas con temas particulares cada dos meses, y está planeando mostrar filmes producidos localmente de sus archivos en teatros alrededor de la isla a partir de este año.
Algunos gobiernos locales también han tomado un rol activo en la promoción de los filmes hechos en Taiwan. En mayo de 2000, el Gobierno de la Ciudad de Hsinchu fundó el Museo de Imágenes de la Municipalidad de Hsinchu en un antiguo teatro construido por los japoneses durante la ocupación colonial (1895-1945). Este muestra películas locales y extranjeras del pasado y documentales más recientes, así como filmes artísticos y comerciales. El museo permite a los visitantes palpar más de cerca el arte de la cinematografía, y es uno de los pocos lugares en la isla donde la gente puede conocer el desarrollo de esta industria a través del tiempo. Según Lin Chen-wen, director del museo, entre mayo de 2000 y mayo de 2001, el número de visitantes llegó a los 100.000. Aunque el museo ofrece actualmente entrada gratuita, los problemas presupuestarios podrían forzarlo a cobrar entrada a partir de este año.
Otro esfuerzo a nivel local es el Festival Cinematográfico de Taipei en la capital de la isla. El evento ha sido celebrado anualmente desde 1998, a excepción del año pasado, a un costo de aproximadamente NT$30 millones (US$870.000) anuales. El evento de diez a doce días de duración fue organizado anteriormente por el Departamento de Información de la ciudad, pero será organizado por el Buró de Asuntos Culturales a partir de este año. El festival se centra en la exhibición de películas y competiciones, incluyendo un concurso para los estudiantes internacionales de cinematografía.
Una aplastante mayoría de aficionados al cine continúa prefiriendo las películas extranjeras. En 2000, el 93 por ciento de los ingresos de taquilla procedieron de películas de otros idiomas diferentes al chino.
A pesar de los esfuerzos continuos para mejorar la industria cinematográfica local, los resultados han ido apareciendo lentamente. “El presupuesto del Gobierno para los asuntos culturales es reducido, y promover la industria cinematográfica no es verdaderamente una prioridad”, señala Winston Lee. Por ejemplo, entre NT$45 millones y $50 millones (US$1,3 millones y $1,45 millones) fueron solicitados para el presupuesto del año pasado de la Cinemateca China de Taipei, pero sólo NT$30 millones (US$870.000) fueron recibidos. La escasez de fondos ha forzado a la Cinemateca a abandonar algunos de sus proyectos o dejarlos parcialmente terminados, agrega Lee. Por ejemplo, la organización planeó exhibir una compilación de entrevistas con ex directores, actores y técnicos para ilustrar el desarrollo de la isla, pero apenas pudo realizar unas cuantas entrevistas debido a la falta de fondos.
El Museo de Imágenes de la Municipalidad de Hsinchu es otro instituto que sufre la falta de financiación. Lin Chen-wen, su director, dice que el gobierno de Hsinchu está considerando cortar una porción significativa de su presupuesto de NT$20 millones (US$580.000) en el año 2002. “No comprendo por qué algunos funcionarios querrían reducir un presupuesto que ya es tan limitado. Cuesta mucho más construir una carretera que promover las actividades culturales”, dice Lin. “Las reducciones en las actividades culturales causarán efectos profundos y duraderos en la sociedad”.
Pero subsidiar la industria acarrea sus propios problemas. Peggy Chiao, productora cinematográfica, cree que el Gobierno ha perdido su enfoque, porque concede indiscriminadamente subsidios a filmes comerciales y no comerciales. “El Gobierno debería subsidiar filmes que valgan la pena y crear un ambiente favorable para los inversionistas”, sugiere Chiao. Ella añade que el proceso de selección para los subsidios es injusto ya que a menudo se basa en opiniones subjetivas de los jueces y no en factores objetivos.
Las desventajas financieras obstaculizan la producción de filmes locales, incluso en el área de exenciones tributarias para los inversionistas cinematográficos. Li Li-shing, de la Fundación para el Desarrollo de la Industria Cinematográfica, cree que las leyes relacionadas con los beneficios tributarios para los inversionistas cinematográficos deberían ser enmendadas. En la actualidad, la Ley de la Industria del Cine coloca a las películas bajo la categoría de “haberes culturales”, que serían respaldadas por el Gobierno, pero los inversionistas en la industria cinematográfica no reciben beneficios tributarios. “Cada segmento de esta industria —productores, distribuidores, y propietarios de cine— pagan los impuestos relacionados”, señala Liu. “Parece como si las autoridades gubernamentales creyeran que la industria cinematográfica local no necesita asistencia alguna”. El agrega que los impuestos son incluso cobrados en los subsidios concedidos a los cinematógrafos. “Parece que no hay una política general para asistir a la industria cinematográfica local”.
omo una sociedad diversa con una cultura abierta, Taiwan podría ser un lugar ideal para hacer películas, pero el consenso general en la industria es que éste no es el caso. “El poder creativo en el campo del cine es tremendo, pero el ambiente no es favorable. Por ejemplo, con algunas excepciones tales como el Museo de Imágenes de la Municipalidad de Hsinchu, hay muy pocos lugares donde los filmes no comerciales, especialmente los hechos a nivel local, sean exhibidos”, dice Singing Chen, directora de documentales. Para ayudar a corregir la situación, varios directores organizaron un festival de filmes cortos de una semana de duración llamado Festival Cinematográfico Purely Sixteen en 2000. Según Chen, la mayoría de las exhibiciones fueron a casa llena y el evento fue extendido por una semana para complacer el interés del público. El festival tuvo tanto éxito que los organizadores celebraron otro evento similar en octubre del año pasado.
Las películas cortas y los documentales son un aspecto importante de la industria porque muchos directores comienzan sus carreras con estos géneros. “Debe dársele mucho crédito a la TV Pública, porque ha sido un productor importante de documentales”, indica Chen, quien ha contribuido con filmes al canal sin fines de lucro. Otro avance ha sido el establecimiento del Instituto de Posgrado de Estudios de Sonido e Imagen en Documentales en 1996 en el Colegio Nacional de Artes de Tainan. Esta escuela es la primera de su tipo en Taiwan y tiene como objetivo fomentar a los realizadores de documentales en el nivel de posgrado y ayudar a crear más lugares para exhibir filmes cortos y documentales.
El instituto de posgrado no será el único de su tipo. La Universidad Nacional de las Artes de Taipei planea establecer un colegio de cine en 2003, formado por un departamento de posgrado y una escuela de posgrado. “El sistema educativo de Taiwan debería enfatizar la apreciación de los asuntos culturales y el arte cinematográfico tan pronto como en el nivel de escuela primaria”, dice Winston Lee. “De este modo, se puede formar a amantes del cine y crear un lugar donde se pueda desarrollar los filmes artísticos”. El agrega que Francia ya ha tenido cierto éxito en este aspecto.
Una tarea igualmente importante, en la opinión de Peggy Chiao, es cambiar la administración de los asuntos cinematográficos, de la GIO a la CCA, la cual será elevada al nivel ministerial. Winston Lee está de acuerdo con ésto. “El CCA debería supervisar la industria cinematográfica ya que su misión es proteger los haberes culturales”, dice. En el presente, la revisada Ley Orgánica del CCA, colocando los asuntos relacionados con la industria del cine bajo su jurisdicción, ha sido aprobada en la primera lectura del Yuan Legislativo. Una vez que el obstáculo legal sea superado, la gente de la industria cinematográfica podrá ver una mejoría en el manejo por parte del Gobierno de sus asuntos. Y posiblemente, algún día, un sucesor del Teatro China será inaugurado para un público numeroso y apreciativo que aplaudirá el estreno de películas producidas en Taiwan.