o primero que suelen notar los visitantes es la ausencia de cables de electricidad colgando de poste a poste. A medida que caminan los 359 metros de la Calle Hoping (que significa “paz”) en el Pueblo Tahsi en el Distrito de Taoyuan, les impresionarán los edificios elegantes y muy decorados, ubicados en fila a lo largo de la calle, y el arreglo de los letreros de las tiendas en tamaños y estilos uniformes –a diferencia del revoltijo de rótulos que caracteriza la mayoría de los distritos comerciales en Taiwan. Sentarse a beber té en el patio de una casa antigua bastante bien preservada, completa el sentimiento de ser transportado a épocas pasadas, más tranquilas, más elegantes.
La Calle Hoping fue construida a finales del siglo XVIII en la época cuando Tahsi (literalmente “gran arroyo”) –un puerto ubicado en el río Tahan, que fluye hasta la parte alta del río Tamsui– era un próspero centro comercial. En 1919, la administración colonial japonesa se hizo cargo del proyecto de reconstrucción cuyos resultados pueden observarse aún en las fachadas de muchas de las tiendas que dan a la calle. La construcción fue financiada por los mismos dueños de las tiendas, cada uno compitiendo para mostrar su riqueza, creando una estructura más llamativa que la de sus vecinos.
Después que el río Tahan se obstruyó con sedimentos y las líneas ferroviarias pasaron a llevar gran parte de la carga de transporte a mediados de este siglo, el comercio en Tahsi empezó a declinar –y la Calle Hoping perdió su atractivo. Con el paso del tiempo, algunos de los edificios antiguos en la calle fueron demolidos para dar cabida a casas más grandes y altas. Sin reglamentaciones destinadas a preservar estos sitios históricos, el área fue despojada gradualmente de su esplendor del pasado, convirtiéndose en otro lugar ignorado de un lejano pueblo. “Ni siquiera los residentes de estas casas reconocían la belleza y significado histórico de sus viviendas”, dice Chiu Chuang-fu, director de la Sociedad para la Reconstrucción de la Calle Antigua de Tahsi (TOSRS, siglas en inglés), establecida en 1996 por un grupo de residentes del pueblo.
La organización de Chiu apareció tras el resurgimiento del interés en los tesoros arquitectónicos del pueblo, que comenzó en los años setenta –tomando auge cuando los intelectuales especializados en historia, cultura y arquitectura de Taiwan, descubrieron que había aún mucho en Tahsi que valía la pena estudiar. Por suerte, durante décadas en la Calle Hoping no se realizaron construcciones públicas importantes que pudieran haber cambiado su apariencia. Más de la mitad de las fachadas decorativas en la calle se mantuvieron en buenas condiciones, y presentaban una mezcla única de elementos arquitectónicos europeos y chinos. Sus formas claras y curvas, y motivos decorativos elaborados, sugieren el estilo barroco popular del siglo XVII. “Los japoneses admiraban la cultura europea”, explica Chiu. “Ellos designaron Tahsi como uno de los lugares en su colonia para experimentar con edificios hechos siguiendo el estilo europeo”. Pero las imágenes chinas tradicionales y símbolos propicios fueron también agregados a los diseños, y estas bellas fachadas se convirtieron en ejemplos de un capítulo importante en la historia de la arquitectura de Taiwan.
Algunos de los intelectuales que se han enamorado del antiguo Tahsi en el curso de su trabajo de campo, decidieron finalmente llevar su aprecio por esta herencia cultural más allá de las barreras de la investigación académica. Ellos fueron puerta por puerta a lo largo de la calle para conversar con los residentes, buscando elevar su conciencia del legado precioso que había sido dejado a sus familias y urgirlos a asegurar su supervivencia. Aparte de estas discusiones surgió la idea de fundar una organización formal –TOSRS– para realizar proyectos, no sólo para preservar la singularidad de la Calle Hoping, sino también enriquecerla. Este esfuerzo atrajo la atención del Consejo para los Asuntos Culturales (CCA, siglas en inglés) del Gobierno, que había estado patrocinando proyectos de desarrollo en el nivel local desde mediados de los años noventa. El CCA colocó la Calle Hoping en la lista de prioridades para asistencia.
Tiempo de festival en la Calle Hoping. Una procesión religiosa pasa ante una fila de edificios renovados que han ayudado a restaurar algo de la gloria pasada del Pueblo de Tahsi.
a primera actividad de TOSRS, emprendida en 1997, fue un plan para diseñar un patrón uniforme para los rótulos de las tiendas. Fue una prueba importante de la habilidad novata de la organización en lograr el consenso de la comunidad, especialmente cuando los dueños de las tiendas tenían que pagar ellos mismos por los nuevos letreros. “Como muchos letreros habían sido restaurados después de la época de tifones, no esperaba más de veinte respuestas positivas entre las sesenta y tres familias en la calle”, recuerda Chiu Chuang-fu. “Pero al final, nada más que cuatro tiendas no hicieron el cambio de nuevo letrero que había sido seleccionado por votación”. Animados por esta íntima solidaridad, TOSRS concluyó que era el momento oportuno para mayores esfuerzos de renovación. Solicitó propuestas de arquitectos de todo Taiwan para un proyecto que incluiría reparar e impermeabilizar las fachadas y las galerías de los edificios, ocultar los cables eléctricos colocándolos subterráneos, y diseñar e instalar un estilo uniforme de iluminación, letreros de las calles, bancos, cabinas de teléfonos, y hasta los botes de basura. La propuesta que ganó, con Chiang Hung-i, residente de Tahsi como el arquitecto líder, fue elegida mediante el voto de la comunidad.
El trabajo en esta primera etapa del proyecto Hoping, financiado por el CCA con una concesión de NT$35 millones (US$1 millón), comenzó en febrero de 1998 y concluyó aproximadamente un año y medio después. Durante ese período, los residentes se reunieron por lo menos dos veces al mes con los arquitectos y constructores para tratar los detalles del trabajo de construcción. “Celebramos más de 200 reuniones”, dice Chiu. “Todo el proceso, desde su inicio hasta su terminación, ha involucrado la participación substancial de los residentes de la calle”. La segunda etapa del proyecto, que procura reemplazar los edificios que no cuadran con el estilo arquitectónico original, tuvo que ser pospuesto indefinidamente después del severo terremoto de septiembre de 1999, cuando el presupuesto previamente destinado fue transferido para los programas de ayuda. En lugar de ello, el plan continuó con la tercera etapa: la restauración de la vía ferroviaria al tipo de superficie de guijarros que tenía originalmente, con la obra programada para comenzar a finales de este año. “Las embarcaciones que solían recorrer las rápidas corrientes del río Tahan, llevaban cargas de piedra pesada como lastre”, explica Su Yung-hsiang, miembro de TOSRS que opera una mueblería. “La Calle Hoping fue pavimentada originalmente con estas piedras”.
El trabajo de albañilería acercará más aún el espíritu de las generaciones pasadas a la Calle Hoping. Pero es el negocio de Su, en vez del arte de cantería, el que representa la principal actividad comercial en la calle. Ubicada cerca de algunas áreas boscosas exuberantes, Tahsi se ha distinguido desde hace tiempo por su producción de artículos de madera, incluyendo herramientas agrícolas, muebles y decoraciones interiores. Desde los años sesenta, los altares de madera tradicionales chinos para adorar deidades taoístas y budistas, han venido a dominar el negocio de la carpintería. Los visitantes que hoy día vienen a la Calle Hoping hallarán más de la mitad de las tiendas llenas con estos altares elegantemente tallados.
Sin embargo, esa industria está en descenso, debido a la importación de artículos de madera de China continental y la falta de espacio en los apartamentos modernos para esos muebles de grandes dimensiones, tales como los altares. “Para competir con productos de China continental, que son menos costosos pero también son elaborados con menos artesanía”, dice Su Yung-hsiang, “planeamos introducir algunos productos nuevos, tales como sillas y mesas de té, que tengan un precio razonable y sean de tamaño más pequeño”. Con la perspectiva de ayudar a revivir la industria, TOSRS patrocinó el año pasado un concurso de diseño de muebles de nivel nacional y, con la asistencia financiera del Gobierno, tratará de que las piezas concursantes ganadoras sean producidas de manera comercial.
TOSRS está también prestando atención a atraer más turismo al área –y procurar que los visitantes se queden allí por más tiempo para ayudar a estimular la economía local. Un problema descubierto por el grupo fue la falta de lugares para que los visitantes se sentaran a comer, pero este defecto ya ha sido rectificado con la apertura de varios restaurantes y cafeterías. Los propietarios de uno de estos establecimientos son Chiang Hsin-hsi, cuya familia ha vivido en la Calle Hoping por generaciones, y su esposa Chien Hsiu-wen, también nativa de Tahsi. En 2000, alquilaron una casa en la calle que tenía más de un siglo de antigüedad y luego pasaron meses reparándola. El resultado es un ambiente único que una revista doméstica ha incluido en una lista de las diez mejores cafeterías de Taiwan. “Hasta ahora, mi tienda no ha sido un negocio muy provechoso”, dice Chiang. “Pero eso está bien conmigo, porque estoy haciendo esto más por devoción a mi comunidad que por la ambición de ganar dinero”. Sin embargo, la pareja sigue teniendo optimismo en que las ganancias aumentarán, una vez que aumente la entrada de turistas a Tahsi.
Esta tienda de medicinas herbarias chinas tradicionales ha operado en la Calle Hoping por más de cien años.
a perspectiva del aumento de turismo ha atraído a personas jóvenes, tales como Yao Tzu-ying, de veintiocho años, a regresar a su pueblo de Tahsi en búsqueda de una carrera. Siendo hija y nieta de carpinteros expertos, Yao opera ahora una tienda en la Calle Hoping, que vende productos locales y sirve alimentos hechos a base de cuajada de soya –otro producto por el que Tahsi es también famoso. De hecho, la oficina central de Huangjihsiang, una de las marcas más famosas de cuajada de soya seca, está ubicada justo en la Calle Hoping. “Estamos adaptando nuestro negocio tradicional para satisfacer las demandas del mercado orientado hacia el turismo”, dice Yao en medio de mesas y sillas de madera hechas en la fábrica de su familia. “Para mí, aunque al principio me sentía un poco incómoda con el paso lento de la vida aquí, después de vivir en la ciudad por más de una década, me he acostumbrado a mi actual estilo de vida gracias a la comodidad, la tranquilidad y la compañía de vecinos amables”.
Yao tiene planeado expandir su restaurante si el número de turistas aumenta, pero primero necesita tratar otro problema –resolver la congestión del tráfico y el estacionamiento de autos en las calles angostas del antiguo Tahsi. Hsieh Hsiao-yun, directora del Buró de Asuntos Culturales del Gobierno del Distrito de Taoyuan, está proponiendo la construcción de un estacionamiento grande en algún lugar del pueblo “con autobuses de servicio rápido y continuo para llevar a los pasajeros a la Calle Hoping, y a otros lugares turísticos de la zona”. Ella considera el proyecto de renovación de la calle como parte de uno más grande que incluye recursos turísticos para todo el distrito. El alcalde de Tahsi, Tzeng Rung-chien también tiene esta opinión, sugiriendo que los turistas ofrezcan un paseo integrado a lo largo del río Tahan.
Pero todavía faltan el presupuesto y los recursos humanos necesitados para hacer realidad estas ideas. Hsieh, cuyo departamento este año está recibiendo sólo 0,3 por ciento del presupuesto del distrito, se queja de que “los asuntos culturales son bastante marginados en todos los niveles de la administración de Taiwan”. Quizás eso cambiaría si el Gobierno Central toma seriamente la meta propuesta por el primer ministro Yu Shyi-kun de doblar el número de visitantes extranjeros que vienen a Taiwan en seis años. Para que se haga realidad ese objetivo, Taiwan necesitará desarrollar más destinos turísticos, tales como la Calle Hoping, equipada con todas las instalaciones que satisfarían a los viajeros internacionales. Este desarrollo también serviría para satisfacer el propósito inicial del proyecto Hoping –“permitir que más gente local pueda ganarse la vida sin abandonar su pueblo natal” en palabras de Chiu Chuang-fu. Si ese deseo se hace realidad, la calle no sería sólo una reliquia del pasado, sino un testamento permanente para la historia.