27/12/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

EN EL MUNDO DE LO QUIESCENTE

01/01/2009
Flor y misericordia I Oleo sobre lienzo de lino, 2007 130 x 89 cm

La serenidad característica de las obras de Shi Song es la manifestación directa de sus esfuerzos por entender la verdadera esencia de la vida y el sufrimiento.

Un caluroso día de verano, un hombre de mediana edad y su esposa visitaron la Casa de Té Wisteria en Taipei para ver una exhibición de las pinturas del artista taiwanés Shi Song. Al hombre le llamó la atención la sensación de serenidad expresada en las naturalezas muertas del pintor. Tomó un banco de madera, y ajeno a lo que sucedía a su alrededor, se sentó embelezado a ver las obras por más de una hora.


Los óleos que fascinaron al hombre son las obras de un artista que se considera un simple artesano, pero cuyo trabajo ha conmovido a muchas personas con sus minuciosos detalles y enorme sensación de paz. Shi Song nació en 1947 en Shanghai. Recibió los cuidados de un pariente cuando era niño durante la Guerra Civil China. Llegó a Taiwan cuando tenía dos años, y a los cinco años se reunió nuevamente con su familia en Taipei. Años después, Shi Song expresó que este período fue la causa principal de la inseguridad que sintió mientras crecía. “Cuando era niño, en mi mente giraban preguntas como ‘¿por qué existo?’ y ‘¿por qué no soy otra persona?’”, dice Shi. Asimismo, él cree que esta incertidumbre sobre la vida le llevó también a buscar maneras de alcanzar la paz interior y encontrar la liberación del sufrimiento. Resultó que la pintura se convirtió en la herramienta perfecta para su búsqueda. Le permitió seguir su pasión por el arte al mismo tiempo que buscaba las respuestas a esas grandes interrogantes.


Su interés en la pintura nació cuando todavía era niño. Después de reunirse con su familia en Taiwan, recibió educación en artes y humanidades, y así logró hacer realidad su sueño de ser artista. Tras graduarse del Instituto Nacional de Artes de Taiwan (ahora la Universidad Nacional de Artes de Taiwan) en 1970, y haber completado el servicio militar en 1972, Shi buscó la oportunidad de estudiar en la École Nationale Supérieure des Beaus-arts en París por tres años. Considerada por muchos como la capital del arte del mundo occidental, el joven Shi veía a París como el lugar donde se establecían los estándares mundiales del arte.

Un hombre invisible
Durante su estadía en París, Shi experimentó ser tratado como un extranjero. El describe que el sentido de inferioridad y soledad que le afligía, le hizo sentirse “como un hombre invisible que caminaba en una hermosa tarjeta postal”. Con el fin de expresar su descendencia china, trató de mezclar elementos chinos en sus pinturas de estilo occidental, pero sus obras fueron críticas por carecer de vida, y por los simples efectos visuales de la mezcla de elementos. La crítica fue un golpe para Shih. Pero también le ayudó a recordar que cualquier forma artística debería ser una representación genuina y una respuesta a las experiencias de la vida real.


Luego, pasó un año y medio dedicado a una serie de pinturas de dos actores de calle en una estación del metro —un acordeonista ciego y un flautista minusválido, quienes trabajaban juntos, dice. Shi usó mapas de París como lienzos y trabajó con diferentes tipos de pintura en la serie. Nunca ha mostrado estas obras al público.

Para el artista Shi Song, la representación de objetos ordinarios es simplemente una manera de registrar con honestidad sus percepciones. (Chang Su-ching)

Después de tres años en el extranjero, Shi volvió a Taiwan. Con su experiencia de haber observado la animada estética parisina en los campos de la pintura, el arte infantil, la moda y el diseño de interiores, Shih dice que sintió un llamado para tratar de reducir lo que consideraba “deficiencias” en estas áreas en Taiwan. Su estadía en París le enseñó que los logros artísticos que tanto admiraba en Francia eran simplemente el producto de la rica herencia cultural de esa nación. Por eso, pensó que al fomentar los recursos de Taiwan tendría un efecto similar en su tierra natal. “Decidió que no sería tan significativo traer las artes y técnicas más avanzadas de vuelta, porque era una época en que se carecía de muchos recursos culturales básicos aquí”, dice.


Shi regresó a Taiwan en 1975. Trabajó primero como redactor jefe de Lion Art Monthly, y luego como editor ejecutivo de Echo Publishing Co. En los años siguientes, Shi ayudó a crear dos de las primeras y más exitosas publicaciones infantiles producidas en Taiwan: la serie Enciclopedia Infantil Eco y la serie de Cuentos folclóricos chinos. Los cuentos e ilustraciones tuvieron tanto éxito que los libros se convirtieron en los más populares para los niños en los años ochenta, y hoy todavía son muy apreciados por adultos y niños.


Al mismo tiempo que trabajaba como editor, Shi siguió con su arte, y centrándose principalmente en motivos locales. A finales de los años setenta, él se dedicó a la xilografía, un método tradicional de imprenta que tuvo sus orígenes en China continental, porque ofrecía un sentido de conexión con la cultura china y la identidad personal. En una de sus xilografías, El agricultor de Meinong juega el huqin, capturó la expresión atenta y gentil de un fornido agricultor que estaba en un templo local tocando el huqin, un instrumento de cuerdas que se toca con arco empleado en la música china. Otros personajes de sus xilografías incluyen un vendedor en las calles del Distrito Wanhua en Taipei, un maestro masajista ciego y un adivinador en el Templo Lungshan de Taipei.


Algunos se preguntaban los motivos del cambio a otra forma artística, sin embargo, Shi dice que el arte es principalmente una manera de mantener ocupadas sus manos, para que su mente se mantena activa y alerta. Según él, así como la pintura, la xilografía es una herramienta para tratar de entender mejor la vida.

Pincel con budismo
A mediados de los años ochenta, la madre de Shi enfermó y tuvo que ser hospitalizada con frecuencia. La angustia que sentía con la enfermedad de su madre le llevó a comenzar una serie de bosquejos en tinta de Guanyin, el bodhisattva de la compasión en el budismo. La tarea requirió de total coordinación de la mano y el pincel para crear la imagen basada en líneas finas y suaves. Cualquier falla en la concentración hubiese resultado fácilmente en manchas de tinta sobre el delicado papel de India. “Tenía que mantener mi mano firme, controlar mi respiración y apartar toda la ansiedad, a fin de alcanzar un estado parecido al de la meditación, que trata liberar la mente de cualquier tipo de pensamiento,” dice.


Su madre falleció poco después de comenzar a hacer bosquejos, sin embargo, Shi continuó con la serie a la espera de entender mejor la pena por su pérdida y la transitoriedad de la vida misma. Dibujó 33 bosquejos en total. Cada uno acompañado de un ensayo con sus reflexiones sobre la vida y las relaciones. La serie fue publicada en 1991 por Lion Art Publishing.


Su interés en el budismo continuó creciendo y comenzó a meditar, leer libros sobre la religión y a usar su pincel para copiar escrituras que le parecían significativas. Como una forma de reverencia, a finales de 1995, empezó a contar las historias de la vida de Buda a través de sus pinturas al óleo. Después de leer las escrituras en búsqueda de inspiración, Shi creó una serie compuesta por una docena de pinturas sobre los acontecimientos en la vida de Buda. La serie fue ambientada al aire libre con árboles exuberantes, porque Buda nació, fue iluminado y falleció debajo de árboles. Shi también iluminó su imagen con rayos de sol y sombras, lo que marca una diferencia con la representación tradicional de Buda como un ser iluminado desde adentro. El explica que fue un esfuerzo intencional para acercar más a Buda a la humanidad. “Buda caminó también sobre la Tierra, así como todos nosotros lo hacemos”, dice.

Naturalezas muertas
A principios de los años noventa, su creatividad se centró en la pintura de naturalezas muertas o bodegones. Su inspiración fue un rayo de sol que pasaba a través de una ventana en su estudio. El escribió en uno de sus libros, “Qué plácida y clara se veía la luz. Con cuánta tranquilidad se movían la luz y su sombra. La luz viajó millones de millas antes de llegar a mi pequeño patio, parecía que me hablaba de la transitoriedad de la vida y de lo insignificante que era mi existencia en este mundo. A medida que seguía la luz en la pared moteada, parecía que todo el ajetreo y bullicio del mundo se disipaba y desaparecía”.

Familia ordinaria Oleo sobre lienzo de lino, 2005 72,5 x 100 cm

Shi recuerda que se dijo a sí mismo, “Voy a dejar que la luz me diga qué pintar”. Colocó una antigua mesita auxiliar de madera contra la pared, debajo de la ventana y colocó objetos que tenía a mano sobre la mesita —una maceta, una concha marina que recogió en cierta ocasión, ramitas de osmanthus del jardín. Sin tratar de impresionar a nadie o seguir un estilo de pintura particular, Shi comenzó a pintar una serie de objetos comunes.


El escritor Yu Tien-tsung cree que para Shi, pintar una naturaleza muerta es más una manera de meditar que un acto deliberado de creación artística. En lugar de centrarse en sus penas y deseos personales, Shi prefiere ser observador del mundo. Así logra encontrar la belleza en los objetos mundanos y obtiene un mejor entendimiento y sabiduría sobre la naturaleza de la transitoriedad de la vida.


Las obras de Shi se caracterizan por su meticulosidad y estilo fotorealista, sin embargo, el ambiente pacífico de sus naturalezas muertas da la sensación de que no fueran imágenes de este mundo. “Las pinturas de Shi Song son el producto de una combinación natural de sus experiencias artísticas y la meditación budista. En conjunto, estos aspectos ofrecen al espectador un vistazo de su mundo interior”, dice Huang Ming-chang, reconocido maestro de pinturas al óleo en el mundo de habla china. “Se puede sentir calma, satisfacción y serenidad en sus obras, una expresión fiel de su carácter. Para un pintor no es fácil lograr la unidad perfecta del artista y su arte como lo ha hecho Shi”.


Para Shi, la representación de objetos ordinarios es simplemente una manera de registrar honestamente sus percepciones. “Todo lo que hago es observar y trabajar con mis manos”, dice, y agrega que no le da tanta importancia al estilo. “No me preocupa si algunas personas no consideran que mis pinturas sean obras de arte”, dice.


Algunas de las obras de Shi se desvían del estilo fotorealista de sus naturalezas muertas a fin de conferir una perspectiva más profunda en la vida. En la serie de tres pinturas con el tema de las flores camelia llamado Dispuesto a ser el terreno primaveral, él emborrona algunas flores y hojas para mostrar la naturaleza siempre cambiante de la vida. En esta serie, el deseo de mostrar cada detalle de las flores es reemplazado por la tolerancia y la alegría de aceptar la mutabilidad de la vida.


En sus naturalezas muertas u otras pinturas menos fotorealistas, la excelente habilidad de Shi para capturar la luz natural impregna un aura poética a sus obras. Esta fuerza atrae inmediatamente a los espectadores hacia la armonía que las obras transmiten. Huang señala que observa rasgos del maestro holandés Johannes Vermeer en las obras de Shi. “La madurez de su interacción entre la luz y el color transmite un efecto poderoso y duradero, un estado quiescente elevado”, dice Huang.


Quizás haya sido esto, lo que hizo que el hombre de edad mediana en la Casa de Té Wisteria se quedara por tanto tiempo frente a las obras de Shi. El mismo artista narró esta historia del hombre perdido en la contemplación en la casa de té. Shi dijo que fue un encuentro casual entre extraños. El hombre nunca mencionó su nombre. Mientras conversaban, el hombre le dijo que aunque sabía poco de arte, se había conmovido, al punto de casi derramar lágrimas, por el sentido paz interior que le inspiraron las pinturas. Shi no cuenta la historia de su encuentro con este hombre con el propósito de exaltar su obra, sino para resaltar el enorme deseo de tranquilidad, del verdadero estado quiescente, que mucha gente experimenta en sus vidas ajetreadas.


Shi pinta por la misma razón en búsqueda de una forma artística que ejercite su mano y su mente, y detenga sus pensamientos errantes para poder así profundizar en la vida y el sufrimiento. Como lo expresó el escritor Yu Tien-tsung, Shi “no pinta, él está simplemente viviendo la vida. En su obra, se puede ver lo que es real en este mundo”.

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