PRIMER SINOLOGO Y TRADUCTOR DEL CHINO A UN IDIOMA EUROPEO: EL ESPAÑOL
En el 420º aniversario de sus obras y de su muerte en Isla Hermosa (Taiwan) en 1592
Celebración conmemorativa de su obra
Fray Juan Cobo, uno de los primeros misioneros españoles dominicos en llegar a Oriente, concretamente a Manila, fue quien de modo singular descubrió que una profunda relación intercultural entre dos culturas tan disímiles como la china y la hispánica sólo se cimienta y fructifica a través del respeto, el aprecio personal y el conocimiento real de las hondas raíces históricas de nuestros pueblos, y no a través de la imposición cultural y religiosa, tal como lo pretendía el gobierno español instalado hacia finales del siglo XVI en Filipinas. El fue el primero en dominar la lengua china en el dialecto minnanhua (base del taiwanés) a través de su caritativo acercamiento a los comerciantes chinos de Manila. Y mediante la primera traducción de un libro chino, el clásico Ming Shin Bao Chien (明心寶鑑), a un idioma europeo, en este caso el español, desveló para Occidente —aunque esta obra permaneciera oculta durante casi 4 siglos— el valor de la cultura china ancestral.
Primera página del Shi-lu o Apología de la Verdadera Religión, primer libro que expone la filosofía cristiana y la ciencia renacentista a los chinos. Este tratado constituye en sí la obra inaugural de la Sinología ya que analiza por primera vez el pensamiento chino clásico. Escrito por Juan Cobo íntegramente en chino en dialecto Minnanhua, fue publicado en 1593 en Manila y consta de 9 capítulos y 248 páginas. El único ejemplar existente se conserva en la Biblioteca Nacional de España en Madrid.
La fecha de esta pionera traducción de su puño y letra coincide también con la de su desafortunada muerte acaecida probablemente cerca de la actual ciudad de Keelung, en noviembre de 1592 cuando buscaba refugio en Isla Hermosa (Taiwan) tras sufrir un naufragio durante su regreso a Manila como primer embajador español en Japón. Esta 420º celebración también se extiende al próximo año si consideramos que en 1593 salieron a la luz las otras dos obras escritas por Cobo íntegramente en chino. La primera de ellas, su Apología de la Verdadera Religión, tiene el gran mérito de ser el primer tratado académico en el que se pone a la consideración de los chinos el valor de la mentalidad occidental cristiana; la segunda, de un inmenso valor testimonial, es un catecismo católico para los chinos conversos. Estas tres valiosísimas obras —casi desconocidas para hispanos y chinos— constituyen en sí mismas el inicio de la Sinología y testifican el primer diálogo intercultural Sino-Occidental.
En consecuencia, el importante auge de todo tipo de relaciones interculturales que se van propiciando entre el mundo chino y Occidente, especialmente en Taiwan con la comunidad hispánica, hace incuestionable la necesidad de dar a conocer el origen y la finalidad con las que se gestó nuestra interrelación cultural, sobre todo ante el lamentable y mutuo desconocimiento que rodea el primer contacto humanístico entre occidentales y chinos. Para subsanar esa carencia es justo conmemorar dignamente en Taiwan los 420 años de la creación de las importantísimas obras del sacerdote dominico fray Juan Cobo, loable ejemplo de aprendiz, maestro y educador, y simbólico puente iniciador de la unión que debe existir siempre entre nuestras amadas culturas.
Misionero intrépido
Juan Cobo nació en 1546 o 1547 en Consuegra, aquel famoso pueblo de los molinos de viento en la provincia de Toledo al que Miguel de Cervantes, nacido también por las mismas fechas, hiciera célebre. Cual Quijote y valiente paladín de la fe cristiana en su calidad de sacerdote dominico de la Orden de Predicadores, ya a sus 40 años enfrentó diversas adversidades y afrontó graves peligros en sus viajes a Nueva España (México), Filipinas y los mares de China. Su ardor y sus pruebas le llevaron a convertirse en el primer europeo que verdaderamente tuvo un acercamiento personal a los chinos al aprender su idioma y su cultura para transmitirles a su vez su fe y su sabiduría.
Página de la primera traducción de un libro chino a un idioma extranjero (al español) realizada por Juan Cobo en 1592. Se trata del Espejo Rico del Claro Corazón, Beng Sim Po Cam, en dialecto Minnanhua). Es una recopilación de 673 importantes sentencias de pensadores clásicos chinos realizada por Fan Li Ben en 1393 que Cobo interpreta en 153 páginas dobles chino-español.
Como gran exponente del Siglo de Oro español (siglos XVI y XVII en los que España quiso aportar al mundo lo mejor de la cultura cristiana europea), Cobo había adquirido una esmerada formación cristiana, literaria, científica y humanista durante su preparación al sacerdocio en el convento de Santo Tomás de Ávila y en la Universidad de Alcalá de Henares, destacando gracias a su prodigiosa memoria. Regentando la cátedra de Filosofía y como prefecto de estudios en el convento de Santo Tomás de Ávila se entusiasmó ante la propuesta de iniciar la fundación de una misión de su Orden en Filipinas. En octubre de 1586 se trasladó a México como antesala del primer viaje misionero de frailes dominicos españoles a Filipinas que emprendió junto con otros 38 compañeros. Sin embargo, sólo llegarían a establecerse en Manila 14 de ellos que no se desanimaron tras ser avisados de los impedimentos que interponían las autoridades chinas para el ingreso de misioneros en su territorio.
El P. Cobo permaneció un año y medio más en la ciudad de México bajo el encargo de predicar justicia a favor de los indígenas y de amonestar al Virrey y a las autoridades por sus vicios y los flagelos que estaban causando. Esto le valió su destierro de Nueva España, pero en ello vio cumplido su deseo de viajar a Filipinas para preparar desde allí su soñada incursión en China, región sobre la que pudo haber tenido una visión más clara, seguramente gracias a la descripción del sacerdote Bernardino de Escalante: Discurso de la navegación que los portugueses hacen a los reinos y provincias de Oriente, y de las noticias que se tienen de las grandezas del reino de la China, obra que había salido a la luz en Sevilla en 1577 causando gran asombro en España en este siglo de gran curiosidad y apertura humanística.
Mapa de Isla Hermosa (Formosa, en su traducción portuguesa) hecho en 1592, año en que Juan Cobo murió precisamente en la costa norte. Este nombre denota el conocimiento y aprecio que los primeros españoles tuvieron por esta isla, la cual perteneció a la Corona Española desde 1624 hasta 1640.
En mayo de 1588 llegó Fray Juan Cobo a Filipinas y de inmediato fue nombrado por el Obispo Salazar como examinador de sacerdotes confesores y predicadores, y más adelante Vicario Provincial. Pero lo más importante para él, fue que al mismo tiempo se le asignó el cuidado y la evangelización de los habitantes chinos de la zona extramuros en la que se hacinaban los mercaderes chinos, designada con el nombre de Parián. Cuando Fray Juan entró en contacto con ellos le llamó poderosamente la atención su cultura, sus creencias y su lengua. Producto de este interés escribe en 1589 su Carta que el dominico P. Fr. Juan Cobo dirigió a sus hermanos de religión de la Provincia de Guatemala y España en la cual manifiesta una intensa caridad hacia la comunidad china y disipa los temores ante la empresa evangelizadora y cultural en Asia. En esta carta hace una de las primeras descripciones de aquellos mercaderes chinos que comenzaron a nutrir en Manila la llamada “Ruta Marítima de la Seda”, la cual se hizo posible gracias a la navegación constante efectuada por la Nao de China o Galeón de Manila durante doscientos treinta años (1565-1815) entre los puertos de Manila y Acapulco (México), desde donde la ruta proseguía hacia Perú y España, uniendo tres continentes.
Estudioso de la cultura china
Inmediatamente a su llegada a Manila, Fr. Juan Cobo se dio a la tarea de aprender la lengua china según el dialecto minnanhua propio de sus interlocutores llegados de Fujien y, puesto que poseía un don especial para aprenderla, progresó rápidamente en ella de modo que a los escasos seis meses de su permanencia en el Parían ya podía atender en el sacramento de la confesión a los chinos que se iban adhiriendo a la fe cristiana y podía predicarles también en su propio idioma. Por ese mismo tiempo, y dada la precariedad sanitaria y los problemas de salud que atravesaban los chinos, Cobo comenzó la construcción del primer hospital ya que la casa que él y su compañero fray Miguel de Benavides, futuro obispo, habían construido para su propia vivienda ya se encontraba abarrotada de enfermos, incluso atendidos en sus propias camas. También es este un tiempo prolífico en el que Cobo y Benavides conciben para Manila la creación de la Universidad de Santo Tomás, la primera en Asia.
En esta época, dedicado con afición al estudio de cuantos libros tenían los chinos en su haber, Cobo decide traducir con la ayuda de Juan Samí, su ayudante converso, el libro que condensaba toda la sabiduría china y que, por ende, consideró más importante. Este libro Ming Shin Bao Chien, (Bem Sim Po Cam, según la pronunciación en minnanhua) lo intituló Espejo rico del claro corazón. Su gran mérito consiste en ser la primera traducción de un libro chino a un idioma europeo: el español. El autor de esta obra del siglo XIV, Fan Li-Ben, compiló en 20 capítulos una selección de 673 importantes aforismos tomados de los más grandes pensadores clásicos chinos y Juan Cobo lo tradujo de su puño y letra en edición fascímil chino-español en 153 páginas dobles, con un elaborado prólogo dedicado al Príncipe Felipe III, hijo del Emperador Felipe II. No obstante, este único y precioso manuscrito permaneció oculto por más de tres siglos en los fondos privados de la biblioteca imperial del Monasterio de El Escorial hasta ser descubierto accidentalmente.
Disertación del profesor José Ernesto Parra Cortés, quien al rescatar la figura de Juan Cobo concibió la idea de realizar un homenaje a Juan Cobo en el fuerte de Santo Domingo en Tamsui, Taipei, el 13 de abril del presente año.
Difusor de la cultura europea
Una vez elaborada su traducción, Juan Cobo empezó a escribir su obra capital, la que debemos considerar su verdadera creación, obra que se ha dado en llamar Apología de la Verdadera Religión (Pien Cheng-Chiao Chen-Chu´an Shih-Lu, 辯正教真傳實錄), aunque el título original es desconocido debido a que no se llegó a conservar su cubierta. Esta obra, escrita por él y su ayudante íntegramente en idioma chino, fue impresa en 1593 en sistema xilográfico, constituyéndose en el primer libro impreso en Filipinas. Aunque se trata de una obra incompleta, ya que la inoportuna muerte de Cobo impidió que pudiese completar los siguientes dos tomos, tiene el gran mérito de ser el primer tratado teológico-filosófico que presenta a los chinos la perenne filosofía cristiana europea. Escrito en nueve capítulos y 248 páginas, este tratado sigue de cerca el esquema propuesto en el mismo s. XVI por Fray Luis de Granada en su famosa obra Introducción al símbolo de la fe, de 1583, como guía de los neófitos que buscan la verdad de Dios.
En esta obra, Cobo ensaya un metódico diálogo con las creencias y sistemas de pensamiento oriental en su empeño de conducir a los chinos hacia el descubrimiento de Dios. Además, en este tratado muestra el desarrollo de la ciencia alcanzada hasta el Renacimiento y enseña, por ejemplo, las técnicas e instrumentos de navegación, o demuestra la perfección del universo creado por Dios a través del conocimiento zoológico, o bien, prueba la redondez de la tierra, idea entonces ajena a la cultura asiática.
Casualmente, fue el sacerdote Maurus Fang-Hao, catedrático de Historia de la Universidad Nacional de Taiwan quien en 1952 descubrió este libro accidentalmente en la Biblioteca Nacional de Madrid. Desde entonces, quizás debido a la complejidad semántica que sugiere una nueva revisión crítica del texto, sólo se ha hecho una edición traducida de esta obra en Manila en 1986.
Fray Juan Cobo, en compañía del P. Benavides escribió otra obra memorable: la Doctrina Cristiana en Letra y Lengua China, primer catecismo escrito para los chinos, especialmente los residentes en Manila, obra original presentada en 24 temas a lo largo de 62 páginas, y que también fue impresa en sistema xilográfico en 1593.
También al P. Cobo se le atribuyen otras tres insignes obras: Vocabulario Chino o Vocabulariun Sinense, El Arte de la Lengua China o Lingua sinica ad certam revocata methodum, primer manual dedicado a facilitar a los misioneros el aprendizaje del chino, y un Tratado de Astronomía en el que enseña a los chinos la ciencia de la navegación a través del conocimiento de la astrología.
Fallecido inoportunamente en Isla Hermosa (Taiwan)
En mayo de 1592, temiendo los españoles de Filipinas una invasión del ejército japonés liderada por el emperador T. Hideyoshi que les exigía vasallaje, el gobernador español Dasmariñas, bajo la autorización del rey Felipe II, convocó en reunión urgente a los superiores de las órdenes religiosas y a las personas más importantes de Manila. Entre todos se acordó enviar como embajador al Japón a la persona más idónea, enérgica y valiente para arreglar este asunto de un modo muy cauteloso. Esta responsabilidad según palabras del gobernador Dasmariñas recayó en el P. Fray Juan Cobo, “persona de mucha virtud y bondad y de las de más estimación que hay en estas Islas, y con quien yo, por su prudencia y valor, me aconsejo y comunico las cosas más importantes”.
Al mando de la comitiva permaneció Cobo unos 4 meses en Japón hasta que Hideyoshi, persuadido de que Felipe II era el mismo el rey de España y de Portugal, acordó que no debía haber desavenencias entre estos reinos. Habiendo obtenido permiso para la libre entrada de misioneros al Japón y dejando fijado un tratado comercial, Cobo se embarcó de regreso a Manila pero un gran temporal lo condujo hacia el norte de Isla Hermosa con la mala fortuna de que al fondear puerto quedara destrozado su navío contra las rocas. Obligados él y sus acompañantes a buscar refugio en tierra firme, fue asaltado por unos nativos que le dieron muerte dejando truncada la vida de quien a sus 45 años tantos proyectos de unidad, servicio y cooperación comenzara hacia la comunidad china.
Su legado
A pesar de que la labor cultural y evangelizadora emprendida por Fray Juan Cobo hubiese quedado inconclusa hace 420 años, sus invaluables pioneros aportes al diálogo intercultural, a modo de simiente vivificante que ha permanecido oculta, siguen constituyendo la clave para el desarrollo continuo entre nuestras culturas china e hispánica en todos los campos humanísticos de la actividad social, cultural, educativa y religiosa.
*José Ernesto Parra Cortés, Ph D, es profesor de Providence University, Taichung, Taiwan.