Al mismo tiempo, empero, he sido sorprendido por lo mucho que ha cambiado. La España que recuerdo de mis días como estudiante de posgrado a mediados de los años sesenta, era pobre, pero luchaba por encontrar su destino político. El Madrid que perciben mis ojos es aquél de un país moderno, altamente industrializado y comercialmente próspero, rebosante de vitalidad y entusiasmado acerca del futuro. Y qué maravilloso es que la democracia sea ahora una parte integral de la vida política española. Me siento conmovido por la gran magnitud de este logro: abrazando el futuro a la vez que se conserva lo mejor del carácter español.
Un fuerte sentimiento de estrecha identificación emocional surge en mi pecho cuando me percato de que el pueblo español ha compartido una experiencia similar con el pueblo de Taiwan. Hace treinta años, la República de China siguió un camino similar. También, Taiwan era pobre. Las elecciones democráticas directas se celebraban solamente a nivel del gobierno local, y no se alentaba el disentimiento social. Después de muchos años de arduo trabajo, la República de China ha logrado la transición de un país en vías de desarrollo a uno desarrollado y disfruta de la prosperidad. La democracia se ha asentado completamente en suelo taiwanés, e incluso el jefe de Estado es ahora elegido por votación directa. La sociedad es altamente pluralista, y los periódicos, revistas y la radio y televisión de Taiwan muestran una completa gama de opiniones políticas.
Lo más sobresaliente es que el pueblo de Taiwan ha logrado todo ésto con una población de 21,8 millones de habitantes en una área terrestre de sólo 36.000 kilómetros cuadrados, y virtualmente desprovista de recursos naturales. Hoy, la República de China se ha convertido en el 23º país con mayor ingreso per cápita en el mundo; el 19º con PNB más alto; el 14º con mayor volumen comercial; el 8º mayor inversionista en ultramar; y es el tercero con mayores reservas de divisas. Sólo hay que mirar la actual crisis financiera que afecta a los países asiáticos para percatarse de la solvencia y poderío de la economía de Taiwan.
Basándose en este éxito económico, la República de China ha logrado una completa democracia multipartidista, transparente y donde reina el imperio de la ley. Actualmente, hay 84 partidos políticos registrados en Taiwan, así como 34 grupos políticos. Existen más de 350 periódicos, 5.600 revistas, 74 emisoras de radio y 164 sistemas de televisión por cable, además de 4 estaciones de televisión abierta en la isla. El pueblo de Taiwan disfruta ahora de una sociedad vibrante, libre y abierta. Sin embargo, mientras que el desarrollo político y una mejor calidad de vida han sido metas importantes, el respeto por los derechos humanos también es importante para el pueblo de Taiwan, que espera un trato igual dentro y fuera del país. El trato irrazonable que recibe nuestro país en la comunidad internacional ofende su sentido de dignidad, especialmente teniendo en cuenta los antecedentes de la República de China al apoyar acuerdos y tratados internacionales, así como su voluntad de ayudar a la comunidad internacional.
Lamentablemente, a pesar de todos los éxitos económicos, políticos y sociales logrados en Taiwan en las últimas décadas, existe un concepto erróneo acerca de mi país como resultado de una campaña de aislamiento diplomático y desinformación dirigida por un régimen hostil al otro lado del Estrecho de Taiwan. Gran parte de esta equivocación proviene de la pretensión de Pekín de que “solamente existe una China” y que “Taiwan es una parte de China”. Tales eslóganes ignoran la realidad de que China está dividida y que para reunificar la nación china se requiere que ambos, Taipei y Pekín, se traten uno a otro en pie de igualdad, y que China continental renuncie al uso de la fuerza militar en contra de Taiwan. Ambas partes tendrán que trabajar sinceramente para salvar la enorme brecha que existe en las situaciones políticas y económicas entre Taiwan y China continental. Solamente entonces será posible trabajar para reunificar pacíficamente los dos lados. Deseamos desde luego que mejoren las relaciones con Pekín basadas en los intercambios educativos, culturales y del sector privado que Taiwan ha promovido en forma consistente durante la última década. Esta es la clave para convertir en realidad el sueño de todos los chinos: una China democrática, libre y equitativamente próspera.
A medida que trabajamos para alcanzar este sublime pero distante sueño, un sueño más personal puede ser materializado en un futuro cercano: los lazos más estrechos entre España y mi país. Ya tenemos un fuerte cimiento para ésto, ya que compartimos ideales comunes acerca de la democracia y la libertad, y ambos hemos hecho tremendos avances en el desarrollo económico, político y social en las últimas décadas. Creo firmemente que existen muchas cosas que nuestros dos países pueden lograr juntos a partir de esta maravillosa base. La mejor forma de lograr ésto es haciendo todos los esfuerzos para mejorar nuestras relaciones bilaterales. Sé que éste es también el deseo de muchos de mis amigos españoles.
¿Quizás debo decirlo? Mi sueño más fervoroso es ser algún día embajador de la República de China en España. Pero, incluso antes de que llegue este día, me siento muy optimista sobre las sinergias que hemos descubierto al establecer lazos más estrechos entre nuestros dos países. A medida que España ayude a lograr una Unión Europea más unida en los próximos años, también puede contar al mismo tiempo con un amigo simpático en el corazón de Asia y el Pacífico, la República de China.
(Reproducido con autorización,de la edición del pasado 10 de octubredel diario ABC de Madrid, España)