26/12/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

¡El poder del pueblo!

01/03/1999
Los veteranos taiwaneses que sirvieron en el ejército japonés durante la II Guerra Mundial realizan una marcha para pedir que el Gobierno exija a Tokio la protección de sus intereses.

Quienes busquen comprender el origen y el desarrollo de los movimientos sociales en Taiwan durante los últimos cincuenta años se encontrarán con dos obstáculos. Uno es que durante los primeros 38 años de ese período --desde el 19 de mayo de 1949 hasta el 15 de julio de 1987-- los residentes de Taiwan no tenían derecho a organizarse, reunirse o marchar públicamente en apoyo de causas sociales no respaldadas oficialmente por el gobierno de la República de China, porque la isla estaba bajo ley marcial. Las libertades de opinión y de libre expresión se hallaban severamente restringidas, y los que se decidían a luchar por estas causas sufrían serias represalias. Por lo tanto, la respuesta inmediata a las preguntas sobre los movimientos sociales en los primeros cincuenta años de la República de China en Taiwan es que simplemente no existieron durante la mayor parte de ese tiempo --o, por lo menos, no como “movimientos sociales” propiamente dichos.

La otra dificultad es con la cambiante --y, en ocasiones, arbitraria-- distinción entre lo que se puede considerar “social” y lo “político”. Las actividades que los ciudadanos de los países democráticos han identificado durante siglos con el activismo social --por ejemplo, la participación en manifestaciones y protestas callejeras, y la producción de publicaciones que critican las autoridades y las condiciones existentes--son, por su propia naturaleza reinvindicativas en la búsqueda del diálogo. Los movimientos sociales tratan de forzar la comunicación entre los que controlan el poder y “el pueblo” --pero es sabido que los regímenes autoritarios no están dispuestos a participar en este tipo de comunicación recíproca. De allí que el activismo social suele desaparecer, o bien se “politiza”. Esto ocurre generalmente en épocas de crisis nacional como la que enfrentó la gobierno de la República de China en las primeras décadas en Taiwan. Aun así, la floreciente democratización del Taiwan de hoy es en gran medida el fruto de décadas de esfuerzos que se iniciaron durante el período de la ley marcial --una época obscura conocida a nivel local como las décadas del “terror blanco”.

“La aparición de movimientos sociales en Taiwan se remonta a los años ochenta como una reacción contra el régimen autoritario, y hasta en contra de la aplicación de la ley marcial a partir de 1949”, dice Hsiao Hsin-huang, profesor de sociología en la Universidad Nacional de Taiwan e investigador en el Instituto de Sociología de la Academia Sínica. “Los tipos de movimientos sociales que surgieron durante el período iban dirigidos principalmente contra el Gobierno, instaban a la revisión de las políticas y a la flexibilización de los controles sobre la sociedad”. Por comparación, los movimientos populares locales, lanzados conjuntamente por grupos culturales y académicos en los años setenta, sometían a reexamen y revisión la cultura de Taiwan a la vista de su excesiva inclinación hacia la cultura occidental.

En un principio, la diferencia entre los movimientos políticos y sociales era muy ambigua, señala Hsiao. “En cierto sentido, las actividades de oposición política facilitaron el desarrollo de los movimientos sociales, de una u otra manera”, afirma Hsiao. “De allí que al gobierno autoritario le tomara demasiado por sorpresa la aparición de los movimientos sociales, porque ya se había enfrentado a movimientos políticos más intensos y progresistas”. Pero, por otra parte, el activismo social contribuyó al desarrollo del cambio político, incrementando su influencia al ofrecer puntos de encuentro y programas. Por esta razón, la diferencia entre lo social y lo político no está clara ya que el movimiento social está íntimamente unido a lo político. Esta integración de ideas fue muy obvia en Taiwan, en especial durante los años ochenta. Allá donde hubiera un movimiento social, se podía también encontrar a los activistas de la oposición política.

Sin embargo, en los años noventa, junto con el fortalecimiento de los partidos políticos de la oposición, principalmente del Partido Democrático Progresista (DPP, siglas en inglés), la distinción entre los movimientos políticos y sociales se volvió más pronunciada que durante los años ochenta. Los activistas sociales critican con frecuencia al DPP por su falta de interés hacia ciertos asuntos sociales. La explicación que ofrecen las autoridades del DPP es que sus objetivos principales son políticos, y no puede centrarse en ayudar sólo a un puñado de grupos sociales. Pero, en general, el DPP mantiene relaciones más estrechas con los activistas sociales que el KMT, partido gobernante.

Hsiao sostiene que existe una clara diferencia entre el movimiento social y el político. “El movimiento social no tiene fin. Persigue el cambio de las condiciones sociales existentes, y promueve nuevas ideas y valores que reemplacen los obsoletos”, manifiesta. “No es como el movimiento político, cuyo objetivo final es acumular poder”. Hsiao señala que el impacto de los movimientos sociales en el desarrollo social es positivo tanto a corto como a largo plazo. “Muchos movimientos sociales nos han traído numerosos nuevos conceptos, como entre ellos la necesidad de la protección ambiental y la reforma educativa, además de otros como el trato justo para los diferentes grupos étnicos y los derechos del consumidor”, expresa. “Sin el estímulo de estos movimientos sociales, el Gobierno no sería tan enérgico al llevar a cabo las reformas y revisar las políticas concernientes a estos asuntos”.

Según las observaciones y el análisis de Hsiao, los movimientos sociales en Taiwan aparecieron en tres etapas, correspondientes a diferentes fases en la transformación de la isla de una sociedad estatalista a otra donde imperan los derechos civiles. La primera etapa tuvo lugar entre 1980 y 1986, antes de la derogación de la ley marcial en julio de 1987. Surgieron siete movimientos sociales: el movimiento de los consumidores; el de protesta contra la contaminación; el de conservación de la naturaleza; el feminista; el de las comunidades indígenas; y el de protesta de la Iglesia del Nuevo Testamento.

Hanson Chiang, activista social y actual presidente de la Fundación para los Consumidores, explica que en el pasado bajo el férreo control de la autoridad pública, a los derechos civiles no se les daba la debida protección. “En esa época, los consumidores eran un grupo poco privilegiado y sus derechos legales eran casi totalmente ignorados”, dice Chiang. Desde su establecimiento en 1980, la fundación se ha dedicado a la educación de los consumidores y al reforzamiento de su posición, urgiendo al Gobierno a prestar mayor atención a este asunto. “La promoción del movimiento de los consumidores persigue la justicia social”, dice Chiang. “Después de todo, no fue hasta después de implementarse el sistema democrático tras la derogación de la ley marcial que mejoró el concepto del público sobre sus derechos de consumo, sin mencionar el progreso en el sistema legal”.

Yenlin Ku es una de las pioneras del movimiento feminista en Taiwan. En 1982, Ku y un grupo de amigas que respaldaban la igualdad de sexos establecieron Awakening, una revista que estimulaba la toma de conciencia de la mujer sobre sus derechos y que dirigió la atención del público hacia los asuntos de la mujer. Luego, con el fin de movilizar a un número mayor de mujeres, mejorar sus condiciones sociales y luchar por sus derechos, crearon la Fundación Awakening en 1987 con Ku como presidenta. Ella dice que ha visto muchos progresos en el nivel social de la mujer y en la protección de sus derechos en lo que se refiere al trabajo, la educación, la participación política, los derechos de propiedad y la custodia de los hijos.

“A partir de mediados de los ochenta, ya se había creado un mayor número de grupos feministas, y éstos se habían vuelto más influyentes en la elaboración de políticas por parte del gobierno central, además de en la promulgación de leyes y enmiendas en el Legislativo”, apunta Ku. “Asimismo, las mujeres en general son cada vez más conscientes del problema de la falta de igualdad entre los sexos”. Pero, Ku agrega que la mayoría de las mujeres en Taiwan no conocen aún cuáles son sus derechos e intereses, o cómo luchar por ellos. En tales circunstancias, admite que para alcanzar esa igualdad, queda aún un largo camino por recorrer.

El año 1987 constituyó una importante etapa en el proceso de desarrollo social en Taiwan, y marcó un importante hito en cuanto que fue el año en que finalmente el KMT tomó medidas para lograr la liberalización y la democratización mediante la derogación de la ley marcial. De este modo, se permitió la formación de partidos políticos nuevos y el establecimiento de nuevos órganos de prensa. En ese solo año, surgieron siete movimientos sociales diferentes: el de los trabajadores; el de los agricultores; el de los maestros; el del bienestar para inválidos y discapacitados; el de los veteranos; el de los derechos humanos para los prisioneros políticos; y el de los Chinos continentales que aspiraban a visitar su patria.

La medida más significativa adoptada por el Gobierno en 1987 fue que, a partir de noviembre de ese año, los ciudadanos de la República de China, a través de la Sociedad Cruz Roja de la República de China, podían visitar a sus familiares en China continental, acabando así con la vieja prohibición de intercambio de visitas a través del Estrecho que había permanecido en vigencia durante décadas. Luego, en enero de 1990, a los nativos taiwaneses que se habían instalado en China continental antes de 1949 se les permitió visitar a sus familiares en Taiwan. En abril de 1990, los veteranos que se habían quedado en China continental después del traslado del gobierno nacionalista a Taiwan en 1949 pudieron solicitar su reubicación en Taiwan.

Tras la abolición de la ley marcial en 1987, el Gobierno dio otros pasos hacia la reestructuración a fondo del sistema político. Durante este período “postautoritario” de la transformación política se iniciaron cinco movimientos sociales: el de regreso a la patria de los taiwaneses; el hakka; el de oposición a la energía núclear; el de los “caracoles sin concha” de las personas sin vivienda; y el de la reforma judicial.

En Taiwan, durante los últimos diez y pico de años, se ha observado el surgimiento de una sociedad civil vociferante, señala Hsiao. Es evidente que la mayoría de los movimientos sociales organizados por diferentes sectores o grupos tuvieron sus comienzos antes o durante la época de la abolición de la ley marcial en 1987. “Desde una perspectiva sociológica, la década de los ochenta fue la época dorada de los movimientos sociales en Taiwan”, dice Hsiao. “La duración de este período también marcó un gran avance hacia la democratización de Taiwan”.

Hsiao cree que hay cierta confusión sobre la relación dialéctica entre los movimientos sociales y la democratización política en Taiwan. “Algunas personas piensan que el surgimiento de los movimientos sociales nacionales en Taiwan es el resultado de la abolición de la ley marcial por parte del Gobierno”, manifiesta. Hsiao considera que ésta es una conclusión incorrecta. Más bien, los movimientos sociales que se iniciaron durante el período de 1980-87 contribuyeron a la abolición de la ley marcial y trajeron la democratización a Taiwan. Las presiones de la primera y segunda olas de movimientos sociales condujeron directamente a la realización de la transformación política. Recíprocamente, la flexibilización del control político aceleró la mayor movilización y la formación de movimientos sociales de la tercera ola, explica Hsiao. La posición favorable del KMT hacia la democratización no se dio de manera espontánea: fue una concesión a las cada vez mayores demandas de la sociedad civil de Taiwan que se movilizaba.

¿Qué buscaban estos grupos? Aunque cada uno tenía sus propios objetivos, todos habían exigido un cambio en las relaciones entre la sociedad y el Estado bajo un régimen autoritario. La mayoría de los movimientos sociales reclamaban más autonomía y libertad frente al estricto control del Gobierno, como en los casos del movimiento laboral, el estudiantil, el de reforma judicial. Otros exigían una intervención política más apropiada y activa por parte del Estado, como en los casos del movimiento de los consumidores, el de bienestar social, el ambiental, el de los “caracoles sin concha”, y el de los agricultores. En retrospectiva, el gobierno del KMT en Taiwan en los años ochenta respondió efectivamente a ciertos tipos de movimientos sociales, cambiando las políticas y leyes vigentes. Pero su reacción hacia otros ha sido ineficiente y lenta. Con este esfuerzo por clasificar todos los movimientos sociales, se asume que los movimientos sociales en sí mismos pueden considerarse como una realidad social nueva.

Chiu Hei-yuan, director del Instituto de Sociología de la Academia Sínica y profesor en el Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Taiwan, comparte opiniones similares con respecto al desarrollo de los movimientos sociales y su relación con la democratización política. Chiu nota que, con carácter esporádico, habían estallado disputas entre patronos y trabajadores motivadas por el cierre de fábricas, pero no fue sino hasta finales de los setenta que la isla presenció substanciales cambios en la economía y la política y que los movimientos sociales de diversos tipos comenzaron a surgir.

Entre los movimientos sociales, las actividades de oposición política eran las más sobresalientes debido a la intensidad del control que el KMT ejercía sobre la sociedad de Taiwan. “Junto con el progreso económico de Taiwan, aumentó la clase media y se puso en marcha la educación universal”, indica Chiu. “La gente empapada de nuevos conocimientos y conceptos se atrevía a expresar su insatisfacción, y daba a conocer sus duras críticas”. El KMT en particular, en el poder durante tanto tiempo, se había hecho acreedor del rechazo de muchos intelectuales que entonces confrontaron el régimen autoritario y exigieron la reforma política. Entretanto los intelectuales, particularmente los profesores universitarios que habían regresado a Taiwan tras haberse educado en el Occidente o Japón durante la diáspora del pueblo taiwanés en la era del Terror Blanco, participaron en el movimiento de oposición política y presentaron sus opiniones en los diarios locales. En ese entonces, los dos diarios principales de la isla, incluyendo el United Daily News y el China Times, publicaban frecuentemente columnas escritas por estos intelectuales. Este método de análisis político inspiró a estudiantes y profesores, y contribuyó a formar las bases del movimiento estudiantil.

La crisis resultante del drástico cambio de la situación política tras el retiro de Taiwan de las Naciones Unidas y la ruptura de las relaciones diplomáticas con EE UU y Japón estimularon el patriotismo en los estudiantes y la organización de una serie de actividades en pro de la soberanía de Taiwan. Así se inició la formación del movimiento estudiantil, recuerda Chiu. A mediados de los años ochenta, algunos estudiantes comenzaron a participar en campañas electorales y exigieron reformas políticas que incluían la jubilación de los miembros de edad avanzada de la Asamblea Nacional, la enmienda de la Constitución y la convocatoria de una conferencia nacional, y el fin a la persecución política. Asimismo pedían la revisión de la Ley de Universidades y la retirada de los instructores militares de sus campus.

En ese entonces varios profesores, principalmente de la Universidad Nacional de Taiwan, establecieron en 1989 la “Sociedad Taipei”, que perseguía la reforma política fundamental. Con frecuencia presentaban sus opiniones en las columnas de los periódicos locales. El mismo Chiu Hei-yuan estuvo a la cabeza de esta organización entre 1991 y 1992.

El 17 de marzo de 1990, miles de estudiantes universitarios hicieron una sentada en la plaza frente al Monumento Conmemorativo a Chiang Kai-shek con el objetivo de expresar su oposición al intento de la Asamblea Nacional de expandir su autoridad. Diez días después, la Asamblea Nacional aprobó una moción dirigida a forzar la jubilación de los miembros que no participaron en la sesión plenaria para antes del final de julio de 1990. En junio de ese año, el Consejo de Jueces Supremos anunció que los parlamentarios de cierta antigüedad debían cesar en sus responsabilidades antes del 31 de diciembre de 1991. En noviembre de 1993, el Yuan Legislativo aprobó la revisión de la Ley de Universidades, que concedió mayor autonomía a las instituciones de educación superior y permitió la participación de los estudiantes en reuniones para tratar los asuntos escolares.

Bajo el liderazgo del movimiento de oposición política, gente de diferentes condiciones, desde agricultores, obreros y mujeres, hasta consumidores en general, comenzaron a hacerse escuchar, exigiendo la rectificación de las injusticias sociales y de los atropellos causados por las políticas gubernamentales inadecuadas. Desde la publicación de ensayos de crítica, la organización de seminarios y foros, o la promoción de nuevos conceptos, hasta las manifestaciones callejeras, los movimientos sociales lograron cobrar la fuerza suficiente para causar un mayor impacto en la sociedad exigiendo al Gobierno la formulación de políticas más sofisticadas.

En comparación con lo que ha sucedido en otros países, las protestas públicas en Taiwan podrían considerarse pacíficas en general. “Al tratar de controlar las protestas a gran escala, la policía en Taiwan no emplea métodos crueles, y nunca usa armas de fuego”, señala Chiu. “Es difícil ver esto en otro lugar”. En la sociedad actual, no existe tensión durante las protestas callejeras, e incluso a veces la atmósfera es bastante relajada. Además, el Gobierno no reacciona de manera nerviosa ante estas protestas. A pesar del aumento de estas actividades, Chiu cree que éste es un fenómeno normal en la sociedad democrática. Por el momento, puede decirse que los movimientos sociales de Taiwan han entrado en un período de “estancamiento”. Según el análisis de Chiu, varios movimientos sociales, incluyendo los organizados por agricultores y estudiantes, fueron perdiendo empuje a medida que sus peticiones y demandas se veían satisfechas.

En el futuro, los movimientos feministas y ambientales continuarán creciendo y volviéndose más organizados con la integración paulatina de los grupos interesados, el aumento de la conciencia de la necesidad de protección ambiental, y la promoción de la igualdad de los derechos entre los hombres y las mujeres. Por lo que respecta a asuntos relacionados con las mujeres, en 1984 se ratificó la Ley de Salud Genética para legalizar el aborto y evitar que las parejas portadoras de enfermedades genéticas tengan hijos. Asimismo, en 1996, bajo la presión de los grupos reformistas feministas, el Yuan Legislativo abolió los artículos que daban la custodia principal de los hijos al padre en casos de divorcio. Las activistas por los derechos de las mujeres se centrarán en el futuro en la discriminación sexual en el trabajo.

Durante las décadas del setenta y del ochenta, el Gobierno puso más énfasis en la economía y menos en el ambiente. El medio ambiente sufrió serios reveses, y esto provocó que se pidiera una mayor protección para éste. En un primer momento, los residentes locales cuyas vecindades habían sido contaminadas por fábricas dieron inicio a una serie de campañas de autorrescate para proteger sus propios intereses. Poco a poco, el movimiento de protección ambiental pasó de ser un método de confrontación directa por parte de los vecinos afectados a obtener un reconocimiento a gran escala de su importancia. Gracias a los esfuerzos sociales, se creó la Administración para la Protección Ambiental a mediados de los años ochenta, y el Gobierno comenzó a prestar mayor atención a los problemas ambientales.

Los residentes próximos a las fábricas de la Corporación de Petróleos China y la Compañía de Electricidad de Taiwan, así como otras plantas petroquímicas también llevaron a cabo protestas. Otras protestas se centraban principalmente en la oposición a la construcción de plantas nucleares y de refinerías de nafta. En respuesta a las exigencias de mejora y protección del medio ambiente, el Ministerio de Economía decidió invertir NT$1.200 millones (US$37 millones) en el desarrollo de tecnología anticontaminante durante un período de tres años a partir de octubre de 1986.

Chiu expresa que es indispensable que el Gobierno responda a las demandas del pueblo, y que lleven a cabo las reformas necesarias. Si esto no sucede, se provocará una fuerte reacción. “Por naturaleza, los movimientos sociales funcionan como fuerza motriz del cambio social. Tienen el objetivo de promover reformas fundamentales a través de canales no oficiales, y persiguen resolver los problemas derivados del exceso y abuso de poder”.

Los movimientos sociales nunca desaparecerán, porque ninguna sociedad puede lograr la perfección total aunque existan la justicia social y la igualdad plenas. En Taiwan, el Gobierno aún debe examinar sus políticas y realizar las modificaciones necesarias, especialmente, en el aspecto político. “Taiwan se encuentra en un proceso de transición, y todavía existen ciertos sistemas problemáticos”, expresa Chiu. “Sin embargo, la época de apogeo de los movimientos sociales [la década de los ochenta] ya pasó. En el futuro, junto con la democratización gradual, los movimientos sociales no serán demasiado impetuosos o violentos, porque la mayoría de las disputas se resolverán mediante la concordancia de opiniones y los canales de comunicación internos --con lo que me refiero al proceso democrático”.

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