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Los atayales de Wulai: una cultura en transición

01/10/2003
Los atayales fueron los primeros en habitar Wulai, y el pueblo de montaña todavía retiene su sabor único de la cultura aborigen, lo que le ha dado popularidad entre los turistas.

Un grupo de pescadores atayales viajó corriente arriba por un río de la montaña a un lugar alrededor de 30 kilómetros al sur de la capital actual de Taiwan, Taipei. Los pescadores llegaron a una densa nube de vapor suspendida en el aire. “Wu lai ga lu”, exclamaron, “una fuente de aguas termales”. El nombre no se cambió, y los atayales se convirtieron en los primeros habitantes de Wulai. Protegido en medio del accidentado terreno montañoso, el pueblo de Wulai es famoso por sus caminos serpentinos, cascadas, variedad de flora y fauna, y por supuesto, sus aguas termales. Los paseos a la luz del día en la selva prístina de Wulai son populares entre los habitantes de la ciudad de Taipei.

Las atracciones más controversiales son los mismos integrantes de la tribu Atayal, y los vestigios de su cultura. Tótem y otros ornamentos sagrados de los atayales se han convertido en atracciones para los turistas, y los hoteles y restaurantes del área están decorados en un estilo aborigen con la intención de darle a los visitantes una atmósfera atayal. La Antigua Calle de Wulai está llena de tiendas de souvenirs que venden artesanías aborígenes y pequeños restaurantes que sirven especialidades aborígenes, tales como arroz glutinoso servido en tubos de bambú al estilo atayal, carne asada sobre piedra aliñada con vino de arroz, sopa de flores de betel, y machi, un postre aborigen favorito hecho de harina de mijo y relleno con frijoles rojos, maní o pasta de sésamo. La próxima Aldea Aborigen de Wulai ofrece presentaciones de danza aborigen, exhibiciones de artefactos culturales, y ventas de artesanías.

Pero el éxito de Wulai como un sitio turístico ha hecho más difícil la labor de preservar las tradiciones culturales del pueblo atayal. “Wulai ha progresado considerablemente en el curso de la modernización”, observa Chien Mu-sheng, de 43 años, presidente de la Asociación para el Desarrollo Aborigen del Pueblo de Wulai (ADAWT, siglas en inglés). “Pero el patrimonio cultural de los atayales ha sufrido tremendamente”.

Hoy, los atayales reciben ayuda del Gobierno Central para tratar de hallar un equilibrio entre el desarrollo de las industrias locales, tales como el turismo, y la preservación del patrimonio cultural. En un plan de desarrollo nacional de vasto alcance, “Desafío 2008”, el Yuan Ejecutivo esbozó propuestas diseñadas a convertir Taiwan en un lugar más competitivo y retener parte de su patrimonio cultural único. De las diez directrices principales, el “movimiento nuevo hogar y nuevas tribus” se refiere directamente a las propuestas para preservar los establecimientos aborígenes en Taiwan y tratar de garantizar que no queden fuera del desarrollo económico del país. Los problemas son suficientemente reales para los atayales, para los que hasta el dinero que ganan de la promoción de su propia cultura con frecuencia queda en los bolsillos de los promotores de fuera.

Los esfuerzos de los comerciantes locales atayales son ejemplificados por la experiencia de Chivas Rabu, propietaria de la posada Sa Li Ta (“Nuestro hogar” en lengua atayal). La pequeña posada, que abrió en 1995, posee arquitectura tradicional, sirve platos atayales, y ofrece generalmente algo más auténtico que los hoteles comerciales. “Me siento muy bien al tratar de ayudar a promover mi propia cultura y conocer amigos de diferentes países”, dice.

A pesar de ello, Rabu está compitiendo con cadenas de hoteles y resorts mejor financiados que han llegado al área con el paso de los años. “La multiplicación de hoteles lujosos con aguas termales en el área del centro nos hace lucir inferiores”, dice. “Nos encontramos frente a la transformación en una instalación de clase más alta o al cierre eventual”. Pero yo ya he puesto todos mis fondos de jubilación en mi negocio y no tengo más dinero para expansión”.

Estos dilemas prevalecen en varias aldeas aborígenes alrededor de la isla, donde los residentes deben por una parte luchar para ganarse la vida, y por la otra, luchar para preservar su patrimonio. De alguna forma, los aborígenes han estado luchando esta batalla durante siglos. Los aborígenes, quienes se piensa llegaron a Taiwan hace más de 6.000 años, son los primeros habitantes de la isla. Por ello, desde el comienzo de la inmigración china a Taiwan, el número de aborígenes se ha reducido a menos del 2 por ciento de la población.

Incluso en Wulai, “una aldea atayal”, la población de aborígenes es de sólo 2.000 entre los 7.000 residentes, y la mayoría de los funcionarios del pueblo no son aborígenes. Además, los visitantes van a Wulai principalmente para bañarse en las aguas termales, ir de compras o comer, y los comercios en su mayoría no son operados por aborígenes. De hecho, la mayoría de los aborígenes no se benefician mucho de la creciente popularidad del pueblo como un sitio turístico y todavía llevan una vida bastante dura.

El “movimiento nuevo hogar y nuevas tribus” tiene como objetivo cambiar este fenómeno. Con un presupuesto planeado de NT$7.300 millones (US$212 millones) sólo para 2003, el proyecto está siendo puesto en práctica entre los 55 pueblos aborígenes en los 12 distritos de Taiwan.

“El proyecto tiene como fin establecer economías autosuficientes para las tribus aborígenes, ayudando a desarrollar industrias en las comunidades tribales”, explica Wang Chiu-I, director del Departamento de Cultura y Educación del Consejo para las Tribus Indígenas, bajo el Gabinete. “Con suerte, a través del mejoramiento general de su ambiente económico, de vida, educativo, y laboral, los aborígenes puedan llevar una vida estable mientras conservan y promueven su cultura tribal”.

Según Wang, el Gobierno intenta ayudar a los aborígenes a desarrollar industrias o negocios que retienen las características locales o tradicionales, tales como las granjas para el cultivo de hierbas, los estudios de artesanías tradicionales y las posadas. El turismo también ocupará un papel, pero los planes para las actividades turísticas también pueden ser integrados en la cultura local.

Cada año, después de la cosecha de granos en julio y agosto, por ejemplo, es costumbre que los atayales celebren ritos para agradecer a los espíritus de sus antepasados. Este festival de cosecha es una fuente posible de interés para aquellos que desean ver de cerca la cultura atayal. Asimismo, durante la estación de la flor del cerezo, desde febrero hasta marzo, el Gobierno del Distrito de Taipei se une a la oficina del pueblo y las organizaciones comunitarias para celebrar un festival de un mes de duración que incluye música aborigen, bocadillos tradicionales, demostraciones de tejeduría y exhibiciones fotográficas y documentales con temas locales.

Para animar a los atayales a discutir y documentar su historia, el Gobierno ofrecerá incentivos para establecer grupos de estudio, colegios comunitarios, clases de crecimiento cultural, y un museo para los artefactos locales. El plan también espera estimular la creación de canales de televisión aborigen y animar al pueblo a participar en la programación. La meta principal de estos esfuerzos para infundir nuevo vigor a la cultura, historia y lenguas aborígenes, dice Wang.

Con el fin de establecer lazos con el mundo exterior, el concejo de Wang ha ayudado a establecer 15 centros de información/biblioteca entre las aldeas aborígenes de la isla, donde los residentes locales pueden aprender cómo usar computadoras, obtener información de la Internet, y aprovechar el aprendizaje a distancia.

La educación es el elemento central del programa. Si los atayales van a sacar provecho de la economía moderna de Taiwan, necesitarán entrenamiento vocacional y cierto apoyo para mejorar la infraestructura local. “La idea del movimiento de nuevas tribus es darle fuerza a los aborígenes para que presenten sus propios proyectos y estrategias para el desarrollo”, dice Wang. “Sólo con la completa y activa participación de los indígenas mismos, podrá esta campaña traer prosperidad a largo plazo a las aldeas aborígenes”.

En Wulai únicamente, hay ocho asociaciones listas para trabajar en los proyectos de desarrollo comunitario, y han dado la bienvenida al apoyo de las propuestas gubernamentales. Kuo Chin-ming, presidente de la Asociación para el Desarrollo Comunitario Chungchih, indica que desde el año pasado, su asociación ha participado en el movimiento nuevas tribus en cooperación con el Consejo para las Tribus Aborígenes, el Consejo para los Asuntos Culturales, y el Consejo para los Asuntos Laborales (CLA, siglas en inglés). Con los subsidios gubernamentales, su asociación ha podido emprender varios proyectos, incluyendo entrenamiento vocacional y el establecimiento de centros de información y una página web especializada.

Entre tanto, el CLA ha ofrecido oportunidades de trabajo a los residentes de la comunidad, incluyendo la limpieza del ambiente local, el procesamiento de información, la planificación turística, y la recolección de información sobre la cultura atayal.

Según Kuo, la tarea más difícil fue llegar a un consenso entre los miembros de la comunidad, y lograr el apoyo y la participación. Por lo tanto, su asociación invitó a profesores a dictar conferencias a los residentes locales para ayudarles a comprender las metas de los programas de regeneración comunitaria, y solicitar su consejo. El grupo de Kuo organiza también paseos de campo en otras aldeas aborígenes para aprender de sus experiencias.

Kuo intenta establecer un parque cultural y ecológico atayal el próximo año que sea completamente propiedad y gestionado por los miembros de la tribu local. Según su plan, el parque exhibirá viviendas aborígenes tradicionales fabricadas con bambú, junto con los implementos usados en la vida cotidiana, la cacería, y el tatuaje de rostros, así como otras exhibiciones que abarcan vestidos tradicionales, cerámica, y tallas. Los atayales demostrarán la confección de artesanías, prepararán platos locales, y cantarán canciones tribales. Se venderán también algunos souvenirs, tales como discos compactos de música aborigen, brazaletes, zarcillos, bolsas bordadas, vestidos, muñecas, y colgantes de paredes.

Aparte de los aspectos comerciales, el parque no sólo está dedicado a los turistas, según Kuo. “Esperamos ofrecer a los visitantes una idea de lo que era la cultura aborigen primitiva y sus tradiciones”, dice. “Al mismo tiempo, queremos que nuestros descendientes comprendan cómo vivieron nuestros antepasados, para que las generaciones más jóvenes puedan comprender mejor su cultura e identificarse con su patrimonio”.

Chen Shen-jung, decano de la Escuela Primaria Fushan en Wulai, cree que los proyectos comunitarios son un buen ejemplo de la necesidad de que las cosas grandes comiencen siendo pequeñas. “En el pasado, ignoramos el desarrollo de los pueblos y tribus individuales, mientras se enfocaba en esquemas más grandes”, dice. “Sólo con el desarrollo de sus diversas partes integrantes, puede una sociedad fortalecerse como un todo”.

Chen cree que, para hacer más efectiva esta campaña, debe enfatizarse la conservación y la promoción de los ritos culturales, así como las lenguas tribales en el nivel local. Y estas tareas pueden llevarse a cabo en las escuelas locales y centros comunitarios para la educación.

Entretanto, Chien Mu-sheng, presidente de ADAWT, indica que Wulai tiene mucho más que ofrecer que aguas termales y artesanías y platillos tradicionales. Muchos visitantes, dice él, no van más allá del área del centro. Pero él cree que la verdadera belleza de Wulai puede hallarse en los cuatro kilómetros río arriba en un lugar llamado Valle Doll, donde se puede observar la vida aborigen genuina, no una exhibición especialmente para los turistas. Un paseo por el área lleva a los visitantes alrededor de una cascada impresionante con un río en la parte inferior, y ofrece vistas hermosas de bosques primitivos. La gente local puede verse buscando hierbas tradicionales usadas en platos atayales y remedios medicinales. En resumen, es el tesoro de la cultura atayal rodeada de la belleza natural de Wulai —un patrimonio que vale la pena esforzarse en conservar. “Nosotros, los atayales, nacimos con aguante y optimismo”, dice Chien. “A pesar de los pesados obstáculos en el camino, lucharemos por mantener vivo el espíritu de los atayales en Wulai”.

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