Varias veces en los últimos años, las fuerzas comunistas han tratado de probar las defensas de Kinmen, intentando enarbolar en la isla la bandera roja. En los cuarenticuatro días que siguieron al 23 de agosto de 1958, la artillería comunista lanzó sobre la isla 479.554 granadas. Han transcurrido desde entonces casi tres décadas y hoy en día la isla de Kinmen permanece erguida, orgullosa y floreciente.
Por lo general alguien que nunca haya visto Kinmen, suele imaginar que no es sino una isla desolada y devastada, al igual que los frentes militares fortificados de la mayoría de películas de guerra. Sin embargo, aunque parezca extraño, el verdadero panorama de Kinmen es el de una isla de gran encanto y belleza.
Aunque los escasos rayos del sol de comienzos de la primavera se mezclaban con las brisas procedentes del mar, en esta isla que cuenta con una población de 50.500 residentes civiles, pocos de ellos se veían caminando por las calles, incluso en Kincheng (Ciudad del Oro) y Shanwai (Más allá de la montaña), los dos pueblos principales de Kinmen.
La razón de ello era que se encontraban en las escuelas, en los botes de pesca, en la destilería, en los talleres de cerámica, en las granjas o bien estudiando o trabajando. Con excepción de los muy ancianos y los muy jóvenes, nadie en Kinmen permanece inactivo no solamente durante las horas de trabajo, sino que también en las horas fuera de trabajo, ya sea por la mañana muy temprano, o bien hasta tarde por la noche.
De acuerdo con el padre Ferreira, sacerdote argentino cuya congregación pastoral se centraliza en Kincheng, Kinmen es una comunidad tan estrecha y amistosa que sus habitantes suelen reconocer los carros, las motocicletas e incluso los perros de los demás. Debido a este cálido ambiente y a su efectivo sistema de jusiticia -expresó- "Por la noche usted no tiene que cerrar la puerta de su casa con llave. Aquí todo aquel que intente robar no tiene más que una oportunidad, una sola oportunidad". Además, en esta isla no suele existir delincuencia juvenil u otros males propios del ambiente urbano. De ahí que las cortes locales y las estaciones de policía de la isla no sean más que tranquilos refugios.
Por otro lado, como es característico de muchas otras áreas remotas, los niños de Kinmen son bastante sanos y felices. Si recorremos las calles, suelen caminar tras de nosotros bulliciosos y alegres, con sus mejillas sonrosadas debido a las frías brisas marinas, en marcado contraste con la conducta moderada de los niños de Taiwan, incluyendo los que viven en el campo.
Los amables ancianos de Kinmen son también personas muy extrovertidas; parece ser que disfrutan bastante contando sus propias historias y por medio de ellos es como nosotros hemos aprendido mucho acerca de la sociedad de esta isla.
En un asilo de ancianos, un hombre de 71 años se presentó a sí mismo como el Sr. Hung, refiriéndonos que en 1949, al seguir a las fuerzas armadas de la República que se trasladaron hacia esta isla, tuvo que dejar en China Continental, a su esposa, un hijo y tres hijas. Tanto él como muchos otros residentes de acá nunca volvieron a casarse debido a que no podían esperar volver a tener reuniones familiares.
Hsieh Hsiang, de 77 años, nos dijo que actualmente se encontraba solitaria en este mundo. A los 30 años, recien casada, vió partir en el puerto a su esposo, para emprender un viaje de negocios al extranjero, del que no retornó jamás. En el pasado, este tipo de tragedia fue bastante común en Kinmen, cuando la isla no era más que una tierra estéril, que forzaba a sus habitantes a emprender emigraciones masivas.
Actualmente, aunque Kinmen ha sido transformada, una gran cantidad de jóvenes que desean estudiar una carrera suelen dirigirse hacia los centros urbanos de Taiwan. Una pareja de ancianos que cultivan vegetales en Chengkung nos dijo que seis de sus ocho hijos se encuentran ahora en Taiwan. Al preguntarles por qué seguían viviendo en Kinmen, nos respondieron con indignación: "Porque esta es la tierra de nuestros padres, abuelos y bisabuelos; aquí se encuentran nuestras raíces."
El magistrado Wu Kuei-lin, en una amplia discusión acerca de Kinmen, hizo una vibrante descripción acerca de esta isla, fortaleza de la libertad. El ha sido nombrado magistrado por el gobierno nacional, en tanto que los demás funcionarios importantes del gobierno local, incluidos directores y delegados de pueblos y aldeas, han sido electos. Los ciudadanos eligen además a la asamblea nacional y a los legisladores que participan en el gobierno nacional.
Al igual que los demás municipios, Kinmen no cuenta con un concejo municipal. En su lugar contamos con un comité consultivo con similares funciones, compuesto por líderes electos por la comunidad, representantes de pueblos y aldeas, así como otros dignatarios locales. Los miembros del comité de esta asamblea discuten periódicamente los asuntos del municipio, afirman la opinión pública y participan en las principales consultas administrativas. Adicionalmente, el magistrado, en compañía de los directores del municipio, tiene la obligación de asistir a las conferencias de representantes de pueblos y aldeas, estando sujeto también a cualquier interpelación.
Foto de CHEN MIN-JENG
Venta de licor kaoliang en destilería de Kinmen
Nuestra principal meta administrativa ha sido la mejora de servicios para los habitantes y en consecuencia, se tiene estipulado cada jueves como "el día de visita a los habitantes". Personalmente, en mi calidad de magistrado, así como los directores del municipio nos reunimos con los habitantes de todos los niveles de vida en las oficinas municipales. Necesitamos mantener estrechas relaciones con el pueblo y estar dispuestos a ayudar a resolverles sus problemas. En la misma forma como lo hicieron mis antecesores, yo celebro también sesiones periódicas para intercambiar puntos de vista con los delegados civiles, personas mayores y líderes de diversos grupos y comunidades, para asegurarnos de que todas las medidas administrativas sirvan mejor a los intereses del público y a las metas específicas.
Para nuestro soporte financiero no dependemos totalmente del gobierno local; los fondos del gobierno central están disponibles solamente para los programas especiales de construcción. Nuestra principal fuente de ingresos está constituida por las exportaciones: en orden de importancia, el licor kaoliang, objetos de cerámica y alfarería y granito, todos ellos productos de empresas públicas. Estas compañías no sólo contribuyen al volumen de las finanzas públicas de Kinmen -particularmente su destilería que suministra el 40 por ciento de los pagos- sino que comprenden un segmento significativo de la actividad total de Kinmen.
A diferencia de otras jurisdicciones de la nación, Kinmen disfruta de completos poderes en lo referente a impuestos; nuestro sistema impositivo es independiente y debido a que los niveles de ingresos y de vida de los habitantes son relativamente bajos comparados con los de la población de la provincia de Taiwan, el gobierno de Kinmen no ha fijado impuestos comerciales o por ingresos. Los únicos impuestos fijados han sido para bienes raíces y artículos importados, siendo estos bastante bajos: de acuerdo a una pequeña porción de los ingresos, menor del 7 por ciento anual.
Históricamente, tanto por razones geográficas como geológicas, Kinmen siempre ha estado escasa de agua, por lo que para sus cultivos los agricultores han tenido que depender básicamente del agua proveniente de las lluvias. En 1963 la isla sufrió una sequía que se prolongó durante seis meses, habiendo provocado una situación tan seria que los habitantes de la isla tuvieron que depender del su ministro de agua potable de parte de los barcos de transporte de la Marina. Es por eso que el gobierno ha dedicado muchos esfuerzos en la construcción de instalaciones para el almacenamiento de agua.
Hasta la fecha hemos completado al rededor de la isla 14 reservas, 100 presas y aproximadamente 3.000 estanques. En conjunto todas ellas tienen una capacidad de almacenamiento de agua de más de ocho millones de metros cúbicos, lo que es suficiente para ofrecer agua potable a la población de la isla por todo un año, además del agua de riego para las plantaciones durante la primavera; aunque ocurriese otra sequía, tendríamos agua suficiente durante la escasez del otoño y el invierno.
Nuestros esfuerzos en la agricultura se han concentrado en el cultivo de sorgo, batatas y maní, así como de frutas como duraznos, uvas, guayabas y sandías, los cuales tienen no sólo un alto valor económico, sino que son resistentes también a las sequías.
Originalmente Kinmen fue una tierra baldía casi desierta, como resultado de las sequías y de los vientos marítimos. Anteriormente los campos de cultivo de la isla erosionados por el viento sólo podían alimentar a la población durante un período menor de tres meses.
A inicios de la década de los 50, Kinmen emprendió esfuerzos por la mejora de la reforestación y de la irrigación, para elevar su infraestructura agrícola. Los miles de árboles que fueron plantados sirven hoy en día de protección contra el viento, como reguladores de temperatura y como controladores del suelo. Nuestro plan actual de reforestación de 15 años implica plantaciones en gran escala de bosques y árboles frutícolas en las áreas de las colinas poseídas por el público.
El municipio ha estimulado a los agricultores locales para que cultiven los productos que se identifiquen mejor con la temperatura y el agrotipo de la isla, comprando dichos terrenos a precios garantizados. Tomando como ejemplo el sorgo, el principal ingrediente para el licor kaoliang, la destilería de Kinmen compra el sorgo cultivado localmente en aproximadamente dos veces el precio del comprado en el exterior. Las principales tareas de nuestro municipio son observar si los agricultores reciben la ayuda que necesitan durante las épocas más activas de cultivo y para acelerar la modernización de la agricultura.
En verdad Kinmen agrícolamente es inferior a la mayoría de municipios de Taiwan en muchos aspectos, por lo que resulta útil desarrollar aquí una industria agrícola: los agricultores tienen que mezclar barro con el terreno arenoso, antes de poder usarlo.
Cada año la mayoría de nuestros graduados de la escuela secundaria se dirigen hacia Taiwan, ya sea para buscar trabajo o bien para continuar sus estudios en las universidades o academias militares. Solamente una minoría busca empleo en el mercado de trabajo local. Los estudiantes de Kinmen que estudian en Taiwan por lo general permanecen allí luego de haber terminado sus estudios, puesto que Kinmen no puede ofrecerles sino escasas oportunidades de trabajo.
A través de los tiempos, el número de emigrantes de la isla hacia Taiwan se ha estimado en aproximadamente 35.000. Incluso esta cifra, en comparación con la personas residentes en ultra mar, procedentes de Kinmen -principalmente en los países del sudeste asiático- es todavía más asombrosa: más de 200.000 personas o sea cuatro veces el número de la actual población de la isla. La emigración ha constituido un tradicional fenómeno que se remonta a cientos de años atrás.
La constante emigración ha engendrado el problema de las personas mayores como recurso de mano de obra para el desarrollo económico de Kinmen, especialmente en lo referente a la agricultura. Las generaciones jóvenes y por lo general las mejor educadas se muestran poco dispuestas a dedicarse a la pesada tarea del trabajo en el campo y con ingresos comparativamente más bajos, en comparación con las oportunidades que ofrece la industria en Taiwan. Este problema solamente podrá ser superado cuando se establezcan en la isla fábricas con alta tecnología de producción.
El incremento en cuanto al número de trabajadores de edad avanzada ha provocado un grave y potencial problema: el desempleo. Debido a sus condiciones específicas y al hecho de que no contamos con una gran cantidad de fábricas de labor intensiva en gran escala, la isla no puede ofrecer la oportunidad de llenar las vacantes de trabajo que se necesitan anualmente para absorber la enorme reserva de graduados de la escuela secundaria.
La educación es un área en la cual hemos logrado alcanzar enormes progresos. En Kinmen contamos con un estudiante por cada tres habitantes. El sistema de educación obligatoria de nueve años de la nación se llevó a cabo aquí por vez primera en 1964 y actualmente contamos con una escuela secundaria superior, una escuela secundaria vocacional, cinco escuelas secundarias inferiores, catorce escuelas elementales y un kindergarten, contando todas ellas con una inscripción de 17.000 alumnos. En lugar de tener que establecer instalaciones escolares para los niños ciegos, sordos o con otras limitaciones, preferimos enviarlos a las escuelas de educación especial de Taiwan.
Disponemos de atención médica gratuita para todos los ciudadanos y a nivel municipal hemos fundado un hospital general, afiliado al departamento médico, así como clínicas médicas y de enfermería, además de una instalación militar, el Hospital de Granito, con una sección especial para el tratamiento de pacientes civiles que padezcan de serias enfermedades.
Hemos establecido también un asilo de ancianos, así como un orfanato, para acomodar a los ancianos sin familia y a los niños sin padres. El Gobierno suele ayudar a los desempleados a emprender sus propios negocios, ofreciéndoles préstamos a largo plazo y a intereses bajos o bien los ayuda a conseguir empleo, ofreciéndoles adiestramiento vocacional.
En el futuro nuestros esfuerzos se centralizarán en las construcciones populares y de desarrollo económico, con el objeto de elevar los niveles de ingresos y de vida de los habitantes. Actualmente nos encontramos manteniendo un déficit comercial con la provincia de Taiwan, pero confiamos en poder estrechar esta brecha en un cercano futuro, así como balancear el comercio bilateral a corto plazo. Con este propósito en mente, el municipio ampliará el desarrollo de la silvicultura, piscicultura -incluyendo el cultivo de peces- así como la ganadería animal, sectores que consideramos cuentan con un gran potencial para el desarrollo de la isla. □