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Mitos y realidades sobre las víboras

26/02/2001
La víbora del bambú verde es la serpiente venenosa más común de Taiwan. (Fotos de Huang Chung-hsin)

La Biblia nos narra en sus primeros capítulos acerca de la serpiente que sedujo a Eva, la primera mujer y madre del género humano, e hizo que ella comiera del fruto prohibido. A su vez, Eva indujo a que Adán cometiera el mismo pecado. Dios la condenó a sufrir dolores de parto y junto con su esposo, fue expulsada del Paraíso.

Desde la más remota antigüedad, el ser humano ha tenido temor y respeto por las serpientes. Su forma alargada, su desplazamiento sin tener patas y hábitos evasivos han dado origen a muchos mitos y leyendas en casi todos los pueblos del mundo; excepto, tal vez, aquéllos que viven en las regiones circumpolares.

Pero, uno de los factores que ha convertido a la serpiente en un ser a la vez aborrecido y venerado es el hecho de que muchas especies de ofidios poseen la facultad de producir e inyectar veneno en sus víctimas.

Por esa razón, existe un prejuicio generalizado contra las serpientes. Indistintamente si es venenosa o no, la regla de oro de las personas comunes es matar cualquier culebra que vean. Se dice que es la forma segura de prevenir cualquier daño que pueda causar.

Sin embargo, son pocas las especies de serpientes que realmente están equipadas con un aparato venenoso que pueda poner en peligro la vida humana. La mayoría de las serpientes carecen de esta capacidad mortífera.

En Taiwan, se han registrado un total de 52 especies de ofidios distribuidas en cinco familias. De ellas, sólo 16 pueden provocar mordidas mortales al ser humano. Siete de estas serpientes venenosas son marinas, y la posibilidad de ser mordidos por ellas es muy remota. Por lo general, las serpientes marinas son muy tímidas y evitan acercarse a seres más grandes que ellas. Los accidentes de mordidas por especies marinas suelen ocurrir en tierra, cuando las víboras quedan expuestas por las mareas.

Hay otras especies en Taiwan que poseen veneno, pero la cantidad que suelen inyectar en cada mordida es tan mínima que no resulta mortal al ser humano, o sencillamente posee dientes tan débiles que no logran perforar lo suficiente como para poder inocular el veneno.

Las serpientes realmente peligrosas para el hombre en Taiwan pueden ser clasificadas en tres grandes grupos: hidrópidos (Hydropiidae), elápidos (Elapidae) y vipéridos (Viperidae). Algunos herpetólogos dividen a los vipéridos en dos familias: Viperidae y Crotalidae. Dichos autores se basan en la estructura ósea y otros aspectos morfológicos para hacer tal división. Si embargo, la nueva nomenclatura tiende a unir estas dos familias en una sola debido a sus afinidades filogenéticas.

El primer grupo vive esencialmente en medio acuático y comprende todas las serpientes o víboras marinas. Como se dijo anteriormente, presentan realmente poca amenaza para el ser humano.

Los dos últimos grupos son ofidios de hábitos terrestres y sus miembros son causantes de la mayoría de los accidentes mortales por mordeduras de serpientes en Taiwan.

Los ofidios cuyas mordeduras pueden ser mortales en Taiwan son: la krait rayada (Bungarus multicinctus); la coral asiática (Hemibungarus macclellandi); la coral de Taiwan (Hemibungarus sauteri); la cobra común (Naja atra); la víbora de Alishan o víbora cabeza de hierro (Ovophis monticola); la víbora montañera de Taiwan (Trimeresurus gracilis); la víbora de escamas punteadas o “piel de tortuga” (Trimeresurus mucrosquamatus); la víbora del bambú verde (Trimeresurus stejnegeri); la víbora cien pasos (Deinagkistrodon acutus); y la víbora de Russell (Doboia russellii).

Algunas de estas especies, incluyendo las víboras coral, son muy raras y se desplazan con lentitud en bosques densos. Por esa razón, son muy raros los casos de mordeduras por ellas. Por otro lado, la mayor parte de las serpientes venenosas en Taiwan tienen hábitos nocturnos, a excepción de la cobra.

Sin embargo, muchas especies de víboras poseen fosetas termosensibles entre la nariz y los ojos. Con este órgano, ellas pueden detectar el calor de cualquier animal en medio de la más completa oscuridad. La cien pasos y la víbora del bambú verde son ejemplos de ofidios que tienen este órgano en la isla. Muchos accidentes con estas víboras se producen en forma inadvertida cuando alguna persona pasa cerca de ellas y es atacada al percibir el reptil una intensa fuente de calor generado por el cuerpo humano.

La krait rayada y las corales son generalmente serpientes de temperamento dócil y no son peligrosas al menos que sean molestadas.

Pero la cobra es otra historia. Esta especie de serpiente no posee fosetas termosensibles, pero tiene un mal temperamento. Su visión es muy sensible a la luz y detecta cualquier movimiento que altere el espectro luminoso de su visión. Por esa razón, suele atacar a personas que se mueven cerca de ella. Su ataque puede ser generalmente evitado ya que por costumbre, la cobra se yergue y emite un silbido agudo antes de atacar.

Por su clima subtropical, Taiwan es un sitio apto para la abundancia de serpientes. Las lluvias constantes permiten una vegetación exhuberante en la isla, lo cual ofrece refugio y la presencia de muchos animales que sirven de alimento para los ofidios.

En consecuencia, resulta muy común ver culebras en Taiwan, incluso en áreas urbanizadas. Obviamente, también son frecuentes los casos de mordeduras por serpientes, sean venenosas o no.

Para contrarrestar esta desagradable situación, desde hace muchos años se ha venido equipando a los hospitales con juegos de suero antiofídico.

La entidad encargada de producir los sueros antiofídicos en Taiwan es el Centro de Producción de Sueros y Vacunas, que depende del Centro para Control de Enfermedades (CDC, siglas en inglés) del Departamento de Salud.

Sus orígenes se remontan al Instituto de Investigaciones sobre Medicina Tropical, establecido en Taiwan durante la época de la ocupación japonesa de la isla (1895-1945). En dicho instituto, los japoneses comenzaron a producir suero antiofídico.

Con el retorno de Taiwan a la soberanía china, la Universidad Nacional de Taiwan creó un Centro de Investigaciones sobre Medicina Tropical, que incorporó a su antecesor. Después de varios reajustes en su organización, la institución obtuvo su actual denominación en julio de 1999.

En la actualidad, el CDC produce anualmente unas 8.500 dosis de sueros antiofídicos liofilizados, distribuidos de la siguiente manera: 2.500 de suero anti-neurotóxico; 5.000 de suero anti-hematotóxico; y 1.000 de suero contra el veneno de la víbora cienpasos (D. acutus). A excepción del último tipo, los sueros son bivalentes. Gran parte de la producción se destina a las fuerzas armadas, donde se producen muchos accidentes de este género cuando las tropas realizan sus ejercicios en sitios agrestes.

El suero anti-neurotóxico se usa para casos de mordeduras por cobra o krait rayada, mientras que el suero anti-hematotóxico sirve para accidentes causados por víboras del género Trimeresurus. La mordedura de la víbora de Russell (Doboia russellii) en Taiwan es muy temida, debido a que por el momento no hay producción de suero para contrarrestar su veneno. Afortunadamente, es una especie muy rara en la isla.

La cantidad producida anualmente llega a satisfacer las necesidades de los hospitales y centros de salud que atienden los casos de mordeduras de ofidios.

Según Chen Tsun-kuang, jefe de la sección de producción y control de suero antiofídico del CDC, los casos de mordeduras de víboras más comunes en Taiwan son aquéllos producidos por la víbora de escamas punteadas o “piel de tortuga” y la víbora del bambú verde. Ambas especies suelen atacar al hombre ante la menor provocación. Las dos especies poseen fosetas termosensibles que captan la presencia humana por el calor del cuerpo.

Anualmente, se registran unos 350 casos de mordeduras por la víbora de escamas punteadas y alrededor de unos 150 casos de mordeduras por la víbora del bambú verde, nos informa Chen. Los casos de mordeduras por la víbora de Russell son escasos, reportándose menos de diez al año. Igual ocurre con las mordeduras de la víbora cien pasos y cobra.

Chen nos informa que anualmente perecen alrededor de unas diez personas en Taiwan por picadura de víboras. La mayoría de las muertes se producen por demora en el traslado del paciente, pero algunas veces ocurren por inyección del suero equivocado al no haberse identificado correctamente al reptil que causó el accidente.

La composición del veneno varía bastante entre las familias y las especies. Incluso a nivel individual pueden haber variaciones en las secuencias de una sola toxina. Sin embargo, en todos los venenos de las víboras se halla ya sea fosfolipasa A o alguna toxina poliprotéica que contiene una fosfolipasa en su composición.

Al ser mordido por una serpiente, es necesario tratar de identificarla, ya que muchos de los sueros son específicos e incluso los polivalentes actúan sobre sólo algunas especies. Hay que llevar al herido al hospital más cercano y solicitar la inyección con el suero indicado.

En Taiwan, la mayoría de los hospitales mantienen una adecuada cantidad de suero antiofídico para tratar cualquier emergencia en este sentido. Pero, hay que tener en cuenta también que al igual que muchos medicamentos, hay algunas personas que son alérgicas o hipersensibles al veneno de la víbora. Con este tipo de personas, pueden surgir graves complicaciones al inyectarle el suero en caso de mordeduras de serpiente. Incluso, después de haberse salvado, pueden quedar con un sistema inmune tan frágil que un segundo accidente de esta naturaleza provocaría una muerte casi segura.

En el Año de la Serpiente, resulta oportuno hacer que la gente comprenda que las serpientes no atacan sin motivo, ni se la pasan esperando en el camino al primer caminante descuidado para morderlo. La mayor parte de los ataques de víboras suceden por imprudencias de nuestra parte.

Obviamente, las víboras son peligrosas para el hombre, sin embargo, nos son muy útiles para el control de plagas como los roedores y por el simple hecho de ser un ser viviente que tiene tanto derecho como nosotros de compartir la vida en este planeta, no debemos matarlas sin necesidad.

Texto de Luis M. Chong L.

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