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Combatiendo el paludismo en Santo Tomé

16/03/2005
Lien Jih-ching recolecta muestras de larvas de mosquito para examinar si son de Anopheles gambiae, vector del paludismo en Santo Tomé y Príncipe.

Para la mayoría de los taiwaneses, la malaria es algo que solamente se lee en los libros de texto o periódicos; sin saber que hace apenas unas cuatro décadas, la enfermedad era endémica de Taiwan. Por lo tanto, podría causar sorpresa que Taiwan se encuentre ahora en posición de ofrecer orientación a otros países acerca de cómo erradicar el paludismo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), que certificó Taiwan como un área libre de malaria en 1965, estima que ocurren entre 300 a 500 millones de casos de malaria anualmente en todo el mundo, resultando en la muerte de 1,5 a 2,7 millones de personas. Cerca del 90 por ciento de los casos y muertes ocurren en el Africa Subsahariana, afectando más severamente a niños menores de cinco años y mujeres embarazadas.

La malaria es causada por un parásito protozoario del género Plasmodium, que es transmitido al ser humano por los mosquitos. Existen cuatro especies de Plasmodium --P. falciparum, P. vivax, P. ovale, y P. malariae-- de las cuales la primera es la más letal.

Durante una visita de Estado a Santo Tomé y Príncipe, un aliado diplomático de la República de China, en julio de 2002, el presidente Chen Shui-bian prometió ayudar al país a erradicar la enfermedad.

Esta isla nación de unos 180 mil habitantes, situada a unos 220 kilómetros fuera de la costa de Gabón, en el Golfo de Guinea, ha sido fuertemente afectada por la malaria, especialmente por la forma más seria de paludismo causada por el protozoario P. falciparum.

Hace un par de años, el Fondo para la Cooperación y el Desarrollo Internacional de Taiwan (ICDF, siglas en inglés) envió un equipo de seis científicos y médicos a Santo Tomé y Príncipe para investigar las condiciones relacionadas con la malaria y evaluar la posibilidad de erradicar la enfermedad.

Combatiendo el paludismo en Santo Tomé

En su laboratorio, Lien instruye a sus asistentes sobre un experimento para determinar la resistencia de los mosquitos a los insecticidas. El laboratorio de Lien fue visitado por funcionarios de la Organización Mundial de la Salud, quienes elogiaron altamente sus logros.

El grupo llegó a la conclusión de que era factible, y el jefe del equipo, Lien Jih-ching, profesor de Entomología Médica en la Universidad Nacional de Taiwan, recomendó un programa de múltiples etapas en su informe de investigación oficial.

Poco después de la visita presidencial a Santo Tomé en 2002, los dos países firmaron un acuerdo para poner en marcha un programa de erradicación de la malaria y Lien fue nombrado para digirir el mismo.

Según Lien, la OMS intentó erradicar la malaria a inicios de los años ochenta, mediante el rociado de DDT --Dicloro-difenil-tricloroetano-- en Santo Tomé y Príncipe. Aunque el programa logró reducir la incidencia de la enfermedad, aparentemente fracasó en erradicarla totalmente, y posteriormente, se volvió a propagar por todo el país.

Un factor importante en el resurgimiento de la enfermedad fue el hecho de que el rociado con DDT causó la muerte masiva del ganado y las aves de corral, y resulta fácil comprender que los ciudadanos de ese país hayan llegado a la conclusión que el remedio fue peor que la enfermedad, algo que los ambientalistas llegaron a compartir mucho antes que los años noventa.

Por ende, Lien fue por segunda vez a ese país en julio de 2003 para lanzar el programa anti-malaria. La anterior experiencia de los santotomenses con el DDT hizo que estuvieran temerosos del programa de rociado por el grupo de Taiwan. Se les aseguró que se usaría un insecticida mucho menos tóxico llamado alfacipermetrina.

La alfacipermetrina es un insecticida de contacto que actúa sobre una amplia gama de insectos, incluyendo las moscas y otras especies de interés sanitario.

"Usamos 50 miligramos de alfacipermetrina por metro cuadrado para eliminar al mosquito transmisor, Anopheles gambiae, en contraste con los dos mil miligramos de DDT por metro cuadrado que usó la OMS", explicó Lien.

Décadas antes, cuando dirigía un programa en Taiwan para combatir el dengüe, causado por un virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti, Lien logró controlar la enfermedad usando una solución más débil de alfacipermetrina, equivalente a sólo 20 miligramos por metro cuadrado.

"Usamos una solución más fuerte del insecticida en Santo Tomé y Príncipe para asegurar que tantos mosquitos transmisores como fuera posible fuesen eliminados y para prevenir las picaduras múltiples", dice Lien, añadiendos que "las repetidas picaduras por mosquito que portan el protozoario conllevan al empeoramiento de, y la muerte por, la malaria".

Aparte del insecticida selecionado por el equipo de Lien, lo diferente del actual programa con los anteriores esfuerzos de rociado con DDT es que en vez de fumigar las áreas exteriores donde crecen los mosquitos y los espacios dentro de las casas, ellos solamente rocían las paredes internas y las partes bajas de las casas sobre pilotes, donde suelen descansar los mosquitos.

Combatiendo el paludismo en Santo Tomé

Una presentación para los miembros del grupo antes de iniciar la campaña a nivel nacional de fumigación con alfacipermetrina. (Fotos cortesía del ICDF)

La lógica de este enfoque es engañosamente sencilla. Primero que nada, se debe entender que el Plasmodium requiere de sangre humana para poder reproducirse. Por lo tanto, lo más importante es aislar a quienes se encuentran enfermos y matar los mosquitos que les hayan picado. Por lo tanto, Lien consideró que no era necesario fumigar dentro y fuera de las casas en todo el país.

Lien ha descubierto que los mosquitos Anopheles gambiae suelen ser activos sólo en la noche y las tempranas horas de la mañana, cuando la gente se encuentra en casa. Un 30 por ciento de todos los mosquitos en Santo Tomé se encuentran en cualquier momento dentro de las casas, atraídos por las personas, o están descansando en espera de su próxima comida.

Debido a que la alfacipermetrina permanece activa por unos 400 días, si se rocían todas las edificaciones, ellas se convierten en trampas mortales que reducen drásticamente las poblaciones de mosquitos en un corto período de tiempo.

Los mosquitos que pican a pacientes con malaria posiblemente lo hacen en los interiores e inmediatamente descansan en la superficie rociada con insecticida, muriendo subsecuentemente antes de tener la oportunidad de transmitir la enfermedad a otra persona.

En la primera etapa del programa, el grupo de Lien fumigó las casas en toda la isla de Príncipe, la segunda mayor y que cuenta con una población de menos de diez mil habitantes. A la vez, se probaron otros métodos en algunos pequeños poblados de la isla más grande, Santo Tomé.

"A los dos meses de la fumigación, las 21 camas en la sala de malaria del único hospital público de Príncipe, donde se atienden los casos críticos, quedaron vacias", explica el septuagenario Lien.

El señala que volvió a Príncipe en julio de 2004 durante las vacaciones de verano de su universidad para examinar si los mosquitos habían desarrollado resistencia y si había ocurrido un resurgimiento de la población del mosquito. El no encontró evidencia de eso. Este sobresaliente resultado fue ampliamente reportado por los medios de comunicación santotomenses y llamó la atención de varias organizaciones extranjeras, incluyendo la OMS y la entidad privada Fondo Global.

Los funcionarios de la Oficina Regional de la OMS para Africa realizaron una visita al laboratorio del grupo de Taiwan en Santo Tomé en septiembre de 2004. Ellos quedaron sumamente impresionados, manifestando que el laboratorio podría servir como centro de entrenamiento para operarios de toda Africa.

Al mismo tiempo, el Fondo Global quedó tan impresionado que hizo una gran donación al Gobierno santotomense para lanzar una campaña nacional de medicación para erradicar de una vez por todas los Plasmodium parásitos en todos los hospederos humanos.

Conjuntamente con el programa de medicación, el equipo de Lien continúa con el proyecto de fumigación con alfacipermetrina a nivel nacional, que será completado en unos seis meses más.

Según Shao Li-chung, subsecretario general del ICDF, se espera que al completarse el programa de tres años, el contrato de servicio para el grupo taiwanés será extendido para poder supervisar la situación y asegurar una absoluta erradicación del paludismo en Santo Tomé y Príncipe.

Traducido del Taiwan Journal por Luis M. Chong L.

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