Tras el desenlace de la Guerra Civil en China en 1949, el territorio continental e insular de este país se vio dividido en dos áreas mutuamente excluyentes. Por lapso de casi medio siglo, los contactos entre estos dos países vecinos se vieron casi totalmente truncados.
Las familias separadas en ambas territorios prácticamente no tuvieron noticias de sus seres queridos que estaban al otro lado del Estrecho, a pesar de la corta distancia geográfica. En el campo científico y tecnológico, la interacción era virtualmente inexistente, ya que habían consideraciones de seguridad que se interponían a cualquier intento de acercamiento.
En mayo de 2008, un fuerte terremoto azotó la provincia de Sichuan, causando gran devastación en la afligida provincia chino-continental. Lu Xongxiang, presidente de la Academia de Ciencias de China (CAS, siglas en inglés), acudió a su colega de la Academia Sínica, Wong Chi-huey, para solicitar que los expertos taiwaneses compartieran con sus colegas chinos los conocimientos adquiridos durante el seísmo que sacudió la región central de Taiwan en septiembre de 1999.
Este hecho constituyó el primer contacto directo entre los presidentes de las dos instituciones, que tienen un origen común, ya que fueron fundados como una sola en 1928, cuando el Gobierno de la República de China controlaba en forma efectiva la totalidad del territorio chino.
Atendiendo a la solicitud, Liu Chao-han, vicepresidente para Asuntos Internacionales de la Academia Sínica, encabezó un grupo de 11 miembros –integrado por ingenieros, geólogos, psiquiatras y abogados– para reunirse con sus homólogos del territorio continental. Ese primer encuentro conllevó a un permanente programa de intercambios y estudios conjuntos relacionados con la ingeniería y reconstrucción en casos de terremotos.
Con el anhelado retorno del Kuomintang al poder en el área de Taiwan en mayo de 2008, se ha producido una distensión generalizada en las hasta entonces tirantes relaciones a través del Estrecho. Desde julio del año pasado, se han ido regularizando los vuelos regulares entre Taiwan y China continental, eliminando la necesidad de cambiar de avión en Hong Kong. En este sentido, la cooperación científica y tecnológica a través del Estrecho de Taiwan también se ha visto facilitada enormemente. Si bien existen todavía ciertos trámites burocráticos, como la necesidad de obtener “visas”, los mismos son mucho más expéditos que antes.
Aunque tomó años para que las tensiones de la Guerra Fría entre los dos lados del Estrecho fuesen aliviadas; los lazos comerciales, económicos y científicos comenzaron a desarrollarse desde la década de los noventa, a pesar de las enormes restricciones y reglamentos que todavía estaban en vigor. Sin embargo, en la actualidad la cooperación científica y tecnológica se ha normalizado, y en muchos casos, se ha vuelto parte de la rutina de la comunidad científica en ambos lados.
Por ejemplo, el Instituto de Astronomía y Astrofísica de la Academia Sínica, con sede en Taipei, está colaborando con el Observatorio de la Montaña Púrpura de la CAS, en Nanking (Nanjing), con el propósito de desarrollar instrumentos para uso en radiotelescopios.
Por otro lado, físicos especializados en estudios de las particulas en ambos lados también trabajan conjuntamente para conducir experimentos sobre los neutrinos. En el pasado, ésto hubiera sido imposible, ya que los gobiernos en ambos lados consideraban esa área de investigación como muy sensitiva.
Pero, a pesar del progreso en los campos de las ciencias aplicadas, la cooperación entre los científicos en las ciencias naturales, especialmente en la Biología, ha sido generalmente muy tardía.
Una posible razón de esta situación podría ser debido a que los científicos de las ciencias de la vida dependen menos de instalaciones compartidas y tienden a trabajar en grupos pequeños.
Otro aspecto importante que no debe ser ignorado es que en el pasado, la mayoría de los biotecnólogos de Taiwan acudían a Estados Unidos para realizar sus estudios de postgrado, generando nexos más estrechos con la comunidad científica estadounidense.
En cuanto a las ciencias de la vida, existen ventajas y debilidades en ambos lados. En sentido general, Taiwan posee mayores ventajas en el campo biotecnológico debido a la excelente infraestructura que ha desarrollado, especialmente en los últimos años. Sus avances en tecnología agrícola y biomedicina son notables. Sin embargo, la isla es relativamente débil en Biología tradicional, particularmente en biodiversidad.
A través de los años, el interes general del Gobierno y la comunidad científica en Taiwan se concentró en el desarrollo de la biotecnología y los aspectos prácticos de la Biología. Como consecuencia, se ha destinado pocos recursos a la investigación pura en el campo biológico. Así, si bien existe una fuerte plataforma en biotecnología, la isla prácticamente posee una muy limitada base de datos en términos de especímenes biológicos o muestras de material genético que represente la riqueza de la biodiversidad en la isla.
Por otro lado, China continental se encuentra menos desarrollada en el campo biotecnológico. Muchas de las empresas biotecnológicas chino-continentales son de reciente creación y carecen de innovación, experiencia y capacidades para el éxito en el mercado mundial.
Sin embargo, los científicos en China continental ha dedicado grandes esfuerzos para documentar su biodiversidad y varias instituciones allí poseen vastas colecciones de especímenes que contienen un alto potencial de proveer interesante material genético para futuras investigaciones.
Además, eminentes profesionales del campo biomédico han retornado a China continental, tras terminar jornadas investigativas en universidades y empresas farmarcéuticas de EE UU.
En cierto modo, una ventaja que posee China continental es la abundancia de pacientes disponibles para pruebas clínicas; algo que en Taiwan se encuentra limitada no sólo por la población mucho más reducida, sino también por las múltiples disposiciones legales que rigen en este sentido.
Empero, hay un aspecto que preocupa a la comunidad científica taiwanesa, el estado de la protección de los derechos de autor en el territorio continental. Es muy conocida la rampante piratería comercial e industrial en China continental, pero afortunadamente, hay señales de que las autoridades en Pekín están tomando cada vez más en serio el esfuerzo para proteger los derechos de autor y combatir la piratería comercial.
Un aspecto prometedor que podría acercar a ambos lados en términos de cooperación tecnológica es la Biomedicina. Yang Pan-chyr, decano del Colegio de Medicina de la Universidad Nacional de Taiwan (NTU, siglas en inglés), con sede en Taipei, considera que resulta indispensable que haya una mayor colaboración en la región para responder a las interrogantes acerca de los patrones de las enfermedades en el Este Asiático.
Un notable ejemplo reciente de colaboración en el campo biomédico a través del Estrecho fue el 12º Simposio Internacional de los Biocientíficos Chinos en América, que se llevó a cabo del 15 al 18 de junio del presente año en el Centro de Conferencias de la Academia Sínica en Taipei. Alrededor de mil científicos de Estados Unidos, Canadá, Hong Kong, Singapur, China continental y Taiwan participaron en el evento de cuatro días. Un total de 265 presentaciones de los más prominentes especialistas en Biotecnología y Biomedicina de origen chino fueron expuestas en el mismo.
En el simposio, Chen Pei-jer, virólogo molecular de la NTU, llamó la atención con un informe acerca de sus estudios sobre la hepatitis B, resaltando que los mismos son el resultado de la colaboración entre científicos de ambos lados del Estrecho.
“Resulta muy natural que aquéllos en ambos lados (del Estrecho de Taiwan) trabajen juntos. Ellos no sólo comparten una herencia cultural común, sino también una historia muy similar en cuanto a cargas de enfermedades humanas”, indica Chen.
Chen fue a China continental para expandir sus estudios sobre las enfermedades hepáticas, particularmente el cáncer hepático y la hepatitis B. “Me percaté que el impacto de nuestra investigación sería mayor si se extiende al territorio continental”, explica.
Como resultado, Chen estableció estrechos contactos con la Universidad de Xiamen para lograr un acuerdo para visitas de estudiantes y profesores con el fin de trabajar conjuntamente en los aspectos terapeúticos y equipos para diagnóstico.
Aparte de este caso, el decano Yang ha indicado que la NTU está cooperando con el Instituto de Enfermedades Respiratorias de Cantón (Guangzhou) para estudios acerca del cáncer de pulmón.
Tales colaboraciones se podrían extender hacia las investigaciones más básicas de las ciencias de la vida, ya que es el deseo común de la comunidad científica en ambos lados del Estrecho.
Otro evento reciente fue la visita del navío de exploración antártica Xue Long (Dragón de Nieve) a Kaohsiung en abril pasado. La embarcación científica arrivó a la sureña ciudad portuaria el 1º de abril y permaneció por cuatro días, siendo visitado por cerca de dos mil científicos y especialistas de la isla.
La nave científica visitó la isla a invitación del Museo y Acuario Nacional de Biología Marina, la Universidad Nacional Sun Yat-sen y la Universidad Cheng Shiu. Según Yang Huigen, jefe de la expedición china, la visita era una “jornada para quebrar el hielo” en los intercambios sobre estudios polares a través del Estrecho.
Por su parte, el encargado del Museo y Acuario Nacional de Biología Marina, Wang Wei-shean, manifestó que la presencia del barco podría aumentar el interés por la protección ecológica en el pueblo de Taiwan.
La inauguración de la Administración del presidente Ma Ying-jeou simboliza la entrada de las relaciones a través del Estrecho en una era totalmente nueva llena de oportunidades y desafíos. Para Taiwan, cómo aprovechar al máximo las oportunidades, a la vez que se reducen al mínimo las amenazas potenciales, se ha convertido en la principal prioridad de su agenda regional. La biotecnología constituye uno de los campos más prometedores para llevar a cabo esta estrategia.
Texto de Luis M. Chong L.