La visita de seis días a la República de China por parte del ministro de Industria de Francia, Roger Fauroux, a la cabeza de una nutrida delegación, ha hecho mucho por desarrollar las relaciones económicas y tecnológicas entre los dos países. Al concluir el importante congreso sobre la cooperación económica entre ambas naciones, se acordó robustecer la cooperación en materia de comercio, inversiones, ciencia y tecnología. Esto será altamente favorable para ambas partes.
En el sector comercial, por ejemplo, Francia se puede beneficiar del fortísimo aumento de la demanda de productos y servicios extranjeros que se está a punto de producir en Taiwan, como resultado del plan nacional de desarrollo que este año se inaugura. Dicho plan, a punto ya de recibir la aprobación definitiva del Gabinete, exige la inversión de 315.000 millones de dólares estadounidenses en proyectos de infraestructura, tales como sistemas de transporte, instalaciones de telecomunicación, una central nuclear, y la reducción de la contaminación.
Francia tiene fundadas esperanzas de ser quien abastezca a la República de China de gran parte de los materiales y servicios necesarios, dado que, según señaló Fauroux, la nación gala puede ofrecer la máxima calidad en todos los sectores en cuestión. Se puede anticipar, por tanto, un espectacular incremento del comercio entre los dos países que, en la actualidad, ha sobrepasado ya los 2.000 millones de dólares estadounidenses en el último año transcurrido.
Fauroux reveló que su ministerio proyecta crear una oficina representativa en Taipei para hacer promoción de las inversiones chinas en Francia. El que las empresas de Taiwan inviertan en Francia será altamente significativo de dos formas. Por un lado, las compañías taiwanesas, además de introducirse directamente en el mercado francés, tendrán acceso conveniente a los mercados de las naciones vecinas de Francia, sobre todo después de la integración económica de la Comunidad Económica Europea en 1992. Por otro, si las compañías taiwanesas invierten en Francia cada vez más como resultado de los esfuerzos de promoción, ello ayudará a la marea de inversiones orientadas al exterior que actualmente se da en la República de China, dada la abundancia de capitales.
Por ahora, casi todas las empresas de Taiwan inclinadas a invertir en el exterior han centrado sus esfuerzos en China continental y el Sureste Asiático, aprovechando la baratura tanto de los sueldos como del terreno. Sin embargo, casi todas estas inversiones se realizan para producir artículos sencillos que necesitan gran mano de obra y, por tanto, no sirven para que las compañías inversoras mejoren sus técnicas de fabricación. Al revés que Francia, estos países asiáticos carecen de mano de obra bien preparada así como de industrias de apoyo desarrolladas, elementos ambos necesarios para que las empresas puedan mejorar la calidad de sus operaciones.
La tecnología industrial de vanguardia es un sector de cooperación en aumento del que la República de China sin duda saldrá altamente beneficiada. Los dos países ya han elevado su cooperación científica desde el nivel de la empresa privada hasta el gubernativo, con énfasis en las ciencias básicas. En el futuro inmediato, el énfasis se pondrá igualmente en la tecnología industrial.
Por el momento, el Ministerio de Economía ha elegido, para la cooperación intensa con Francia, los sectores aeroespacial, electrónico, bioquímico, de protección del medio ambiente, de los trenes de alta velocidad, y del diseño de modas.