09/05/2024

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El rumbo más prudente hada la unlflcación

16/03/1991
La determinación del Gobierno de mantener la política de unificación de los cinco principios tras la desmovilización simbólica, el próximo mayo, probablemente no dejará contentos a todos. Pero el rumbo emprendido es, sin lugar a dudas, lógico y sensato.

Aquellos cuyos intereses económicos están teñidos por la avaricia, o cuya ingenuidad política está dominada por la esperanza ciega, sin duda sufrieron una desilusión cuando el director del Consejo para los Asuntos de China Continental, Ma Ying-jeou, dijo, a miembros de la Fundación para los Intercambios a través del Estrecho de Taiwan, que los cinco principios orientadores de la política respecto a China continental, pergeñados por el Consejo de Unificación Nacional, no cambiarían cuando el Período de Movilización para la Supresión de la Rebelión Comunista tocase a su fin en mayo. Pero esa directriz está claramente en favor de Taiwan, y de la población entera de la República de China - en particular, de aquella parte que todavía se encuentra bajo el dominio del régimen comunista pequinés.

Ciertamente, hay sólo una China. A pesar de los argumentos del movimiento independista de Taiwan, y del Partido Democrático Progresista que por él aboga, cualquier política distinta de la que se ha dado en seguir sería una traición hacia los millones de personas que han sufrido y muerto por la República desde el alzamiento de Wuchang, e incluso desde antes. Además, dividir China sería extender una invitación a los agresores occidentales y asiáticos que intentaron repartirse nuestra patria en el pasado.

También es de crucial importancia la cuestión de la soberanía. Sean cuales sean las circunstancias de la ocupación fisica del territorio nacional, o la "pragmática" predilección de muchos países, la soberanía de la República de China sobre toda China no puede ser objeto de transigencias ni transacciones. Dado que hay sólo una China, hay sólo una República de China, la que fue fundada por el Dr. Sun Yat-sen y sus seguidores después de que derrocaran a la Dinastía Ching en 1912.

Más allá de esto, qué partido político - Kuomintang, Comunista, Partido Democrático Progresista, o cualquier otro - esté en el poder carece de importancia verdadera, siempre que su régimen gobierne bajo los principios básicos de la revolución republicana del Dr. Sun, que incluyen el consentimiento del pueblo. En consecuencia, la unificación de China se debe llevar a cabo por medios pacíficos y democráticos. El Gobierno de la República de China, dirigido por el Kuomintang, siempre ha reconocido estos principios para la reunificación nacional. Abandonarlos a estas alturas supondría abandonar tanto la revolución acaudillada por el K uomintang como la primera república de toda Asia.

Por desgracia, el régimen comunista de Pekín se ha negado, hasta el momento, a aceptar estos principios fundamentales tan razonables, haciendo forzoso que se permanezca en estado técnico de guerra y sin contactos políticos oficiales. Pero, si bien es cierto que los tres principios primeros de la reunificación son inamovibles, las autoridades de la República de China, desde el presidente Lee Teng-hui para abajo, han dejado claro que los otros dos puntos pueden cambiar siempre que los comunistas muestren menos hostilidad y un mínimo de buena voluntad. Sería procedente que el régimen pequinés dejase de meter ruido con los sables y se plegase, con mayor sensatez, a un diálogo significativo y una reconciliación pacífica.

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