Miles de comunistas chinos participaron en el movimiento en favor de la democracia en 1989.
Unos 800.000 miembros del Partido Comunista Chino participaron en el movimiento en favor de la democracia que llevó a la gran manifestación de la Plaza Tienanmen en junio de 1989.
La sorprendente noticia fue hecha pública por la Cheng Ming Monthly, de Hong Kong. Esta revista, a su vez, había obtenido los datos pertinentes de un documento reservado, del pasado mayo, de la Comisión Central para la Inspección de Disciplina de la Oficina Política Central del Partido Comunista Chino. Según el documento, 50.000 de los comunistas que se unieron al movimiento subversivo eran mandos del Partido.
El informe confidencial dijo que, en los meses de abril, mayo y junio de 1989, estuvieron involucradas en los disturbios originados en Pekín nada menos que 13.000 organizaciones administrativas y del Partido, así como instituciones industriales, comerciales y docentes de 123 ciudades.
Las actividades de las numerosísimas personas mezcladas en esto abarcaron la participación directa en manifestaciones callejeras, la distribución de octavillas, las pintadas en paredes de edificios públicos y la pronunciación de discursos.
En Pekín, unos 300.000 miembros del Partido se unieron a los activistas en favor de la democracia. Durante los tres meses críticos, el 40% de las células del Partido Comunista Chino se quedaron totalmente sin iniciativa. El 28% de las células del Partido participaron, en mayor o menor medida, en el movimiento subversivo.
También según el informe confidencial, en los tres meses en cuestión, unos 90.000 comunistas chinos quisieron salirse del Partido, unas veces individualmente y otras en grupo; más de 8.000 funcionarios del mismo presentaron la dimisión; más de 300 células quisieron disolverse o reorganizarse; y más de 130 células y otras organizaciones del Partido fueron disueltas sin permiso.
En el documento, un alto funcionario comunista reveló que el poder del Partido ha sufrido una fuerte erosión, y que muchos miembros han perdido toda confianza tanto en el Partido como en el comunismo en sí.