Taiwan Today

Las desigualdades entre los ricos y los pobres de Taiwan han empezado a disminuir, después de haberse expandido en forma continua durante una década, señalan las estadísticas del Consejo General de Presupuesto, Contabilidad y Estadísticas. Que se mantenga o no esta favorable tendencia está por verse. Pero, lejos de sentarse a esperar para ver lo que ocurrirá, el Gobierno está redoblando sus esfuerzos para que la sociedad en su conjunto alcance el bienestar, uno de los Tres Principios del Pueblo que nos legara el Doctor Sun Yat-sen. La tasa promedio entre el quinto de la población con mayores ingresos y el quinto menos adinerado se redujo en 1991 a 4,97: 1 de 5,18: 1 registrado un año antes. Ha sido la primera vez que la diferencia disminuye desde 1990. Entre los factores citados, se encuentran el crecimiento de la economía en los últimos años y la disminución del desempleo. Otros aportes son: una menor especulación sobre los precios de la tierra; el enfriamiento del mercado de valores; la entrega de compensaciones a los soldados jubilados a quienes se les habían cancelado sus certificados de propiedad de terrenos; y las nuevas políticas agrarias, tanto para la tenencia de tierras como la producción. Todo ello ha servido para que aumenten los ingresos de la población situada en el extremo inferior de la escala. De hecho, la disparidad entre ricos y pobres en Taiwan es una de las menores del mundo. ¿Cómo se ha llegado a un resultado así? No ha sido fácil. Apoyado sobre el trabajo sostenido y la iniciativa de los ciudadanos, el Gobierno se ha preocupado de adoptar estrategias para evitar que los pobres se empobrezcan y los ricos se enriquezcan demasiado. Es decir, ha intentado aplicar normas apropiadas para la adquisición de terrenos, poner énfasis en el desarrollo agrícola y adoptar un sistema tributario justo. Hubo un período en que estas políticas se debilitaron y se disparó la especulación, tanto en el sector inmobiliario como en el bursátil. Como resultado, aparte de las grandes ganancias que obtuvieron algunos grupos, quedó entre la población la idea de que la disparidad entre ricos y pobres aumentaba inevitablemente. Sin embargo, cualquier persona que visite Taiwan se dará cuenta de que las diferencias de ingresos, si bien existen, no son comparables con las que hay en otros países con un desarrollo tan reciente como el nuestro. La inmensa mayoría de la población de la isla, aparte de tener sus necesidades básicas satisfechas, también puede acceder sin dificultades a los sistemas de salud y educación. Donde sí hace falta un impulso, y el Gobierno está consciente de ello, es en el mejoramiento de la calidad de vida y en la disminución de las diferencias que hay entre los sectores rurales y las urbes. Por eso se ha puesto en marcha el Plan de Desarrollo Nacional de Seis Años, que apunta no sólo a la construcción de carreteras y puentes, sino también hospitales, escuelas, centros de actividades y diversiones, bibliotecas, campos deportivos, piscinas y otras instalaciones. Además, en 1994 se instaurará el seguro nacional de salud, en el que quedarán cubiertos todos los ciudadanos. Para la República de China, la distribución equitativa de la riqueza implica marcar las pautas económicas por las que debe regirse el sistema, además de saber centralizar sus esfuerzos en aquellos grupos más disminuidos. De este modo se está logrando uno de los objetivos que se plantearon los padres fundadores de la nación.