07/05/2024

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Un peligro claro

26/10/1991

El Partido Democrático Progresista (DPP, siglas en inglés) ha proclamado oficialmente en su carta de principios que desea la realización de un plebiscito sobre la independencia de la isla del territorio continental, para la eventual proclamación de una "República de Taiwan".


La reacción de la opinión pública ha sido bastante unánime para oponerse a tal idea. Porque la verdad es que los residentes de Taiwan ganarían muy poco con que se cambie el nombre a la República que los ha llevado hasta las filas de los países que más comercian en el mundo, y a estar entre las sociedades más prósperas de Asia y los más firmes defensores de la libertad.


Aunque el motivo de votar sí o no por la independencia de Taiwan fuese tan puro como la idea de que la población de la isla proclamara de esa forma drástica su voluntad de alejarse de cualquier compromiso futuro con el sistema comunista chino, esto no haría que la amenaza del régimen de Pekín fuese menos tangible.


De hecho, la primera consecuencia - incluso antes de que tal plebiscito tuviese lugar - sería que la ira de los dirigentes de Pekín se volcara sobre la población de Tajwan. Los comunistas chinos han amenazado reiteradamente con el uso de la fuerza si algún movimiento separatista taiwanés se levanta. La masacre en la Plaza Tienanmen, sólo hace dos años, es una demostración de que a ellos no les preocupa usar al ejército contra su propia gente.


Cambiar el nombre de la República de China y declarar la isla un estado soberano no le dará a la llamada "República de Taiwan" ni un kilómetro cuadrado de territorio adicional. Tampoco traerá más prosperidad al pueblo de la que ya tiene actualmente. Y difícilmente la comunidad internacional dará a una Taiwan independiente un papel más importante en los asuntos mundiales.


Sólo aceptar esa idea, haya o no votación, conduce a una situación en la cual no sólo no habrá ganancias, sino pérdidas completas. Por lo tanto, los dirigentes del DPP no deberían seguir adelante con prácticas tan irresponsables y lo que el primer ministro Hau Pei-tsun ha descrito como "revolución en nombre de la democracia".


Los astutos maestros de la propaganda comunista china incluso aplauden tal plebisicito, conscientes de que la población de Taiwan votará en contra.


Pekín dice tener soberanía sobre toda China, incluyendo Taiwan, lo cual es aceptado por la mayoría de los países. Por eso los comunistas chinos podrían interpretar un voto negativo a la independencia como un mandato de la población isleña a seguir bajo el control del régimen marxista. Luego, aplicando su lógica, bien podrían tomar toda la situación como excusa para intentar imponer su control sobre la isla.


Por otra parte, si una mayoría votase por la independencia, los marxistas de línea dura de Pekín podrían argüir que el Gobierno en Tajpei ha conspirado para dividir a la nación. El anunciado ataque no se haría esperar. Incluso si las fuerzas armadas de la República de China pudiesen repeler la invasión, una confrontación trágica sería inevitable.


La República de China fue fundada hace ochenta años como un país soberano para unir a todo el pueblo chino bajo la bandera de la libertad. Esa meta no ha cambiado y tampoco será modificada. Porque los éxitos de la República de China en Taiwan demuestran que lo que ha sido posible para los 20 millones de personas en la isla, también puede ser una realidad para los mil cien millones que aún viven subyugados.

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