02/05/2024

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La vigilancia sigue siendo el precio

26/08/1989
Como consecuencia del nuevo acercamiento entre Pekín y Moscú, el primer ministro Lee Huan ha dado instrucciones al alto mando militar para que tome todas las precauciones necesarias en su vigilancia de los movimientos castrenses del otro lado del Estrecho de Taiwan. Lee dio completa libertad de reajuste en los planes estratégicos a los organizadores militares con objeto de poder contrarrestar cualquier peligro de ataque por parte del mando militar comunista. Los regímenes de la URSS y China comunista dieron un gran paso cuando, en la reunión del pasado mayo en Pekín, los líderes Teng Hsiao-ping y Mijail Gorbachov pusieron fin a décadas de conflictos fronterizos y relaciones problemáticas. Ahora, una vez el cielo político se ha despejado, fructifican una gran cantidad de intercambios comerciales, tecnológicos, culturales así como otros proyectos no especificados. Los problemas han sido reemplazados de un brochazo por el color vívido de la cooperación. Pero no acaba ahí la cosa; China comunista puede sentirse más tranquila al ver que los países circundantes que poco tiempo atrás mantenían la presencia de un fuerte contigente militar soviético, están mudándose gradualmente, dejando a un lado los gastados uniformes del ejército del Kremlin para vestir sus propios modelos aún no estrenados. Así, la retirada de tropas de Afganistán y el deseo, al parecer sincero, de presionar a los comunistas vietnamitas para que lleguen a un acuerdo pacífico en Campuchea, se han convertido en pruebas feacientes de que la Unión Soviética no alberga planes de mantener rodeada a China continental. La conclusión a nivel estratégico es obvia. Con el noviazgo y posterior luna de miel entre los dos gargantuescos regímenes comunistas, la llamada China Card ha perdido toda validez y se puede considerar en desuso. Por otra parte, los intereses de EE.UU. en materias de seguridad a largo plazo han sufrido un gran revés, dejando la región del Asia Pacífica en un estado dudoso. Y sobre todo, la posibilidad de que el régimen comunista ejerza su fuerza militar sobre Taiwan ha sido incrementada de forma abismal. No sólo tiene Teng Hsiao-ping su espalda bien cubierta con tanques y artillería soviética, sino que Gorbachov podría estar apoyando cualquier acción que la ambición de Teng prevea para Taiwan. Y esto no es nada nuevo, ya que el Kremlin siempre ha mantenido que la soberanía sobre Taiwan corresponde al régimen comunista de Pekín. En el verano y otoño del año pasado los comunistas chinos hicieron maniobras militares de gran escala en las que se tuvo por objetivo ficticio a la isla de Taiwan. En estas se desplegaron movimientos de tropas paramilitares de infiltración así como expediciones de desembarque anfibio. No es de extrañar pues, que el primer ministro Lee Huan esté preocupado, especialmente sabiendo que Pekín se ha negado a renunciar a la posibilidad del uso de la fuerza contra Taiwan. Los efectos de la masacre del 4 de junio en la Plaza Tienanmen siguen siendo desastrosos en todos los aspectos de la vida del continente después de que el régimen impusiera un control total sobre las actividades del país. Teng y sus compinches podrían estar pensando que una buena forma de mitigar o quizás deshacerse de todos estos efectos funestos, sea una incursión externa; ya que de no hacerlo así, los problemas internos llegarían a crecer de tal manera que, según algunos, las consecuencias para la estabilidad del régimen comunista serían mucho más fuertes que las ya experimentadas en mayo y junio de este año. Además, la prensa comunista ha sido crecientemente agresiva en estos últimos días, acusando a Taiwan de haber patrocinado y organizado el movimiento en China continental.

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