29/04/2024

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COMENTARIO Desarrollo y Bienestar Social de la República de China

16/08/1987
Por Luis M. Chong L.

El destino de un país está íntimamente ligado al comportamiento socio-económico de sus habitantes, el que depende a su vez del grado de identíficación que cada uno de ellos tenga por la colectividad. El insuficiente grado de identíficación que un individuo siente por la colectividad social en que vive, puede impulsarlo a tomar cursos de acción contestataria al sistema estructural establecido. Así es como surgen las revoluciones, unas que conducen al triunfo y mejoramiento de los destinos de la nación y otras que tienen como consecuencia el caos, la desesperación y la destrucción del ente nacional.


La relación entre estabilidad y desarrollo, es directamente proporcional. Es absolutamente indispensable un régimen de estabilidad sociopolítica, para poder obtener un ritmo adecuado de desarrollo. Para que puedan darse a la vez los prerrequisitos de la estabilidad social, es necesario un desarrollo balanceado, que no significa solamente los avances que puedan obtenerse en términos materiales y de producción, sino que implica además la generación de una fuente de justicia social que se traduce en una mejor educación, salud y prosperidad general para el pueblo.


Cuando en 1949 el gobierno de la República de China trasladó su sede desde el continente chino a Taiwan, tuvo que hacer titánicos esfuerzos para recuperarse de los estragos ocasionados acá por la Segunda Guerra Mundial. Cundían entonces el desorden y la desesperación y la economía se encontraba en precarias condiciones. El ingreso per cápita era sólo de US$52. Los comunistas que se habían apoderado del continente, hacían gestos amenazadores, para tratar de invadir y terminar conquistando la isla. En situación tan desesperante, se inició en Taíwan un proceso de reconstrucción que paulatinamente trajo no sólo una recuperación económica, sino también un desarrollo excepcional, tanto en el campo político, como en el socio-económico.


En menos de tres décadas, los habitantes de la isla experimentaron un desarrollo sin igual en los anales de la historia china y para 1986 el ingreso per cápita creció hasta alcanzar, US$3740. La producción industrial creció casi de la nada, hasta colocar a la República de China en uno de los mayores países productores y exportadores del mundo. Actualmente ocupa el trigésimo lugar mundial en términos de su PNB, siendo el decimosexto mayor país comercial.


Taiwan es una isla de poca extensión territorial, siendo su extensión solamente 1,7 veces la de El Salvador, pero teniendo que sustentar a una enorme población de más de 19.5 millones de habitantes. Esto hace que tenga una alta densidad de población, con aproximadamente 508 personas por kilómetro cuadrado. Sólo una tercera parte de su territorio es cultivable, siendo el resto terreno montañoso con escasos recursos naturales.


Sin embargo, lo importante en todo este proceso no son las comparaciones de orden estadístico, sino su dinámica y orientación. La transformación socio-económica del área de Taiwan se caracteriza no sólo por su desarrollo, sino que también por la generalizada elevación del nivel de vida de toda su población y la consecuente desaparición de la marginación y la desigualdad desproporcionada en la distribución de la riqueza social. Lo que sobresale del proceso ocurrido en Taiwan, es la justicia social, que se ha, materializado en la restauración del valor del, hombre como individuo. Cada uno de sus habitantes está consciente que por medio de su esfuerzo y dedicación logrará su autosuperación, no anidando vagas esperanzas de ayuda incondicional.


Como pilar indispensable en este proceso, se mantuvieron la ley y el orden y se reforzaron las fuerzas armadas, ofreciéndole a los ciudadanos una capacidad de participación honesta y consciente del deber. Estas medidas contribuyeron a la estabilidad política, que le permitió al estudiante, acceso a la escuela; al trabajador, poder laborar en un ambiente dedicado realmente a la producción y al ciudadano en general, dedicarse a sus quehaceres sin tener que preocuparse de los desórdenes que afectan comúnmente a los países en vías de desarrollo.


Durante ese mismo lapso, ocurrió también otro proceso en el territorio continental chino al otro lado del Estrecho de Taiwan, iniciado sobre bases casi similares, pero que evolucionó hacia un rumbo totalmente en sentido contrario al tomado en Taiwan. El continente, dominado por los comunistas, puso en marcha una revolución de corte marxista-leninista, con miras a procurar una construcción socialista, cuyo resultado no sólo fue negativo en términos de su función social, sino cuyo costo fue elevadísimo tanto en términos materiales, como humanos.


Resulta dificil calcular cuál fue la pérdida en vidas humanas causada por las nefastas campañas que se han desatado en China continental desde 1949 hasta el presente. Informes presentados por reconocidos demógrafos, indican que solamente durante el periodo comprendido entre 1950 y 1961 pudieron haber perecido hasta 30 millones de personas. Aparte de las pérdidas en vidas humanas, las miserables condiciones de vida, la corrupción y el control opresivo del aparato estatal y del partido, así como la gradual pérdida de los valores morales y éticos, ocasionaron un desinterés cada vez más marcado por el trabajo y la superación. En medio de una colectividad forzada, en la que no existía un mínimo grado de identificación, los habitantes aprendieron a hacer solamente lo necesario para poder continuar allí.


La pérdida de los factores de incentivación en China con tinental, condujo al estancamiento económico y al ostracismo social, dando como resultado la carestía y el descontento generalizado de la población. Para evitar toda acción contestataria a la estructura estatal, el partido comunista creó un poderoso mecanismo de represión, que separó y aisló a todos aquellos sectores sociales que pudieron haberse unido en un frente común de resistencia al régimen.


En los últimos años, China continental ha empezado a percatarse de que dicho sistema es inoperante y procura optar por medidas "capitalistas" para tratar de resolver sus problemas socialistas. El resultado ha sido más desastroso, agudizándose el ostracismo social, la corrupción y el descontento popular. La razón de todo este desenlace, es que los comunistas en el poder no desean rechazar el sistema marxista, debido a que el mismo protege sus intereses creados.


El enorme contraste existente entre la experiencia del desarrollo en la República de China en Taiwan y en China comunista, nos demuestra una vez más el dinamismo y vitalidad del espíritu de libre empresa que impulsa la creatividad, la voluntad de superación y el deseo de contribuir más para consigo mismo y para con sus compatriotas y demuestra a la vez que los esquemas socializantes y estatizadores, nunca podrán representar una solución útil a los problemas que aquejan a las naciones en vías de desarrollo. Valga esta experiencia como móvil para una profunda reflexión en torno a las actuales realidades del Tercer Mundo.

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