Faltando apenas días para las tradicionales celebraciones del Año Nuevo chino, todas las ciudades y pueblos de comienzan a impregnarse con un aire festivo muy especial. En , esta sensación de festividad es particularmente notoria en el espíritu colectivo de una calle-mercado que se torna muy generoso. Todos los residentes de la metrópolis conocen acerca de , donde concurren las amas de casa para hacer sus compras para la ocasión. Caminar por la angosta calle una semana antes festival es participar en una orgía de degustaciones. Las tradicionales tiendas, muchas de ellas ya centenarias, se disputan para ofrecer muestras de la apabullante variedad de comestibles que tratan de vender a la clientela de temporada. Desde pedazos de huevas de lisas, frutas secas, tasajos, bolas de calamar y mariscos enlatados; hasta diferentes variedades de té, preparados de bebidas concentradas; así como galletas y caramelos importados, compiten para atraer el interés del tran-seúnte. Otro aspecto interesante de la calle son los coloridos y destellantes adornos típicos Año Nuevo lunar. Como podemos ver en la foto, predominan en su diseño los colores llamativos, como el rojo y el dorado, convirtiéndose en una tarea difícil escoger el adorno más adecuado para la casa. En medio de la modernidad y pujanza de la metropolitana , ha preservado una tradición que se remonta al siglo XIX, cuando se asentaron los primeros mercaderes en la antigua zona de Tataocheng.