06/05/2024

Taiwan Today

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Buenos días, Taipei

06/03/1981
Sí, señor: ¡Buenos días! Taipei madruga. Y es una verdadera sorpresa cuando uno decide levantarse temprano y recorrer las calles de la metrópoli -aunque esté lloviznando-, encontrar que miles de habitantes se hallan dedicados a diversas actividades, como si esto fuera ya una forma casi obligatoria de comenzar el ocupado día que les toca.

Por ejemplo, la pequeña colina donde está ubicado el famoso Gran Hotel se convierte a esa hora -6 a.m.- en un interesante escenario donde grupos de 20 a 50 personas practican sus habilidades en las artes marciales chinas -como lo hace Joanna Nichols, una gringa "bussinesswoman" que decidió establecerse en Taiwan- o, sencillamente, corren por los alrededores, mientras otras aprenden a bailar tango, a tocar guitarra o a tratar de interpretar en español "Bésame mucho", la vieja canción que hizo llorar a nuestros abuelos, y que todavía es un éxito en el Lejano Oriente.

Y, a propósito de abuelos, lo más emocionante es ver que los madrugadores en su gran mayoría son gentes que pasan de los 60 años y quienes, como si nada, andan en "sudadera" y "shorts", desafiando el frío invernal y aprovechando el tiempo para hacerle el quite a la polución, antes de que se prendan las chimeneas de las grandes fábricas.

Hay que anotar, por otra parte, que el lema "Buenos días, a trotar! " se ha convertido en el ejercicio favorito entre los residentes de Taipei. De ahí que no vaya a sorprenderse si estando en ésta urbe usted decide madrugar también y, mientras hace una carrerita, todavía adormilado, abre los ojos y se encuentra con que su compañero de trote es nada menos que el Primer Ministro Sun Yun-suan o el Alcalde Lee Teng-hui.

Pero, no solamente los alrededores del Gran Hotel sirven para la gimnasia. Los campos universitarios son otros lugares preferidos por los amantes del ejercicio. Taipei es una ciudad que está siempre de bote en bote y cada pulgada de terreno debe ser plenamente utilizable. Quizá esto puede explicar por qué no es sorprendente encontrar a miles de personas reunidas en una pequeña colina, en los patios de las escuelas o en el Nuevo Parque, en el centro, el sitio probablemente más concurrido todas las mañanas.

El Nuevo parque es el lugar donde se dan cita esgrimistas, aficionados al boxeo o al Kungfú. Algo interesante aquí es que quien guste de estas cosas puede ir al jardín y tomar lecciones gratuitamente -suministradas por conocidos maestros,- sin distinción de clases, edad o sexo. Entre otras cosas, un español -Alonso Artero, pintor de profesión- ha sobresalido entre todos los extranjeros que asisten al Parque, y ahora es un experto en Taichichuang.

Luego, usted anda un poco más y llega a la plaza del Palacio Conmemorativo de Chiang Kai-shek -todavía no han dado las 7- y allí resulta que otros cientos de gentes, tomadas de la mano como en las rondas infantiles, se adiestran en danzas folclóricas o, en parejas, intentan llevar el ritmo de la música "disco", como ocurre catorce cuadras más hacia el oriente, frente al Edificio Memorial de Sun Yat-sen.

O toma para el estadio y se da cuenta, al entrar, que varios señores serios y casi de incógnito -alguno de ellos diplomático están ya levantados como cualquier obrero y van al establecimiento deportivo a jugar tenis o fútbol.

Las horas regulares de trabajo en Taipei son de nueve de la mañana a cinco de la tarde. Así que entre 8 y 8.30 los madrugadores detienen sus actividades para volver a formar parte de esa inmensa mayoría que se pierde entre el pesado y enloquecedor tráfico que está comenzando. Ya se ha cumplido con el primer deber de la mañana.

Ahora hay que volver a la "molienda", seguir la lucha diaria. . .o como lo hice yo: arrancar cual bólido en bicicleta para la oficina (hay qué hacer ejercicio, no?) -"toreando" los carros-, o si no quién sabe si no hubiera podido entregar este artículo a tiempo.
Orlando Gómez

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