07/05/2024

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Cineasta taiwanesa premiada en festival de Marbella

16/11/2010
Daisy Yu-chuan Lin viajó a España, posa con el premio que obtuvo su obra en el Festival Internacional del Cine de Marbella 2010. (Foto de CNA)
Una productora de Taiwan residente en Estados Unidos, Daisy Yu-chuan Lin, se refirió recientemente a una obra suya que ganó el Premio a la Mejor Película de Animación en el Festival Internacional del Cine de Marbella 2010, señalando que la misma fue inspirada por su dificultosa niñez.

El corto metraje de cinco minutos, titulado Perdido, sin saber, escenifica a un joven pájaro que ha sido aislado del resto de la bandada, que no comparte su interés en la búsqueda de dientes de león.

El ave tiene problemas para mantenerse junto con la manada migratoria, y termina finalmente discriminada y atacada. En la obra, el pájaro representa el ansia de libertad en la lucha, contra el impuesto a la conformidad por las expectativas de la bandada. En este aspecto, decide abandonar la bandada y realizar una jornada solitaria para perseguir su propio sueño.

Nacida y crecida en la ciudad de Taichung, ubicada en el centro de Taiwan, Lin vive actualmente en Los Angeles, California. Ella dedicó seis años para producir la película, que a la vez constituye el proyecto de graduación de su maestría en la Universidad de California en los Angeles.

Lin es la primera persona de Taiwan que recibe un premio en el festival de cine español. El evento de este año, que se llevó a cabo del 15 al 17 del mes pasado, contó con la participación de más de 500 obras de más de 50 países, que compitieron para obtener los premios más altos en cinco categorías: Mejor película de animación, mejor corto metraje, mejor largo metraje, mejor documental y mejor película de tema.

Los organizadores están coordinando para que Perdido, sin saber, que combina los penetrantes conceptos sobre las culturas china y occidental de Lin, sea exhibida en Londres, Miami, Cannes, Los Angeles y Rusia.

La productora de 33 años utilizó la técnica de la pintura china para crear el corto. En el proceso, ella tuvo que deshacerse de cientos de pinturas de tinta china sencillamente debido a que su profesor consejero tuvo opiniones diferentes a las suyas.

“Después de casi un año de descanso, recobré finalmente mi auto-confianza y volví a tomar el pincel el año pasado, terminando el trabajo en junio de este año”, indicó Lin.

“La película sirve como un cololario a mi vida escolar de adolescente. Con frecuencia tenía que soportar castigos corporales durante la secundaria, debido a mi pobre actuación académica. Ese amargo recuerdo aún me persigue, lo cual me condujo a realizar el filme”, explicó Lin, añadiendo que la película “me ha ayudado a curar mis heridas psicológicas”.

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