Con la llegada de una misión de empresarios de la Federación Nacional de Industrias de Taiwan (República de China) se ha dado un paso importante para fortalecer el intercambio comercial con aquel país, así como se han abierto nuevas perspectivas de inversión en la explotación petrolera y pesquera peruanas.
Una mayor cercanía con Taiwan, en el plano económico, tiene importancia no sólo por los beneficios comerciales que puede generar el acceso a nuevos mercados, sino porque la acción industrial del capital taiwanés será positiva para la competencia y el rendimiento de las empresas nacionales y porque muchos proyectos de inversión pueden ser ejecutados, ya sea por la inverdión oriental o por grupos financieros mixtos constituídos para el efecto.
La experiencia taiwanesa es todo un ejemplo de bonanza y crecimiento permanente, que contrasta notablemente, por supuesto, con la realidad de miseria que vive la otra China y, también, con nuestra discontinuidad crónica en el ritmo productivo. Luego de una dolorosa experiencia política, China Nacionalista se abocó a mantener estabilidad política y económica y a producir lo que se ha llamado "el milagro amarillo".
Fue, justamente, la decisión gubernamental de favorecer la inversión privada en vez de entorpecerla -como históricamente se ha preferido en nuestro país- la que condujo a Taiwan hacia una vertiginosa recuperación económica a través de una rápida industrialización, garantizada por una mayor productividad y por una tasa de crecimiento en aumento. De forma que una pequeña isla repleta de gente amante de la libertad se convirtió, gracias al esfuerzo racional del trabajo y el capital, en toda una potencia industrial dirigida, principalmente, a la exportación.
Luego de la Segunda Guerra Mundial éste ha sido, sino el más exitoso de los proyectos de industrialización, a no dudarlo, el más sorprendente, ya que tuvo que arrancar desde prácticamente cero, es decir, por gestar una sociedad industrial allí donde existía apenas una sociedad agrícola pura. Entonces, no solamente debemos volver los ojos a Taiwan como un modelo interesante de desarrollo, al mismo tiempo que para explorar nuevos mercados o posibilidades de ver realizados viejos proyectos de inversión. Taiwan es un modelo del que debemos extraer los aciertos y desechar los errores.
Existe unanimidad en considerar nuestra situación económica como crítica. La recuperación debe atender a una profunda modernización en cada uno de sus rubros. En la actualidad, la actividad industrial -a pesar de ser el mayor contribuyente del PBI- no es la predominante en nuestra sociedad.
En tal sentido está orientado el desafío, por utilizar una palabra muy querida por Servan-Schreiber, de los años venideros; desafío que debe contemplar el replanteamiento de la política fiscal, a través de la consolidación del sistema democrático, a fin de obtener tasas crecientes en la producción y la productividad de nuestras industrias, con el consiguiente beneficio para la nación en pleno.