30/04/2024

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En el Continente: En qué consiste el tratamiento especial para los extranjeros

16/12/1980
Por Teresa Tu

La lucha de clases, dicen los comunistas, conduce al paraíso de la sociedad sin clases. Para demostrar su sinceridad, ellos han estado provocando conflictos de clases e infligiendo sufrimientos a innumerables pueblos.

Las descripciones sobre el Continente chino han cambiado un poco desde los años de lucha entre las cinco categorías rojas y las cinco categorías negras. Ahora que los "malos" han desaparecido o están bajo control, el régimen está enfocando su atención sobre los capitalistas extranjeros. No se ofrecen banquetes sin doble intención, y cuando los visitantes tienen que pagar, los recibos llevan diferentes pero, invariablemente, más elevados precios que los ordinarios.

Ocurre también que los visitantes son clasificados en cinco categorías: los huéspedes extranjeros, chinos-americanos, chinos de ultramar, compatriotas de Taiwan y compatriotas de Hong Kong y Macao. El color y el origen determina el tipo de tratamiento que se da.

Extranjeros y no extranjeros

No todos los que portan pasaportes extranjeros son visitantes extranjeros.

Incluidos en esta categoría están los occidentales en general y los norteamericanos en particular, más los japoneses. Los rusos son aborrecidos. Los visitantes de color no son tan bienvenidos como los blancos.

Los visitantes extranjeros son alojados en hoteles especiales, transportados en autobuses de aire acondicionado y siempre se les mantiene lejos de los restaurantes ordinarios. Las cajas con almuerzos, enlatados o bebidas embotelladas se traen cuando ellos van fuera de la ciudad. Solamente se reserva lo mejor para los visitantes extranjeros. Aunque se sirvan alimentos ordinarios, el precio los hace especiales.

Todos los visitantes del exterior pagan el doble de lo que pagan los residentes locales, cuando realizan vuelos domésticos. En los trenes, los huéspedes extranjeros pagan un 70 por ciento extra; otros visitantes, solamente la tarifa ordinaria. Los chinos-americanos, incluidos quienes no hablan chino, no son considerados huéspedes extranjeros.

Una categoría flexible

En otras palabras, los chinos­ americanos se encuentran dentro de un categoría flexible. Pueden tener las mismas comodidades que los extranjeos si optan por pagar los precios inflados o viajar en forma menos costosa como los chinos de ultramar.

Los "chinos de ultramar" son aquellos de origen chino que han obtenido pasaportes extranjeros o certificados de residencia y están viviendo en otros países, aparte de los Estados Unidos. La mayoría de estos visitantes es del Sudeste Asiático. Gastan más tiempo en las aduanas a la hora de entrar y les son asignados hoteles de segunda categoría o un poco mejores si existen cuartos disponibles y si ellos lo solicitan.

Solamente un pequeño número de aquellos a quienes Pekín llama "compatriotas de Taiwan" ha visitado el Continente chino desde su caída. Todos ellos son residentes permanentes o ciudadanos naturalizados en otros puntos fuera de Taiwan, principalmente en los Estados Unidos y el Japón. Casi sin excepciones, son herramientas utilizadas por la ofensiva del frente unido de Pekín contra la República de China y, por supuesto, sus gastos son costeados por el régimen.

Una misma mentalidad

A los visitantes de Hong Kong y Macao nunca se les considera extranjeros. Los permisos que se les expiden son "certificados de retorno" y no ''visas para extranjeros". Esta mentalidad de Pekín se refleja también en el hecho de que el franqueo doméstico es suficiente para enviar cartas desde el Continente a Hong Kong o Macao.

Los funcionarios de Pekín dan por supuesto que no tienen por qué ser corteses con compatriotas a quienes supuestamente sirven. Y esto va con los visitantes de las dos colonias. Con la excepción de comerciantes importantes y otros de muy alto status social, no son requisados completamente en las aduanas y se les asignan hoteles de tercera clase.

Las "cinco nuevas categorías" han puesto en evidencia el culto del régimen por las cosas y personas de origen extranjero, actitud que está ligada a todas las ocasiones posibles para obtener un ingreso extra. Esto ha dado por resultado que los chinos traten de manera discriminatoria a otros chinos. Y recuerda los últimos días de los Manchúes cuando los extranjeros a quienes se les permitía tener concesiones en suelo chino, colocaban carteles indicando que no se admitían perros ni chinos en sus parques.

De igual manera, los chinos locales que deseen ver a alguien que se encuentre en un hotel para extranjeros, tienen que llenar ciertas formalidades, en un formulario duplicado, en el cual debe escribirse el nombre, edad, dirección, profesión, relación con la persona que va a ver, propósito de la visita y hora de entrada. El portero pide la tarjeta de identidad al solicitanté, se pone en contacto con las autoridades de1 hotel y llama mediante un timbre al huésped para que venga directamente o lo hace por medio de la recepción. Solamente cuando el visitante acepta el encuentro, el solicitante puede entrar con una copia del formulario, que tiene que ser devuelta a la salida, para registrar la hora de término de la visita.

La pretendida amistad

Las ciudades abiertas a los visitantes del exterior cuentan con "tiendas de la amistad" las cuales también son inaccesibles a los residentes locales, a menos que vayan acompañados de clientes verdaderos. Pero, la "amistad" no es gratuita. Los precios son probablemente los mismos que en cualquiera otra parte, pero generalmente no hay artículos suficientemente disponibles. Una bicicleta de fabricación local cuesta el equivalente de por lo menos US$120. Muchas personas ahorran el dinero, pero entonces tienen que esperar un año o dos para poder conseguir una bicicleta.

Estos y otros contrastes, comprensibles dentro de las condiciones peculiares del Continente, pueden enfurecer a los sensitivos, chinos o no chinos. ¿Qué gana, entonces, Pekín con tanta alharaca que hace sobre los visitantes extranjeros?

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