La filántropa vendedora de verduras taiwanesa, Chen Shu-chu, fue una de las homenajeadas este año con el Premio Ramón Magsaysay. Al viajar a Filipinas a recibir la presea el 31 del mes pasado, Chen declaró que donar dinero es una forma de disfrutar la vida.
Chen, quien lleva una vida muy humilde en el distrito de Taitung y dona todas sus ganancias de la venta de verduras, ha aportado el equivalente a más de 333.874 dólares estadounidenses a la educación y mejora de la vida de los niños pobres locales.
“Usted puede pasar un día lujosamente, pero también puede pasarlo frugalmente”, afirma Chen. “Donar dinero a los necesitados es una felicidad para mí”, indica Chen.
La vendedora recuerda que cuando era una niña, ella y su familia recibieron ayuda de la sociedad tras la muerte de su madre. Sin embargo, “saber que estaba siendo ayudada no me hacía sentir cómoda”, confiesa Chen.
La experiencia la motivó a ahorrar tanto dinero como fuera posible para ayudar a otros, pero le tomó unos 40 ó 50 años alcanzar esta meta. “Mientras esté viva, continuaré haciendo lo que siempre he querido, que es ayudar a las personas”, afirmó Chen.
Se describe a sí misma como una persona humilde y le alegra saber que la sociedad aprecia lo que hace.
Chen expresó su gratitud hacia sus padres por la forma en que la criaron, y también a los profesores de escuela primaria que la educaron. Sin embargo, ella no pudo terminar su escuela debido a la pobreza.
La vendedora de verduras aprovechó la ocasión para anunciar que donará el monto del Premio Ramón Magsaysay, de 50.000 dólares estadounidenses, al Hospital Mackay en Taitung, para que construya una unidad de cuidados intensivos.
La fundación que otorga los premios señala en su sitio en Internet que Chen está siendo honrada por “transformar las jóvenes vidas por medio de una vida dedicada a dar”. El director ejecutivo de dicha entidad, Manuel Hizon, explicó que los miembros de la fundación hallaron sorprendente su devoción desinteresada a la caridad.
Hizon reveló que cuando los miembros de la Fundación del Premio Ramón Magsaysay visitaron a Chen en el mercado donde trabaja antes de decidir quiénes serían los ganadores de la presea, llegaron a admirarla por su devoción altruista.
Gente tan desinteresada como Chen es difícil de encontrar, afirmó Hizon, y lo que hace que sus acciones sean más nobles es su decisión de no dar a conocer lo que ella está haciendo.
Fue difícil convencer a Chen de asistir a la ceremonia de premiación en Manila, Filipinas; y sólo fue persuadida tras la petición del ministro de Relaciones Exteriores, Timothy C. T. Yang; y del alcalde del distrito de Taitung, Justin Huang, de hacerlo “en nombre del honor de Taiwan”.
Las acciones filantrópicas de Chen conmovieron profundamente a las otras cinco personas ganadoras del mismo premio, procedentes de Bangladesh, Camboya, India, Indonesia y Filipinas; quienes la encomiaron al posar para una foto ante la prensa con la humilde vendedora de verduras de Taiwan.